EL GRAN GLACIAR "PERITO MORENO"
Nos despertamos pronto ya que Thiago se ha levantado a las 07:30 y las tablas del suelo crujen estrepitosamente. Desayunamos juntos y nos facilitamos los teléfonos por si cuadra vernos cuando estemos en Buenos Aires.
Hoy vamos a ir a ver una de las atracciones estrella de nuestro viaje, el glaciar "Perito Moreno". Tenemos 50 km. para llegar al parque y una vez dentro 25 más para toparnos con esa maravilla de la naturaleza.
La entrada cuesta 330 pesos argentinos por cabeza. Accedemos y serpenteamos por una carretera de curvas hasta llegar a un primer mirador desde donde vemos por primera vez el glaciar. Se puede intuir su enormidad. Más adelante paramos en un segundo mirador y tomamos alguna foto, no obstante estamos impacientes en poder verlo de cerca.
Rápidamente llegamos al estacionamiento para vehículos. Allí dejaremos la moto y un autobús del parque nos acercará al comienzo del circuito de las pasarelas. En apenas 5 minutos estamos situados delante de un cartel informativo de las rutas que se pueden hacer, nosotros haremos la sencilla, una hora aproximadamente para recorrerla. Al poco de empezar a caminar, la majestuosidad del glaciar se abre delante nuestro.
La longitud del "Perito Moreno" es de 250 km2 y la altura visible del hielo es 70 metros, el equivalente a un edificio de 30 pisos!
Las vistas son increíbles, los tonos azules que desprende el hielo endulzan la mirada de quien lo mira.
Nos quedamos boquiabiertos con el espectáculo que estamos viendo.
De vez en cuando se oyen fuertes estruendos, son el resultado del desprendimiento de grandes bloques de hielo que se desploman de la gran masa helada que forma el "Perito Moreno".
Después de pasear por las pasarelas y verlo desde diferentes ángulos damos por terminada nuestra visita.
Nos volvemos hacia el Hostel donde comeremos unos bocadillos que hemos dejado preparados y recogeremos nuestras maletas que hemos dejado guardadas en la recepción. Mientras nos despedimos de los trabajadores una pareja que tendrían unos 70 años le comentan al recepcionista que han sido unos días maravillosos, pero que lo mejor fue saltar en paracaídas con las vistas del glaciar bajo sus pies. Nos quedamos sorprendidos de admiración tras el comentario.
Ya por la tarde emprendemos camino hacia la localidad de Torres del Paine con la idea de alojarnos allí e ir al día siguiente al famoso parque que lleva su mismo nombre. Para ello tenemos que entrar de nuevo a Chile ya que el parque está en su territorio. Tenemos 212 km. por delante de carretera asfaltada, no hay nada que temer... nada hasta que me empiezo a extrañar de no ver ningún letrero que anuncie el parque nacional, ¿se habrá confiado demasiado "orientator man"? Llegamos a una gasolinera y aprovecho para mirar en el google maps donde nos encontramos y sí, nos hemos desviado unos 70 kilómetros al este. Romà no se lo puede creer, pero así es. La seguridad de Romà lo llevó a no poner el gps. Claro, como su efectividad hasta el momento era de un 100% de acierto lo normal era que llegásemos al destino "al tiro". Así que, yo que soy un desastre en temas de orientación no diré nada al respecto, está claro que si fuese por mí aún estaríamos dando vueltas en Isla de Pascua.
Aunque eran las 18h (aquí hasta las 22h no oscurece) parecía casi de noche, el cielo estaba muy tapado y hacía mucho viento, el frío se había intensificado y la carretera se estaba haciendo pesada ya que estábamos haciendo casi 100 kilómetros de más de lo que teníamos previsto.
Llegamos a la frontera Argentina donde una vez hechos todos los trámites nos comentan si no nos entregaron una hoja de entrada de vehículo en la anterior frontera Argentina. Le explicamos que no nos dieron nada y que tan solo nos sellaron el "permis du pasage". Un nuevo fallo de las administraciones! No nos pone impedimento en pasar pero nos recuerda que la próxima vez que entremos en territorio Argentino nos lo deberán entregar.
En un par de kilómetros encontramos la frontera Chilena. Hacemos todos los trámites y hablamos con un amable trabajador de agricultura y ganadería de aduanas. Le consultamos si hay algún alojamiento cerca. Nos explica que en el mismo pueblo de la frontera, Cerro Castillo, hay un alojamiento. Él mismo llama para ver si tienen disponibilidad y le comentan que está lleno, pero que de camino a Puerto Natales, a unos 15 km. hay otro hotel. También le preguntamos por si sabe cual es la siguiente gasolinera que podemos encontrar y nos dice que en 100 km. a la redonda el único sitio donde hay gasolina es en Puerto Natales, que ni en el parque de Torres del Paine ni nada, solo en esa ciudad.
Una vez dadas todas las explicaciones y nosotros estarle muy agradecidos por ello el joven se pone a su labor y nos acompaña para ver que en la moto no pasemos ningún alimento o animal que esté vetado en su país. Le explicamos que tenemos una palta (aguacate) y un plátano. La palta la deja pasar, pero el plátano no, así que nos da la opción de botarlo (tirarlo) o comérnoslo allí. Yo, como bien me ha educado mi madre, "la comida no se tira que hay mucha hambre en el mundo" decido compartirlo con Romà, como buenos "hermanos".
Ya, sin la posibilidad de que cultivemos en el país grandes extensiones de plataneras nos abren la puerta de entrada a Chile.
Puerto Natales nos queda a 60 km. al sur de la frontera, el parque de Torres del Paine a unos 60 km. al norte. Vamos justos de gasolina y alojarse en el parque es muy caro. Con todos esos datos la elección está clara, iremos a Puerto Natales a pasar la noche.
En algo más de media hora llegamos y le damos de beber a nuestra querida compañera. Buscamos por las inmediaciones un alojamiento y muy cerca encontramos el "hostal Mary".
La noche con desayuno nos sale por 26.000 pesos los dos. El sitio es súper curioso, está sobreadornado con motivos navideños, muñecos por todas partes, peluches, fotografías y mil y un detalles que sería imposible reflejar en un escrito. Nos atiende un chico que habla todo el rato gesticulando como si no entendiésemos el castellano. Nos acompaña al primer piso subiendo una escalera que tiene un muñeco adornando cada escalón que pisamos. Nos muestra la que será nuestra habitación, tiene tres camas, es bastante grande y también tiene sus propios ornamentos.
El joven nos comenta que si queremos cenar hay un local que se llama "La Picada del ShaGy" donde hacen comida para llevar a domicilio y que por 7.000 pesos más 2.000 de transporte, podríamos cenar una "Picada premium" que es una mezcla de patatas, chorizo, carne de vacuno, pollo y queso, alimentos de primera calidad. Aceptamos el ofrecimiento y él se encarga de hacer el pedido y de írnoslo a buscar.
Nos aseamos y la comida ya la tenemos en la mesa.
Es un plato muy calórico, todo frito y con bastante aceite. Posiblemente sea un clásico de la comida rápida de Chile.
Coincidimos en el hostal con unos cuantos huéspedes, la gran mayoría franceses. Entablamos conversación con Raoul, un jubilado cuyos padres son españoles y que está recorriendo en bicicleta desde Santiago a Ushuaia. También conocemos a un matrimonio francés, ella era profesora de castellano antes de jubilarse. Están recorriendo Chile y Argentina en autobús.
Esta es la riqueza de viajar, conocer a gente de todas las nacionalidades y de todas las edades que te dan una gran lección: no importa ni la edad ni tu condición ni tu nacionalidad, lo que importa es tu forma de ser y de enfocar la vida! Siento una profunda admiración por ellos.
Nos retiramos a nuestra habitación, es hora de "MHA" y luego a dormir. Mañana nos esperan los gigantes del Paine!
Mapa de ruta:
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