12/12/2016 RIO GRANDE - PUNTA DELGADA (257 km.)
DURMIENDO CON UN DESCONOCIDO
Al levantarnos el desayuno ya estaba servido, se repite el mismo drama del día anterior. Coincidimos con una pareja de franceses casi octogenarios que están dando la vuelta a Sudamérica en un vehículo matriculado el año 1972.
Nos damos cuenta que hay gente mucho más loca que nosotros y que la edad no importa.
Salimos con la idea de llegar a Río Gallegos. Para ello tendremos que recorrer 257km en la moto hasta Punta Estrecha habiendo pasado nuevamente por la aduana entre Chile y Argentina, tomar un ferry que recorrerá 4'5km en 20 minutos y volver a subirnos a la moto para recorrer los 122km que nos falten, pero los planes van a cambiar! El recorrido en moto se hace difícil ya que el viento sopla con mucha intensidad tornando de dirección cuando menos te lo esperas y el frío es intenso esta mañana. Llegamos sobre las 13h al embarcadero. Hay un par de molinos eólicos que apenas dejan ver sus aspas a causa de la velocidad que alcanzan al acariciar el viento. Nos acercamos a un puesto de comida rápida y hablamos con la encargada que nos explica que de momento el puerto está cerrado a causa del mal tiempo y que no se sabe a que hora lo abrirán.
Como ya es la hora de comer y estamos helados de frío decidimos tomar algo allí mismo. Pedimos 2 "panchitos" (perritos calientes) para cada uno y de postre una especie de "conguitos" pero más grandes.
Justo al lado hay una caseta de la municipalidad que hace funciones de punto de información y refugio para los utilitarios del ferry. Entramos allí para resguardarnos del frío. En la planta de arriba hay una televisión que nos sirve a modo de distracción mientras esperamos novedades. Romà que tiene bastante sueño (¿y cuándo no?) se tira al suelo en medio de la sala, de nuevo la vergüenza ajena se apodera de mí, y aparentando una vez más la viva imagen de un "homless" en un cajero, se duerme sin problema alguno durante casi una hora.
Van pasando las horas y vuelvo a la calle para comprar una botella de agua. En ese momento veo llegar a dos moteros con sus "Triumph". Los saludo y uno de ellos me pide si le puedo ayudar a colocar la moto en su caballete central ya que el lateral se le había roto. Rápidamente reconozco las motos como las que estaban en el ferry de Punta Arenas a Porvenir. Les explico lo que está sucediendo y les acompaño a la caseta para que puedan comer algo. Ellos son dos brasileños que han hecho ruta desde Brasil para llegar a Ushuaia y ahora estaban de vuelta. Según nos dicen cada día recorren aproximadamente 1.000 kilómetros. Wagner, el más joven, me muestra su asiento de gel y me lo hace probar. Ronaldo, que habla un poco peor el español se mantiene un poco más al margen.
Volvemos los tres hacia la caseta y nos encontramos con Romà. Las horas siguen pasando y miramos constantemente al mar para ver si el tiempo mejora. Los molinos no bajan su intensidad de giro, el mar sigue picado y todo pinta mal. Todo ese tiempo nos da para hablar sobre muchas cosas y tratar de darle un poco de sabor a esos momentos "descafeinados". Ronaldo nos explica que ellos también estuvieron en Ushuaia el día anterior y que hoy salieron desde allí con una temperatura ambiental de dos grados, que incluso se había puesto a nevar y que las montañas empezaron a ponerse blanquecinas. Menos mal que nos dio por no quedarnos!
Han pasado seis horas desde que llegamos y allí no se ve ningún movimiento que haga presagiar que se esté acercando algún ferry. Las colas de coches y camiones que están esperando se pierde en el horizonte.
Aprovechando que en la estancia hay dos carabineros y una señora que se encarga de facilitar información a los usuarios, decidimos ir a hablar con ellos para ver si hay alguna novedad. La respuesta vuelve a ser la misma, por el momento no se sabe nada. Nosotros que vemos venir que hasta el día siguiente no zarpará ningún barco empezamos a preocuparnos por saber dónde vamos a poder dormir esa noche. Una opción sería volver hacia atrás y meternos en el primer alojamiento que encontremos pero según hemos oído decir no hay nada disponible en menos de 40 km. Por ello, Romà y yo interpretamos nuestra mejor cara de víctima y le preguntamos qué posibilidades nos queda a los motoristas para dormir esa noche. La mujer muy amablemente nos dice casi susurrando que ella debe cerrar esa caseta a las 21h, pero que podría hacernos el favor de dejarnos dormir dentro siempre que no hagamos ninguna barbaridad y la gente de fuera no nos vea pulular por las instalaciones. Nosotros con cara de sorpresa le agradecemos mucho su comprensión y le aseguramos que no tiene que sufrir por nada, que nuestro comportamiento será impoluto.
Vigilando que no se nos pase la hora de cierre, nos vamos a cenar con los brasileños a un bar que está justo al lado. Un huevo frito y unos fideos precocinados es el menú nocturno.
Volvemos a la caseta con la intención de agazaparnos por el piso superior, cuando de repente la mujer le dice a Romà que acaban de informarle que va a salir un barco. Rápidamente armamos la moto y nos vamos a la zona del muelle a esperar. Y como dice la canción de Sabina "y nos dieron, las 10 y las 11..." y ningún barco asomaba por el horizonte. Así que cansados de aguardar y con poca esperanza de encontrar la caseta abierta vuelvo a ver si me pueden explicar que está sucediendo.
En cuanto llego aún hay gente dentro de la caseta y los carabineros y la señora siguen en su interior. Me explican que justo cinco minutos después del aviso de que el barco iba a partir han recibido una llamada en la que informaban que se volvía a anular y que como nos habíamos ido no tenían manera de ponerse en contacto con nosotros.
Así que vuelvo a buscar a Romà y a los brasileños y de nuevo para la caseta con las motos.
La puerta principal está cerrada pero nos abren una puerta trasera. Por ahí entramos nuestros colchones a escondidas. Aquello se empieza a vaciar y nosotros permanecemos hablando con los carabineros hasta que ya no queda nadie. La mujer antes de irse nos facilita la clave wifi y nosotros no podemos por más que agradecerle repetidamente el gran favor que nos está haciendo.
Estrechamos lazos con los carabineros y compartimos en una agradable charla anécdotas de nuestro trabajo.
Al final la mujer ha cerrado varias horas más tarde de lo que le tocaba y los policías han permanecido con nosotros hasta bastante más tarde.
Finalmente nos quedamos solos y con las normas bien aprendidas de aquello que podemos y no podemos hacer. Subimos al primer piso, hay calefacción y tenemos internet, ¿qué más se puede pedir? Romà y yo preparamos las dos colchonetas hinchables y los brasileños despliegan sus chaquetas para poder dormir sobre ellas.
A la 01h unas luces en medio del mar parecen aproximarse, es un ferry que está dispuesto a hacer su trayecto. Nosotros que ya nos habíamos comprometido con la mujer que allí nos encontraríamos por la mañana, renunciamos a toda posibilidad de tomar un barco hasta el día siguiente (a más que nos había cerrado con llave).
Nos tapamos con la ropa de moto y las toallas (no teníamos nada más) y dejamos pasar la noche intentando dormir lo mejor posible...
Mapa de ruta:
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