PROFESIONALES DEL CAMPING
Lo bueno de tener un horario "casi" fijo es que la rutina se instala en nuestra vida: preparar el desayuno, recoger la tienda de campaña y ubicar todo en la moto es algo que prácticamente todos los días se repite.
Salimos con la idea de ir hasta Santa Rosa. Las rectas carreteras kilométricas se pierden en el horizonte y la desértica pampa se expande a sus costados. Pero el paisaje se va transformando en cuanto nos vamos acercando a Santa Rosa, empiezan a aparecer pequeños embalses a lado y lado de la carretera, algunos árboles y extensos pastos.
Después de una larga ruta llegamos a nuestro destino, es algo tarde y se nota que el hambre empieza a causar su efecto en el carácter de Romà.
Aparcamos cerca de una hamburguesería con aspecto a restaurante de comida rápida y tomamos una hamburguesa con patatas y bebida por un módico precio. Desde el restaurante vigilamos la moto y observamos que no pasa inadvertida para la gente que camina por la calle, incluso alguno se para y le hace una foto como si fuese una estrella del pop.
En el restaurante miramos algún alojamiento barato y vemos que hay un camping en la ciudad pero parece que no dejan instalar carpas. Nos acercamos con la moto y damos una vuelta a algo que parece más un parque tipo "Central Parck" que un camping y como no vemos claro que allí nos podamos quedar y por definición de Romà, aquello es una "chusta", decidimos seguir ruta sentido norte hacia un camping que Romà ha visto por internet.
A unos 40km llegamos a "Winifreda" donde vemos que dispone de camping municipal. Nos acercamos a la entrada pero no hay nadie que nos reciba. Un hombre que está en la zona nos informa que el encargado va y viene y que en algún momento deberá aparecer.
Empezamos a montar nuestro tenderete y nos damos una ducha de necesidad.
Decidimos ir al pueblo ya que tenemos que comprar nuestra comida diaria y al salir con la moto el encargado aparece fugazmente del interior de la caseta de recepción a saludarnos. Nos comenta que acampar nos sale por 100 pesos (6€) la noche.
En el pueblo compramos unas pechugas de pollo para cenar y unas latas de atún y pan para el desayuno.
Nos sorprende ver como nadie lleva el casco para ir en moto y de repente dos imágenes espeluznantes nos sorprenden aún más:
La primera: un niño de 10 años está sentado en el asiento del conductor de un coche con toda la familia dentro. Nosotros pensamos que es lo típico que se hace en España, cuando el conductor va a hacer algún recado y el niño se pone al volante haciendo ver que conduce. Pero nuestra sorpresa se hace mayúscula cuando vemos que el coche empieza a circular tranquilamente por la calle. Nos quedamos anonadados.
La segunda: Un ciclomotor se acerca con tres personas a bordo, lo increíble es ver como una niña de apenas tres años es quien conduce, va de pié porque si no no llegaría a los mandos, justo detrás va sentada una señora corpulenta (posiblemente su madre) y detrás del todo otro niño (posiblemente su hermano). Romà intenta filmar el momento pero nos ha pillado desprevenidos quedando plenamente alucinados.
De vuelta al camping solo nos queda hacer la cena haciendo uso de nuestro hornillo. Comemos bajo un cielo lleno de estrellas e inmersos en una paz absoluta que nos acompañará durante toda la noche...
Mapa de ruta:
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