ALOJADOS CON EL GEOR (GRUPO ESPECIAL DE OPERACIONES RURALES)
A las 07h ya estamos en pié. Aquí en el sur solo hay 5 horas de oscuridad, el sol se pone a las 23h y se vuelve a asomar a las 04h. A las 08h la señora de información abre la puerta de la caseta. Preparamos todo y a las 09h ya se acerca el ferry.
Antes de marcharnos Romà y yo le regalamos un llavero de "España" como señal de agradecimiento.
Tomamos el ferry y en menos de media hora ya estamos en el continente.El mar estaba movido pero todo ha ido bien. Iniciamos ruta en compañía de los brasileños, la idea es llegar a Rio Gallegos y allí parar a desayunar.
Una vez llegamos llenamos los depósitos de gasolina y nos despedimos, ellos van a seguir.
Nosotros vamos a comprar a un supermercado para desayunar y alimentos que serán nuestras futuras comidas.Seguimos la ruta y como siempre nos acompaña el fuerte viento de la zona y a tramos el frío se hace notar. Nos cruzamos con grandes manadas de guanacos que nos hacen disminuir la velocidad a su paso.
Después de un largo recorrido llegamos a nuestro destino y nos acercamos a un alojamiento. Decidimos no quedarnos porque no tenemos posibilidad de cocinar, así que nos acercamos a la comisaría de policía que está justo al lado para preguntarles por algún hospedaje en la zona. Hacen varias gestiones, pero la que más nos emociona es la posibilidad de acampar gratis en los terrenos que ocupa el "GRUPO ESPECIAL DE OPERACIONES RURALES" muy cercano a la ciudad. Los policías se suben en un coche y nos indican que les sigamos. En apenas 15 minutos llegamos, es un gran terreno a la orilla de un río con una caseta donde se puede leer en su tejado las siglas "GEOR". Al entrar una gran cantidad de animales deambulan a sus anchas: perros, gatos, una oveja (Juanita) incluso una cría de guanaco (Juancho).
Nos presentan al jefe de servicio de ese turno, el sargento Ariel Galeano. Él nos hace una recepción y nos muestra las instalaciones. Hay una gran zona de acampada con muchas barbacoas (o fogones tal y como lo llaman ellos). Nos explica que su función es luchar contra el robo de ganado y animales (entre ellos el guanaco) o la caza ilegal de éstos. Cubren una gran zona rural de cientos de kilómetros. Nos presenta a parte de su escuadrón. Nos facilita acceso al recinto y nos permite que cocinemos allí e incluso que podamos darnos una ducha de agua caliente. Nosotros le agradecemos toda la atención prestada. Poco antes de marchar, ya que han de cambiar de turno, nos da una última sorpresa: nos muestra una habitación con varias literas y nos comenta que están a nuestra disposición si queremos dormir allí. Le volvemos a agradecer tanta atención y aceptamos de buen grado el ofrecimiento.
Cocinamos pasta con salchichas y al acabar de comer el siguiente turno entra a trabajar. Nos presentan a su jefe de servicio, un cabo del cual no recuerdo el nombre, que al momento nos hace saber que él no nos dejará dormir dentro ya que es él el encargado de ese turno y no puede arriesgarse bajo ningún concepto de que dentro de unas instalaciones policiales se alojen unos desconocidos. Nosotros le comentamos que el sargento del turno de la mañana nos había dado permiso, pero él no cede en su idea. Nosotros que queremos causar la mínima molestia posible retomamos la idea de acampar fuera y nos vamos a montar nuestra pequeña y humilde morada.
Allí un oficial muy agradable nos comenta que si preferimos dormir dentro no hay problema, pero nosotros como no conocemos el orden jerárquico le decimos que no queremos que exista ningún conflicto y que dormiremos en la tienda de campaña.
Ya por la tarde nos hacemos amigos de un joven muy amable y del oficial, tomamos mate y les acompañamos a darles de comer a los animales. Primero vamos a unas cuadras donde tienen cinco caballos, que son con los que muchas veces salen a trabajar por el campo, luego damos el biberón a Juancho, la tierna cría de guanaco y por último a Juanita, que se vuelve loca con la leche. Una tarde entretenida fuera de lo normal.
Un poco más tarde se presenta en las dependencias el segundo de a bordo. Una persona muy campechana con el que hablamos y disfrutamos de la conversación intercambiando opiniones, ideas y experiencias.
Llega la noche, cenamos un poco de pollo al horno con el habitual arroz de acompañamiento y pronto nos retiramos a la "carpa" (tal y como conocen aquí a las tiendas de acampar). Por la tarde se ha levantado mucho viento y el frío ha vuelto a asomarse, nos da que será una noche difícil, pero la temperatura dentro de la tienda de campaña es bastante estable y allí el viento no se nota.
Parece que algo me ha sentado mal de la cena y mi cuerpo me pide con urgencia expulsarlo, debo salir corriendo de la tienda después de dejarle un recordatorio a Romà de lo que puede ser vivir una guerra nuclear.Vuelvo más relajado, dispuesto a dejarme caer sobre la colchoneta hasta el día siguiente... y así lo hago.
Mapa de ruta:
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