martes, 13 de diciembre de 2016

10/12/2016 PUNTA ARENAS - RIO GRANDE (230 km.)
EN LA TIERRA DEL FUEGO

Al sol le hadado por madrugar, nosotros le damos la espalda hasta que un despertador tintinea a las 07h. Toca levantarse porque el ferry que nos llevará a Tierra del Fuego parte de Punta Arenas a las 09h. Desayunamos y disponemos todo en la moto con el nuevo handicap de situar la rueda en un lugar idóneo y seguro. Parece que el sitio elegido será encima de "la gorda". A poco más de las 08h partimos hacia el puerto y efectivamente, tal y como nos dijo la mujer de la limpieza, las taquillas están abiertas dando atención a las colas de viajeros que quieren comprar su boleto. Los precios son asequibles: 11.300 pesos por embarcar la moto que también (incluye el conductor) y 6.200 pesos por persona.
Una vez dentro del barco dejamos la moto en la zona de vehículos y subimos a un hall que está lleno de butacas y sofás distribudos alrededor de mesas redondas y en medio un bar en el que sirven bebidas y comida rápida. El trayecto durará 2 horas que yo aprovecho para escribir el blog y Romà editando videos.
Llegamos al puerto de Porvenir en Tierra de Fuego, es hora de retomar contacto con la carretera pero antes de salir nos percatamos que está lloviendo por lo que en previsión de lo que pueda pasar nos equipamos con la ropa para la ocasión antes del desembarco.
Mientras nos vestimos observamos a los pasajeros deambular por delante nuestro cargados con televisores nuevos de gran tamaño, neumáticos, minicadenas, etc. Evidentemente son compras hechas en la "Zona Franca" de Punta Arenas.
Ya rodamos por tierra firme pero justo salir de Porvenir empieza el ripio, una carretera que discurre paralelamente a la costa pero que su estado es bastante decente. El viento se siente como viene siendo habitual en esta zona. Nos cruzamos con muchísimos ciclistas que bien por seguro se dirigen a Ushuaia, el destino final de todo peregrino que te puedas encontrar por estos parajes. Pero algo no va bien, la rueda me pega fuerte en la espalda y mi espacio vital en la moto se ha reducido drásticamente, pese a ello decido probar a ver si conforme vayan pasando los kilómetros todo se va resituando. No abandonaremos el ripio hasta la frontera chilena, no obstante a 40km. antes de llegar encontramos un desvio que indica "Colonia de pingüino Rey". Ésta se localiza a 15km. Preguntamos a varias personas acerca de si han visto pingüinos, pero aquí cada uno contesta algo diferente, uno nos dice que no se ven, otro que es gratis, otro que hay muchos... La pasión de Romà por los animales y un amor curioso por estos bípedos tan simpáticos nos conduce hacia la pingüinera. En poco rato llegamos allí. Yo me he ido sintiendo más cómodo en la moto pero he estado sufriendo porque veía que la rueda de recambio se iba descolgando. Al parar nos damos cuenta que esa ubicación no es un lugar seguro y decidimos ponerla pegada en el exterior del cajón derecho asegurándola con dos cinchas que atamos cruzadas. Ahora sí que se ve segura y yo he ganado en confort.
Comemos un poco de chocolate y galletas y entramos en el recinto de los pingüinos. Hay tres módulos, en uno de ellos es donde atienden al turismo. La entrada cuesta 12.000 pesos que destinarán al estudio y mantenimiento del lugar. Yo lo veo una exageración pero se que Romà no está dispuesto a dejar pasar la ocasión de ver algo único. El pingüino Rey solo se avista en la Antártida y extrañamente hace años una colonia de ellos se estableció en la costa chilena. Estos pingüinos pueden medir casi 1 metro de altura y eso emociona a Romà. Acordamos que vaya él a verlos, yo le esperaré en el módulo, todo sea por el "modo ahorro", a más a mi no me llama tanto la atención. Un biólogo da una charla sobre esta especie antes de iniciar la observación. Entre otras cosas explica que estos pingüinos pueden bucear hasta 340 metros y junto los pingüinos emperador (los más grandes que existen) son los únicos que encuban sus huevos entre las patas. Pero como no estoy aquí para dar clases de biología lo voy a dejar en este punto. Cargo a Romà con cámaras de fotos y se va a la observación. Mientras lo espero vuelvo a escuchar de nuevo la charla con algún dato más que antes. Romà no tarda mucho en volver. Me explica que hay una pasarela que llega hasta una pared de madera que tiene unas ventanitas abiertas por donde se observan los pingüinos. Puedes estar tanto rato como quieras, pero según me dice éstos están muy quietos y apenas hacen nada. Se siente decepcionado porque el tamaño que tienen es mucho menor de lo que se imaginaba, no obstante está contento de haber ido a verlos aunque no haya podido abrazar a uno de ellos (algo que me repite constantemente).
 
Volvemos a la moto y con ella al ripio. Rehacemos nuestros pasos hasta el cruce y allí giramos a la derecha para seguir hasta la frontera chilena. Sin problemas en los trámites pasamos la aduana rápidamente. Extensas llanuras verdes cargadas de lanudos corderos y vacas moteadas se abre ante nuestros ojos. Tras los últimos kilómetros de ripio llegamos a la frontera Argentina. Allí se demora un poco más el paso ya que hay bastantes vehículos y autocares de ciudadanos Argentinos que aprovechando que es fin de semana y que se está en plena campaña Navideña han viajado al país vecino para hacer las compras (seguramente son los mismos que deambularon por delante nuestro en el ferry). Mucha gente ya nos avisó que los precios en Chile eran mucho más económicos que en Argentina, vamos, como hace años hacíamos nosotros en Andorra.
En cuanto llegamos al punto de control de la aduana el funcionario nos saluda con la mano y nos hace un gesto en señal de aprobación dándonos permiso para pasar. Nuevamente estamos en Argentina. Lo que era ripio de repente se torna asfalto. Los paisajes no cambian con sus largas extensiones, el viento no cesa y de vez en cuando topamos con un pequeño chubasco que no perturba nuestro avance.
Así discurren los 90 km. que tenemos hasta Rio Grande.
Es muy tarde, las 16h pasadas. Llegamos al Hostal que Romà había mirado previamente por internet "Hospedaje Argentina", la habitación doble con desayuno nos sale por 700 pesos Argentinos (unos 40€), un poco fuera de nuestro presupuesto pero en Tierra del Fuego todo es muy caro, así que nos damos por satisfechos. Para no retrasarnos más nos vamos a comer cerca del alojamiento. Hay muchos restaurantes pero después de tantear algunos precios decidimos entrar en el que creemos más económico. Pedimos dos hamburguesas completas y agua y jugo de pera para acompañar. En cuanto nos traen las hamburguesas y vemos su descomunal tamaño comprendemos que con una para los dos hay suficiente, por lo que la otra nos la llevaremos para cenar.
Al salir pasamos por un supermercado y compramos para cubrir la comida y la cena del día siguiente. Lo estamos haciendo bien!
Volvemos al hostel y nos aseamos. A las 19h ya estamos en modo descanso y nos tomamos una hora de tiempo libre antes de preparar las viandas.
A medio cenar coincidimos con dos argentinos amantes del fútbol con los que debatimos temas balompédicos al puro estilo "punto pelota"! Ellos son de Buenos Aires y están allí por trabajo, no obstante han librado dos días y están visitando la zona. ¿Su signo de identidad? La cerveza! En el congelador hay un cargamento de litronas dispuestas a ser ingeridas aquella noche.
Nos retiramos a descansar ya, el día ha sido largo y en nuestra mente asoma uno de los grandes retos del viaje, llegar al fin del mundo, llegar a Ushuaia!!

Mapa de ruta:


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