13/11/2016 ISLA DE PASCUA - PLAYA ANAKENA Y PISCOLA

Una vez vas visitando los moais de la isla te vas dando cuenta que o todo es muy parecido o todo se repite. Hay pocas cosas que visitar realmente, muchos moais, un par de canteras, algunas cuevas, tres volcanes, un museo y un par de playas. En apenas 4 días podrías recorrer toda la isla pero nosotros hemos venido para 7 días. Así que ya empezamos a rellenar el tiempo y hoy, que es el único día que han dicho que hará sol, iremos a la playa de "Anakena".
Al llegar observamos que pese a ser muy bonita: palmeras altas, césped bien cuidado, unos moais que la encabezan, arena blanca y fina, parece que todo sea de "atretzo". Alguien le explica a Romà que las palmeras las han traído de la isla de Tahití, y nos parece muy extraño que siendo una isla volcánica, tan solo existan dos playas de arena blanca (la otra es la playa de "Ovahe"). Así que sí, paradisíaca, pero no virgen.

Tomamos el sol y poco más tarde aparece la Srta. Pimentel con su madre y sus amigos.
El sol abrasa y aguantamos poco más de dos horas. Comemos en un bar que está en la playa que no difiere mucho en precio de lo que te puedes encontrar en el centro. Tomamos un ceviche y un par de empanadas, una de camarones (gambas) con queso y la otra de atún con plátano, todo amenizado con un zumo de guayaba que no tiene nada de especial.

 

Al terminar, la idea es volver para el Hostel. Bajamos con la Srta. Pimentel y su madre Pamela. Los amigos se han ido antes porque habían quedado para comer un "asado" (barbacoa). De camino, Romà, que hace de copiloto, me va indicando hacia donde me debo dirigir. Como de camino hay varias visitas que se pueden hacer nos vamos desviando. Visitamos los únicos moais que están mirando hacia el mar "Ahu Akivi".

 

Después buscamos las cuevas de las dos ventanas. Se trata de unas aperturas en el interior de una cueva que dan al mar. Creyendo que serán éstas, entramos en "Ana te Pahu". Tiene un recorrido bastante largo bajo tierra, hay mucho barro y es necesario ir con linterna. Nosotros vamos con chancletas y sin luz. Para terminar de rematarlo a Romà se le rompe una chancla y se pone perdido de barro. Pero no hay rastro de las dos ventanas. Al salir preguntamos a los guardas y nos indican por donde debemos ir. Avanzamos con el coche hasta dar con ellas. Hay que caminar un poco y antes de llegar a un acantilado un amable ciudadano chino nos indica donde está la entrada. Se trata de una pequeña apertura en el suelo. Una vez dentro el techo es muy bajo y apenas se ve nada. Yo me doy un cabezazo y me sale un chichón adornado con una pequeña herida, pero no es nada grave. Pese a todo, las vistas valen la pena.

Ya se ha hecho algo tarde y va siendo hora de volver al Hostel. Romà ha quedado con un contacto que nos ha facilitado Pablo, el piloto de avión. Se trata de un pescador de atunes que podría llevarnos a faenar con él.
Justo antes de cenar nos encontramos. Es un "Rapa" (Rapa Nui), se le ve rudo, grande, con unas manos fuertes, nos saluda y nos da un abrazo acompañado de unos golpes en la espalda que hace sonar un sonido parecido al de un tambor. Viene acompañado de un amigo suyo, un señor delgado de casi dos metros de altura. Son muy agradables. Charlamos un rato y nos dice que si al día siguiente hace buen tiempo nos llevará a pescar atunes con ellos. Si todo va bien pasará a buscarnos por el Hostel sobre las 17h pero antes nos lo confirmará.
Romà indaga un poco sobre quien es este señor y resulta ser el proveedor más grande de atún de Chile.
Esta noche, después de cenar, la Srta. Pimentel nos invita a probar "Piscola", una de las bebidas típicas de Chile. Lo cierto es que no nos parece nada excepcional, es muy similar a un cubalibre de ron. La mezcla es "pisco", que se trata de un aguardiente de uva mezclado con coca cola. También se puede tomar con seven up, que queda un poquito más suave.
Aunque no nos gusta mucho, le agradecemos a la Srta. Pimentel la invitación. Hemos pasado un buen rato charlando entre copas.