Sueña como si fueses a vivir para siempre, vive como si fueses a morir hoy
lunes, 27 de marzo de 2017
26/03/2017 CARTAGENA DE INDIAS - BARCELONA
DE VUELTA A CASA
Casi a las 09h abrimos nuestros ojos tras la última noche en tierras latinoamericanas. Como siempre el “Hotelyuno” nos espera en el piso inferior.
Recogemos todo lo que tenemos que embarcar, observamos que no nos dejamos nada en la habitación y con las maletas preparadas las dejamos en el cuarto de cortesía ya que vamos a salir a dar un último paseo por la zona para posteriormente ir a comer.
Con todo el dolor de mi corazón decido regalar mi pantalón de moto, lo cierto es que está roto por muchos sitios y no creo que le dé uso de vuelta a Barcelona. Se lo entrego a la recepcionista que se encuentra en ese momento en el hall para que se lo regale a alguien que crea que lo pueda necesitar. Así que tras una “triste” despedida me deshago de él, han sido 25.000 kilómetros juntos y muchas horas de viaje.
Del paseo no hay nada relevante que comentar, realmente su propósito es el de hacer tiempo hasta la hora de comer.
Decidimos ir al restaurante de nuestro “paisano”. Es temprano, pasan algunos minutos de las 12h pero no podemos demorarnos más ya que debemos estar en el aeropuerto sobre las 13:30h.
Allí tomamos un “almuerzo” aunque el mío es algo diferente ya que pido una olla de mariscos que está francamente deliciosa. No recuerdo bien el precio, ya poco me interesa lo que gastemos en estos últimos coletazos de nuestro viaje.
De vuelta al Hotel y ya cargados con nuestras maletas nos despedimos de quienes nos han acogido durante muchos días en Cartagena, se han portado muy bien con nosotros.
Al salir paramos el primer taxi que vemos pasar por la zona y tras negociar el precio emprendemos el trayecto hacia el aeropuerto.
En unos 20 minutos llegamos. El aeropuerto se encuentra muy próximo al centro de Cartagena. El taxi nos cuesta 15.000 pesos, una precio bastante asequible.
Sin problema alguno pasamos todos los trámites aeroportuarios hasta subirnos a nuestro avión de la compañía Avianca.
Por delante hay un par de horas de vuelo hasta llegar a Bogotá donde tras una escala de 2 horas volveremos a subirnos a un avión de la misma compañía que nos llevará a Madrid en un recorrido de algo más de 8 horas de duración. En Madrid nos espera una nueva escala de algo más de 3 horas para luego tomar un avión de Iberia. El último trayecto, con 2 horas de vuelo, hacia nuestro destino final, Barcelona.
Todo ha ido como un reloj, no ha habido ningún contratiempo, ni retrasos, ni "Melendis". Y así llegamos a nuestra tierra, bastante exhaustos a decir verdad después de más de 16 horas de haber salido del aeropuerto de Cartagena.
Agarramos las maletas que habíamos embarcado y salimos sabiendo que nuestras familias nos estarán esperando. Justo nos asomamos por la puerta identificamos a los nuestros.
Mis padres, mi hermana Rut y mi hermano Miguel han venido a recibirme. Al vernos nos fundimos en un sincero abrazo regalándonos besos y sonriendo sin poder dejar de hacerlo. Romà hace lo mismo con los suyos y posteriormente nos los intercambiamos como si de cromos se tratase.
Después de tomarnos alguna foto todos juntos nos despedimos después de haber estado 5 meses sin separarnos, lo cierto es que nos echaremos de menos, sé que será así.
Yo estoy francamente cansado, apenas he dormido 1 hora durante todo lo que ha durado el viaje y necesito descansar. Les he dicho a mis padres que nos veremos otro día con más tranquilidad, cuando ya me haya recuperado un poco. Quedamos en que el miércoles iré a comer a su casa. No obstante no desaprovechamos la ocasión para tomarnos una cerveza allí mismo y así explicarles por encima lo que ha supuesto esta experiencia para mí.
Ya nos separamos, me voy con Miguel a buscar mi coche, no sé si recordaré como se conduce. Al principio me siento extraño pero rápidamente me voy acomodando y sin darme cuenta vuelvo a mecanizar todos los movimientos necesarios para conducir un turismo.
Llegamos a casa y pese a que mi intención es acostarme “iso facto”, me enredo narrando historias de mi viaje, experiencias que he vivido, lo que ha supuesto para mí, como me siento y mis planes de futuro. Y así nos da la medianoche, momento en que ahora sí, me voy a la cama sin recordar apenas como me quedo dormido nada más taparme con el edredón y con la fragancia a hogar.
domingo, 26 de marzo de 2017
25/03/2017 CARTAGENA DE INDIAS
DIA EN BLANCO, DÍA DE REFLEXIÓN
Hoy podría no escribir prácticamente nada, un día desmotivador, sin que suceda nada relevante causado posiblemente por ser el último día de nuestra gran aventura, de un viaje en el que buscaba una respuesta, una renovación, una nueva perspectiva, un cambio. Por una parte me da pena que se termine, lo cierto es que estar de vacaciones es algo que no conozco a nadie que le desagrade y volver a la rutina de nuevo, a enfrentarme a la realidad, a empezar de cero... Es algo que me da cierto temor, lo reconozco, pero no de miedo. Vuelvo cargado de nuevas energías, de un nuevo yo que espero encontrármelo cara cara en cuanto vayan pasando los días y el choque del cambio se haya desvanecido sin apenas darme cuenta. En el viaje conocí a una mujer que me dijo "uno no sabe el bien que le ha hecho un viaje de estas características hasta que no vuelve a casa y pasan unos días, cuando se relaja todo y la rutina se instala de nuevo en tu día a día", espero y deseo que así sea. Sé que echaré de menos levantarme y darle los buenos días a Romà, preparar la moto cada mañana, recorrer miles de maravillosos escenarios los cuales nos han regalado tan hermosas vistas, el contacto con la gente cálida de Suramérica, el decirme cada día "a ver que sorpresa nos depara hoy la vida" y tantas otras cosas que te regala el viajar. Por ello y por mil cosas más me siento triste, ya llega el final y nadie lo puede detener, el tiempo avanza inexorable hacia su meta...
Pero también estoy contento porque vuelvo a mi ciudad, a mi casa con los míos, a reencontrarme con mis amigos y mi familia, a afrontar esa nueva vida que me espera por delante llena de obstáculos y sorpresas, llena de temores y de ilusiones, de momentos tristes y momentos felices. Hay incertidumbre en mí, pero también hay voluntad de que todo tome el cauce que le corresponde.
Así que el día de hoy ha sido de lo más relajado, sin ánimo de salir a pasear, ni tan siquiera de comer porque por algún motivo no he tenido hambre.
Hemos despertado a las 09:30 y apurando el tiempo para ir a desayunar hemos bajado rozando el límite de las 10h para tomar el ya típico "hotelyuno". A partir de ahí y sin movernos del Hotel han ido pasando las horas; escribir el blog, darme un paseo por la red, escuchar música, vaguear, volver a dormir un rato, tomar unas bolsas de snaks, ver un rato las noticias, hablar con mis amigos por whatsapp, tocar la guitarra y charlar con los trabajadores del Hotel ha sido en todo lo que he ocupado mi tiempo.
Ya han dado las 19h y después de tomar una ducha nos disponemos a salir a cenar. Hoy iremos al otro mejicano que hay en la zona, "El Pique Mexicano".
Pedimos una bandeja que lleva un combinado de todo lo que puede llevar en su interior una tortita y un guacamole que acompañamos con cerveza mejicana. Del precio no puedo hablar, lo cierto es que mi desmotivación llega al extremo de decirle a Romà "pide lo que quieras que a mí me da igual" y no miro ni la carta ni me fijo a la hora de pagar a cuanto ha ascendido la cuenta.
Sé que hoy es la última noche que pasaremos en Suramérica y aunque me gustaría salir y aprovechar hasta ese último momento, mis ánimos solo me dan para ir al bar que últimamente hemos frecuentado para tomar una cerveza.
Es casi medianoche y llegamos al Hotel. El propietario, William, junto con una recepcionista, Alex, están en la entrada charlando y nos unimos a la conversación. Pasamos un buen rato riendo mientras contamos anécdotas y comparamos la forma de ser de los españoles y los colombianos. William nos invita a un par de cervezas que consiguen alargar la tertulia hasta más allá de las 02h.
Mañana volvemos a casa... Mientras estoy en la cama intento no pensar en ello, y me concentro firmemente en pensar solamente en aquellos maravillosos momentos que estos 5 meses de aventura me han regalado, momentos que no son pocos, momentos verdaderamente inolvidables...
sábado, 25 de marzo de 2017
24/03/2017 CARTAGENA DE INDICAS
OBJETIVO CONSEGUIDO Y LA SALIDA PROMETIDA "BAZURTO SOCIAL CLUB"
A las 07h el ruido de los perros ladrando y el ajetreo de la gente en los aledaños del Hotel despiertan nuestros oídos. No ha hecho falta que esperemos a escuchar el tintineo de nuestro despertador preparado para sonar a las 08h.
Después de tomar el “Hotelyuno” salimos a buscar un taxi ya que hoy hay que ir de nuevo a Puerto Bahía donde un agente de aduanas tiene que revisar la moto. El punto de encuentro es en el puerto de “Contecar” a medio camino, allí nos espera el encargado de la pesquisa a las 09:30h, según la última información que recibimos telefónicamente.
Tras 20 minutos de trayecto llegamos al puerto indicado, son algo más de las 09h. Hemos preferido llegar con tiempo para evitar cualquier contratiempo, valga la redundancia. En la puerta contactamos con un trabajador y le preguntamos por el agente con el que nos tenemos que encontrar, nos solicita si tenemos su teléfono de contacto y Romà se lo facilita ya que nos lo habían dado en aduanas. El señor se pone en contacto con él y nos indica que debemos esperarlo unos minutos ya que está de camino. En poco más de 15 minutos se presenta en la puerta, ahora solo falta que llegue el transfer que viene desde Puerto Bahía. Mientras esperamos, el señor nos da una buena nueva, los agentes de narcóticos también harán hoy la revisión; es una gran noticia porque de lo contrario nos iba a tocar ir al día siguiente de nuevo al puerto tal y como estaba planificado desde un principio. Poco antes de las 10h llega la furgoneta, nos recoge a los 3 y emprendemos recorrido hacia el puerto.
Al llegar yo me debo quedar esperando en la sala de admisiones ya que sin seguro no puedo acceder a las instalaciones portuarias. Romà se va con el señor, ahora solo me queda tener paciencia…
Tras hora y media de espera vuelve Romà y me indica que todo ha ido perfecto y añade que según le han dicho ya podemos comprar los billetes de avión porque es casi 100% seguro que el barco parta mañana.
Preparados para volver a Manga y pese a que toda nuestra intención es conseguir que el transfer nos lleve de vuelta esa opción se desvanece cuando el funcionario nos explica que debemos ir con él a “Contecar” ya que debe preparar un acta donde reflejará las acciones que ha llevado a cabo y Romà debe firmarla. El trámite se demora casi 1 hora, rato que hemos destinado en tomarnos un helado y unas palomitas con mantequilla y caramelo (bastante asquerosas a decir verdad) en un bar a la entrada de dicho puerto.
Una vez firmadas todas las actas que ha redactado tomamos un taxi que nos llevará, ahora sí, hasta Manga y por el que pagaremos 10.000 pesos.
Como es un poco tarde no dudamos en comer al lado del Hotel donde tomamos un “almuerzo” por 12.000 pesos cada uno.
Después de comer volvemos al Hotel con la clara intención de descansar un poco, pero antes de “tirarnos a la bartola” debemos mirar los vuelos si no queremos que el precio siga subiendo. Afortunadamente encontramos uno que nos interesa para el día 26 con hora de partida 15:40h. Son algo más de 16h de vuelo, con 2 escalas, una en Bogotá de 2 horas de duración y otra de casi 3 en Madrid. El coste es de 640€ por cabeza, un precio bastante asequible sobre todo por ser un vuelo que vamos a comprar con dos días de antelación a su partida. Hacemos las transacciones i "voilà", yYA TENEMOS LOS BILLETES!!!
Pasaremos largas horas de la tarde en la habitación: entre ratos de descanso, tocar la guitarra, escribir el blog y aquellas cosas que se me podían ocurrir para que el tiempo pasase lo más rápido posible. Romà que se despierta un poco más allá de las 17h, me comenta que se va al gimnasio. Yo me quedaré esperando su regreso. No tarda más de dos horas en aparecer con un nuevo look, ha ido a cortarse el pelo pese a que a mi parecer no lo necesitaba y tras una ducha salimos a cenar. Paseamos por el puerto en busca de un restaurante y damos con una pizzería donde cenamos por UNOS 50.000 pesos los 2 nos tomamos una pizza de grandes dimensiones, la mitad de ella será el clásico de Romà, la tropical y la otra mitad de vegetales.
Es viernes y como Romà me prometió vamos a salir de fiesta. Nos han recomendado ir a un club de música en directo llamado Bazurto Social Club. Allí se baila una danza típica de Cartagena, la “champeta”, un baile al son de una música configurada por la adaptación de ritmos africanos (soukous, highlife, mbquanga, juju) con vibraciones antillanas (rap-raggae, compás haitiano, zouk, soca y calipso) e influencias de la música descendiente de lo indígena y afrocolombiana (bullerengue, mapalé, zambapalo y chalupa). Vamos, lo que quiero decir es que es un baile híbrido entre bailes tradicionales africanos y reggaeteon, al menos eso es lo que a mí me vino a la mente cuando lo vi danzar.
Para llegar al centro tomamos un taxi. No sé si hemos tenido suerte o todo lo contrario. Nos ha tocado un loco al volante que no tiene problema en adelantar a una fila de coches que están parados en un semáforo en rojo mientras él invade el sentido contrario haciendo parar el tráfico si es necesario. Incluso le llegamos a poner el sobrenombre de “el Fernando Alonso Colombiano”. 8.000 pesos nos cuesta la “atracción”.
Nos para en la entrada de la plaza del reloj donde aprovechamos para tomar un par de cervezas en la famosa terraza “Donde Fidel” así de paso haremos algo de tiempo antes de entrar al local “Bazurto Club Social”.
La entrada cuesta 20.000 pesos por cabeza y no incluye ninguna consumición. En el acceso te colocan una pulsera que identifica que has pagado el pase. El local es pequeño y lo preside un escenario donde los grupos tocan la “champeta” en directo. El ambiente es agradable, no hay mucha gente y puedes moverte con bastante comodidad: Bazurto Social Club. La música es muy pegajosa y divertida, se nota que los clientes van a pasárselo bien. Pero como para muestra un botón aquí os dejo un link de una canción (a mi parecer uno de sus grandes hits), para que comprobéis vosotros mismos de lo que os hablo:
Pasamos allí la noche, tomamos un par de cervezas más cada uno a un precio asequible de 4.000 pesos la unidad y bailamos lo mejor que pudimos ese ritmo pegajoso. Los músicos animaban a los clientes a que bailasen y cantasen sus canciones: Champeta - Bazurto Social Club.
Son casi las 03h, el local llega a su hora de cierre y como despedida vuelve a sonar lo que a nuestro parecer es uno de sus grandes hits, "La Pupileta - Bazurto All Stars". Bailamos y nos reímos, somos conscientes que esa será nuestra última salida nocturna antes de regresar a Barcelona. Tratamos de hacer como si nada pasase, pero somos conscientes que estamos ante los últimos momentos de nuestro gran viaje. Nuestras sonrisas y miradas de complicidad son evidentes. Sólo él y yo sabemos todo lo que hemos compartido en estos últimos meses... Al terminar la canción el local empieza a vaciarse y nosotros nos retiramos con destino al Hotel. Vamos paseando, la temperatura es agradable y las risas y el cachondeo se hacen cómplices en nuestro camino.
Caemos en la cama a peso y nos dormimos con una cancioncilla en la cabeza “eh, ea, Romà baila champeta… eh, ea, Elí baila champeta…”.
viernes, 24 de marzo de 2017
23/03/2017 CARTAGENA DE INDIAS
Y SEGUIMOS CON LAS GESTIONES
Seguimos con la dinámica de los últimos días. A las 07h despiertos, bla bla y bla...
Al primer sitio al que iremos será a aduanas, el edificio de la DIAN. En el puerto de envío de la moto nos pidieron los datos de la funcionaria que nos lleva el tema. Llegamos en unos minutos dando un paseo y nos dirigimos a exportaciones. La señora que nos atendió no está y en su lugar se encuentra otra que apenas levanta la mirada al vernos llegar. Romà empieza a explicarle el motivo por el que nos encontramos allí y la mujer asiente con la cabeza. En cuanto le decimos que ya hemos dejado la moto en el puerto, la mujer exclama "YA LO HAN HECHO MAL!". Nosotros nos quedamos sorprendidos ya que hemos seguido los pasos que nos indicaron exhaustivamente. Romà sigue tratando de explicarle a la funcionario que nosotros seguimos todas las indicaciones que nos fueron diciendo, pero la mujer con poca intención de escuchar le interrumpe y nos dice que antes de haber llevado la moto tendríamos que haberles avisado para coordinar su revisión y que ahora tan solo nos la puede dar para el día siguiente, viernes 24 a las 09h. Es una mala noticia porque en principio la policía de narcóticos tienen programada su revisión para el mismo día de la salida del barco, el sábado 25. La mujer parece relajarse un poco tras haberle explicado todo y empieza a realizar sus gestiones. Una vez termina sus papeleos y varias llamadas telefónicas nos comenta que su agente saldrá desde el puerto de Contecar a las 09h, un puerto que se encuentra entre Manga y Puerto Bahía, el puerto donde está y de donde saldrá nuestra moto con destino España. Nos insta a que tenemos que estar presentes en el momento en que el agente de la DIAN realice la revisión de la moto. Vista la hora a la que tendremos que estar en Puerto Bahía y siendo su distancia desde Manga de casi 25 km. empezamos a pensar en las opciones que tendremos para ir hasta aquél punto (sabemos que un taxi puede costarnos 50.000 pesos por trayecto) y le consultamos a la funcionaria, no sin poco riesgo a que nos pegue un bufido, qué medios de transporte hay disponibles para poder trasladarnos y le explicamos, con todo el ánimo de que exista la opción, que el otro día pudimos tomar un transfer interno del puerto que hizo dicho recorrido y que nos salió gratuito. Con un aire un tanto de desconfianza vuelve a hacer una inmersión entre los documentos que tiene sobre la mesa y sin mucha demora nos explica que existe la posibilidad de ofrecernos un transfer ya que hay que ir a buscar al funcionario al puerto de Contecar por lo que nosotros deberíamos desplazarnos hasta ese punto por nuestros propios medios y desde allí ya tomaríamos el mismo transfer que su agente. Algo es algo!!!
Al salir hacemos fotocopias de todos los documentos a recomendación de la funcionaria que nos acaba de atender y pese a ser bastante temprano, apenas pasan unos minutos de las 12h tomamos un "almuerzo" en un bar muy próximo que nos cuesta 11.000 pesos.
Hoy juega la selección de Colombia contra Bolivia para luchar por la clasificación para jugar el mundial de fútbol y los ciudadanos se engalanan con la camiseta de su selección. Se ven por todas partes: transeuntes que caminan por las calle, los trabajadores de los comercios, restaurantes, incluso los trabajadores de la Aduana. El país parece emplearse a fondo para pasar al retiro en el momento que empiece el match.
Volvemos al Hotel con la idea de reposar. Romà duerme su siesta de rigor y yo me pongo con el blog. Al despertar Romà decide marcharse al gym. Yo me quedo en la habitación y veré el partido mientras sigo escribiendo.
El partido ha sido un poco soso, ha dominado claramente Colombia aunque ha ganado por la mínima 1-0 con un penalti en los últimos minutos del encuentro. Un penalti que ha chutado James parándolo el portero pero favoreciéndole el rebote al jugador que en segunda instancia bate al arquero.
Romà vuelve sobre las 19h y tras una ducha salimos a cenar. Extrañamente repetimos restaurante, volveremos a cenar sushi. Esta vez tomaremos una bandeja de 24 piezas que cuesta unos 70.000 pesos. De camino al Hotel decidimos parar en una terraza que se encuentra muy próxima. Tomamos un par de cervezas mientras charlamos y hacemos una valoración del viaje.
Al volver Romà revisa su correo y observa que la DIAN le ha enviado un email donde le indican que finalmente la hora de encuentro en Contecar será a las 09:30h y la revisión de la moto a las 10h. Nosotros decidimos que saldremos a la misma hora que teníamos pensado ya que viendo como funcionan las cosas por estos lares queremos evitar cualquier tipo de contratiempo.
A dormir se ha dicho!
jueves, 23 de marzo de 2017
22/03/2017 CARTAGENA DE INDIAS
DE PUERTO A PUERTO Y TIRO PORQUE ME TOCA
Ya como de costumbre a las 07h estamos despiertos y aunque las sábanas hacen un esfuerzo por no despegarse de nosotros no tardamos mucho en levantarnos.
Tomamos el "hotelyuno" y con pocas ganas pero con mucha voluntad comenzamos nuestra nueva gimcana de gestiones relacionadas con el envío de la moto.
Hoy nos toca ir a Puerto Bahía, desde donde saldrá la moto hacia Santander (España).
Hacemos una selección de lo que cargaremos en la moto y lo que nos llevaremos con nosotros en el avión. Carpa, colchonetas, hornillo, chubasqueros y casi todo aquello que no será de primera necesidad lo metemos en las maletas de la moto sin que haya carga alguna fuera de ellas a excepción de la vestimenta motera que la depositamos dentro de una bolsa en la parrilla trasera.
Ya con todo bien colocado como si de un juego de tetris se tratase salimos hacia el puerto. El trayecto discurre normal hasta que "gracias" a mi navegador entramos en una barriada de casas bajas y caminos de tierra en el que nos sentimos observados por todo el mundo; algunos nos dan indicaciones, otros gritan, dos se provocan para pelearse mientras uno le muestra un cuchillo a otro y un señor nos facilita la vía de escape para que abandonemos ese lugar que dista mucho de ser seguro. En pocos minutos llegamos al puerto y tras hacernos unas tarjetas de visita accedemos a las oficinas donde una chica muy amable nos tramita todo el papeleo de la moto. Con ello nos facilita un documento que será el que autoriza la entrada del vehículo a la zona restringida del puerto, la zona donde están las grúas y los muelles de carga. Ahí ya no puedo acompañar a Romà ya que yo no tengo el seguro obligatorio que exigen para poder acceder. Antes de entrar visten a Romà con unos pantalones tejanos de chica, talla S que le quedan ceñidos como a un torero, son "medidas de seguridad" ya que no se puede acceder en pantalones cortos ni con sandalias. La primera gestión es pasar por la báscula donde se realiza el pesaje de la moto y luego llevarla a zona de parqueadero, donde quedará la moto a espera de que concretemos el día y hora para la revisión de los agentes de aduanas y de narcóticos.
La gestión no se demora mucho. Ahora toca desplazarnos a la comisaría de narcóticos de Manga, muy cerca del Hotel donde nos alojamos ya que allí nos deben sellar la carta jurada que nos hicieron rellenar y un nuevo documento que nos han facilitado en las oficinas portuarias para coordinar la revisión.
Para volver la única opción que tenemos es la de tomar un taxi y nos comentan que el valor del viaje está sobre los 50.000 pesos. Por suerte, la chica que nos ha atendido se esfuerza en facilitarnos un transfer que va a trasladar a un agente de narcóticos a la comisaría de Manga. Mientras hace la gestión comemos en el bar de los trabajadors del puerto, un lugar un tanto tosco, por poco más de 10.000 pesos cada uno.
La chica viene a buscarnos y nos comenta que ya tenemos transporte y que a las 16h es la hora convenida. Tal y como nos dice con apenas un par de minutos de retraso, el transfer, disfrazado de ranchera, aparece en la salida del puerto. Nos subimos junto al policía que lo espera al igual que nosotros.
Después de casi una hora por carreteras plagadas de tráfico llegamos a destino. Nos adentramos de nuevo en la comisaría de narcóticos de Manga (Carrera 26) y hablamos con el mismo funcionario con el que coincidimos el otro día y tras hacer una llamada a un superior suyo nos explica que desafortunadamente en esta comisaría no tienen el sello que requerimos y que debemos ir a otro puerto que está a 15 minutos en coche; nos parece increíble lo que nos dice!, pero no nos queda otra opción. Por suerte en el recinto está un superior suyo, el Mayor Niño que se ofrece a trasladarnos en un vehículo policial. Una de cal y una de arena...
De esta forma llegamos al puerto indicado y cuando llegamos a ventanilla comienzan de nuevo los problemas. Con pocas ganas de colaborar lo primero que nos dicen es que ahí no es donde se sella ese documento, que debemos ir a otro puerto y cuando le entregamos la carta jurada de narcóticos nos dicen que ese documento debíamos rellenarlo a ordenador. Yo que ya estoy un poco cansado de tanta descoordinación les explico que quien nos ha llevado ahí es un Mayor y que si hay algún problema que que lo hablen con él. En ese momento les cambia la cara y me preguntan dónde se encuentra el Mayor y les indicamos que nos está esperando dentro de un vehículo policial a la vez que señalo con el dedo el lugar donde se encuentra.
El policía sale de la garita, con el cuerpo erguido y cara seria y se dirige hacia el coche que le hemos señalado.
A la vuelta todo parece haber cambiado, los trámites se agilizan y sin ningún tipo de problema sellan las cartas y hacen su registro.
Nos volvemos a montar en el coche que conduce el Mayor y iniciamos el trayecto de vuelta a Manga.
Mantenemos una conversación interesante que pese a no ser clara del todo nos deja entrever que es una persona "afortunada" en la vida y que gracias a algún "golpe" de suerte vive feliz y tranquilo junto a su familia. Hay mucho, quizá demasiado, que leer entre lineas...
El Mayor nos deja en la puerta del Hotel y le agradecemos toda su ayuda. La verdad es que debemos dar gracias al destino de habernos cruzado con él porque sino me imagino que aún estaríamos dando vueltas por todos los puertos de Cartagena.
Nos falta pasar por la DIAN (Aduanas) para concertar la revisión de la moto por parte de uno de sus agentes pero ya han cerrado por lo que dejaremos la gestión para mañana.
Después de una buena ducha salimos a cenar y nos acercamos en busca de un restaurante chino para cambiar un poco, pero de camino un japonés llama nuestra atención. Tomamos un combo de 18 piezas de sushi que nos cuesta 50.000 pesos que acompañamos con cerveza Club Colombia (5.000 cada una). Al salir decidimos ir a tomar algo por la zona ya que son los últimos días y queremos aprovechar, el final del viaje está muy próximo. Un par de cervezas para cada uno y volvemos al Hotel.
Ha sido un día repleto de tareas, pero parece que vamos avanzando. Sabemos que mañana nos espera un nuevo día de gestiones, a ver con que nos encontramos...
miércoles, 22 de marzo de 2017
21/03/2017 PARQUE TAYRONA - CARTAGENA DE INDIAS (260 km.)
DE VUELTA A LA CIUDAD
Nuevamente el sol y los cantos de algunos pájaros nos despiertan y otra vez nos quedamos vagueando hasta las 08h. Romà se queja del colchón ya que pierde algo de aire y casi ha terminado durmiendo en el suelo.
Hoy sí que hemos podido desayunar en el bar del camping, unos huevos revueltos con pan, mermelada y un café 13.000 pesos, Romà toma lo mismo aunque con arepas en vez de pan y chocolate en vez de café que cuesta 15.000.
El día está un poco nublado y tras darle vueltas a la cabeza le comento a Romà la idea de marcharnos esa misma tarde ya que tiene razón referente a la cantidad de trámites y los problemas que siempre surgen al realizarlos. Creo que es lo más coherente aunque a mí me habría encantado tener más días para explorar bien el parque. Contento con mi propuesta Romà asiente y decidimos darnos prisa en ir a un par de playas que yo quería visitar: playa Arenillas y playa Piscina, las cuales están muy próximas al camping, apenas 20 minutos caminando.
Sobre las 09:30h salimos a paso acelerado. De camino nos encontramos con unos caballos y sus propietarios, les preguntamos que nos costaría que nos llevasen hasta la entrada ya que no queremos cargar de nuevo durante más de una hora con los colchones, carpa y equipaje. Nos llevaran 20.000 pesos por caballo y quedamos con ellos en que sobre las 12:45h pasen a recogernos por el camping. Pocos metros más adelante nos encontramos con una mujer que va acompañada de una adolescente de 13 años la cual tiene unos impresionantes ojos verdes. Tras preguntarles por el camino hacia la playa nos comentan que ellas van en la misma dirección y juntos seguimos la ruta mientras mantenemos una interesante conversación. Al llegar a su negocio observamos que se trata de la última playa en la que estuvimos ayer, playa Arenillas, Piscina se encuentra a unos 5 minutos, un lugar ideal para hacer snorkel gracias a sus aguas calmadas (fruto de la protección que hace una barrera coralina que se encuentra a pocos metros de la orilla) y a sus fondos marinos. Nos despedimos de ellas y con el tiempo pisándonos los talones llegamos a playa Piscina.
Sin perder ni un segundo nos metemos en el agua, nadamos y vemos algunos pececillos que campan a sus anchas sobre el fondo vegetal y nos tomamos unas fotos para el recuerdo.
Después de media hora de baño salimos del agua con la idea de secarnos un poco antes de volver al camping. Yo me paseo por la playa y tomo varias fotos con la idea de reflejar el ambiente paradisiaco del que estamos disfrutando.
Ya recogemos todo y a paso ligero volvemos al camping; nos queda menos de una hora para ducharnos, recoger la carpa y todos nuestro equipaje. En un tiempo récord tenemos todo listo y puntuales como un reloj esperamos en la puerta la llegada de nuestros caballos.
Son las 12:55h cuando llega el joven a galope sobre en una yegua y con una mula que los sigue. Se disculpa por la tardanza y nos hace montar a lomos de los "corceles". El chico va caminando a nuestro lado durante todo el recorrido y me parece increíble que los pobres transiten por los caminos por los que estamos yendo. Son caminos estrechos con alguna fuerte pendiente y grandes rocas que dificultan el caminar, pero parece que están totalmente acostumbrados ya que sin que el dueño les diga nada ellas van tomando el camino correcto.
En poco más de 40 minutos llegamos al aparcamiento y tras pagar el precio acordado cambiamos de montura a otra de casi 100 caballos. Nos equipamos con la ropa de moto para afrontar la que será la última gran kilometrada de nuestro viaje y bajo un sol que valientemente se ha decidido a salir emprendemos la ruta de vuelta a Cartagena.
Paramos para poner gasolina y poco antes de llegar a Santa Marta nos apeamos a comer en un restaurante de carretera un "almuerzo" que cuesta 11.000 pesos cada uno. De nuevo retomamos la ruta y ya no volveremos a parar hasta llegar a la ciudad de Cartagena. Estamos justo en la entrada y le preguntamos a una policía Nacional motorizada para que nos indique cómo llegar a nuestro Hotel ya que mi teléfono se quedó sin batería y no tube posibilidad de cargarlo. La "oficial" nos indica que la sigamos, pero nos dice que cuando lleguemos a Manga, el "parrillero" (se refiere al acompañante) se debe bajar de la moto ya que los agentes de tránsito nos pueden denunciar si nos ven a los dos montados en la moto. Y esto es debido a que el alcalde sacó esa normativa para reducir y erradicar los robos con violencia que efectuaban parejas que iban en moto. La seguimos y en cuento llegamos a la calle del Hotel que está justo en la entrada de Manga me bajo de la moto y le agradecemos su ayuda.
Son casi las 18h y tras descargar "la polola" y recuperar todos los objetos que nos guardaron en el Hotel nos damos una ducha y salimos a cenar.
Nos acercamos al bar de nuestro "paisano"; tomamos un par de cervezas cada uno y Romà sepide 3 trozos de pizza y yo una hamburguesa de pollo y una porción de pizza por lo que pagamos casi 40.000 pesos.
El día de hoy ya no va a dar para más, estamos cansados y queremos reposar, así que vagueamos un poco en la cama antes de ponernos a dormir. Debemos reponer fuerzas ya que mañana reemprendemos las gestiones para enviar la moto, seguros de que será una nueva gimcana llena de sorpresas y despropósitos... Mapa de ruta:
martes, 21 de marzo de 2017
20/03 TAYRONA
PLAYAS DE CABO SAN JUAN Y PISCINA
La luz del sol atraviesa la tela de la tienda de campaña. Son las 08h, más temprano de lo que nos hubiese gustado, pero mirándolo por el lado bueno eso nos dará más tiempo para aprovechar el día.
Preparamos nuestras bolsas en las que llevaremos las toallas, cremas solares, una muda de ropa, gafas de buceo, etc. Vamos, lo necesario para pasar un día de playa. Y es que hoy ese va a ser nuestro plan, visitar las principales playas del parque Tayrona.
A las 08:50 ya tenemos todo listo y nos acercamos a la zona de comedor en busca de algo que echarnos a la boca. Para desgracia nuestra nos comentan que hemos llegado tarde y que ya no queda nada para ofrecernos.
Resignados nos vamos con nuestras mochilas a cuestas en busca de la playa Cabo San Juan. El camino, aunque es casi una hora se hace agradable, pasear por debajo de altos cocoteros y de una vegetación tropical no es algo que te suceda todos los días.
La idea de poder alcanzar un coco de las palmeras nos tienta, sobre todo a Romà, que con su espíritu de superación parece que no hay nada que no pueda dejar de intentar y finalmente conseguir. Se le ocurre la idea de trepar una palmera, pero la copa está bastante alejada del suelo y los intentos se quedan en eso. En el suelo observamos que hay muchos cocos que han caído de las palmeras: algunos están vacío, otros en mal estado, pero pensamos que nos podrán servir para conseguir nuestro objetivo. Desde el suelo los lanzamos sobre las copas de las palmeras intentando golpear su fruto, pero la altura es más que considerable y aunque buscamos las palmeras más bajas para alcanzarlos y en varias ocasiones nuestros lanzamientos han dado en el blanco, no ha sido suficiente, ninguno cae al suelo. Es como si estuviesen aferrándose fuertemente a la que ha sido su madre desde que nacieron.
Romà no va a desistir y en el camino encontramos una palmera que parece estar a nuestro alcance. Unos 3 metros de altura es lo que nos separa del fruto deseado. Romà estira sus extremidades y se prepara para el espectáculo. Yo le pongo mis manos a modo escalón. Él apoya uno de sus pies y con una mano en mis hombros se impulsa para ganar la altura necesaria para agarrar un coco. Con su peso este se desprende de la palmera y Romà cae al manto de hojarasca que le sirve de cama para salir totalmente ileso. Hemos conseguido nuestro objetivo, “habemus coco”. Ahora toca abrirlo y evidentemente no llevamos ninguna herramienta que nos pueda servir a tal efecto. Así que deberemos ingeniar un sistema para poder abrir el coco y beber el néctar que tanto deseamos. Tras una lluvia de ideas encontramos una roca puntiaguda clavada en el suelo, "eureka" esa nos servirá. Romà golpea el coco contra la punta de la roca pero parece estar más duro de lo que pensábamos. Lo lanza y lo vuelve a lanzar contra la esquina hasta que lo logra astillar un poco. En cuanto vemos que se ha abierto una pequeña brecha lo celebramos como si hubiésemos ganado un evento importante. Le da un par de golpes controlados más contra la piedra y por fin la apertura se hace lo suficientemente amplia como para que el caldo emane de su interior. Pone la boca en esa grieta y empieza a beber, luego me lo pasa a mí. El agua está deliciosa, dulce y fresca. Nos lo pasamos varias veces hasta terminar la deliciosa bebida. Ahora queremos más, pero de momento tendremos que dejar la ardua tarea si queremos llegar a la playa. Hemos estado más de media hora para conseguir ese coco, pero poco nos importa el tiempo, estamos viviendo el "aquí y ahora".
Seguimos caminando hacia nuestro objetivo y media hora después del capítulo de los cocos llegamos a playa de Cabo San Juan. Observamos que hay un bar que parece llamarnos a gritos y nos acercamos como si alguien nos hubiese hipnotizado en busca de algo que echarnos a la boca. Apenas tienen nada que ofrecernos y solo podemos conseguir unos paquetes que contienen cuatro galletas de oreo (1.000 pesos), un café solo ya que no tienen leche (2.000 pesos), una chocolatina (3.000 pesos), y un trozo de bizcocho (3.000 pesos). Como veis los precios son sumamente elevados en este parque, además de las pocas existencias que tienen, así que vale la pena ir con la compra hecha antes de acceder al parque.
Cabo San Juan es una playa de agua cristalina, al más puro estilo del caribe (de hecho está bañado por el mar caribe). Esta playa está dividida en dos por un espigón natural de roca el cual tiene una caseta con techo de paja que hace la función de mirador.
Tiramos nuestras toallas en la arena y nos metemos en el agua. Hace un día espléndido, el sol cae fuerte y el agua es cristalina. Nos zambullimos con las gafas de bucear que TANTO nos han servido durante el viaje (pocas veces más las hemos utilizado) y observamos algunos, aunque pocos, peces tropicales que se acercan curiosos a nuestro alrededor.
Después de unos minutos empiezo a sentirme mareado por el vaivén del mar y decido salir del agua, Romà me acompaña. Nos tumbamos un rato en la toalla y una vez secos decidimos subir al mirador. Para llegar hay que ascender unos 40 escalones. No hay mucha gente, pero todo el mundo quiere hacerse la misma foto, yo haré lo mismo cuando sea mi turno. Mientras espero a que eso suceda observo el mar y las maravillosas vistas que me rodean.
Contacto de nuevo con lo agradecido que estoy a la vida de haberme permitido hacer ese viaje, de todo lo que he visto, he vivido, de tanta gente que he conocido. Creo que no hay nada que se iguale a esa sensación.
Después de retratarnos para la posteridad bajamos a las toallas. Se acerca la hora de comer y hemos visto que durante el día no han dejado de pasar vendedores ambulantes que ofrecían tentempiés variados. Aprovecharemos la visita de la siguiente comerciante para comprarle unos bocadillos de pollo con champiñones y verduras. Los dos bocadillos nos cuestan 7.000 pesos. La mujer no lleva bebida por lo que debemos esperar a que pase el siguiente vendedor ofertando a viva voz sus productos. Adquiriremos dos cervezas por un importe de 5.000 pesos. De nuevo se ceban con los precios.
Los bocadillos estaban bastante ricos y nos damos por satisfechos con la compra. Pasaremos un rato más en la playa antes de iniciar nuestra vuelta hacia el camping.
Hemos tardado poco en llegar al alojamiento y Romà se da una ducha por la que le cobran 1.000 pesos. Yo prefiero no hacerlo, no me molesta tanto la sal y como sé que en un rato nos vamos a ir a visitar otra playa del parque prefiero dejarlo para más tarde.
Como poco hay que hacer en el camping no tardamos en echarnos de nuevo a los senderos, ahora nos encaminamos hacia la playa llamada "playa de la piscina". El nombre nos hace pensar que el agua debe estar totalmente cristalina y sin oleaje, a ver que nos encontramos...
En poco más de 20 minutos estamos a punto de llegar, pero de nuevo nos ha dado la neura de agarrar otro coco. Repetiremos el mismo procedimiento de antes, pero esta vez, con mucha más facilidad alcanzamos nuestro deseado objetivo. Para abrirlo repetimos la misma técnica que antes, pero ¿cuál será nuestro error? El golpeo ha sido demasiado fuerte, así que hemos perdido medio coco y con ello más de la mitad del caldo que contenía. Nos tendremos que conformar con un par de sorbos cada uno, lo suficiente como para paliar nuestras ansias de ese delicioso néctar.
Seguimos nuestro camino y apenas unos minutos llegamos a una calita que se encuentra entre "playa arrecife" y "playa piscina". Justo en la entrada hay un bar donde nos paramos para ver que se ofrece en el lugar. Ahí es donde me doy cuenta que he perdido mis gafas de sol. Empiezo a pensar dónde las he podido dejar y caigo en que cuando he ayudado a Romà a subir a la palmera posiblemente se me debieron caer. Le digo a Romà que me espere, que voy a buscarlas. Salgo corriendo, alcanzando el lugar en breves minutos. Primero busco la palmera a la que Romá se he subido, tarea tremendamente complicada porque en un campo de palmeras al final todas te parecen igual, pero finalmente doy con ella. Empiezo a buscar por el suelo, la cantidad de hojarasca que hay me lo está poniendo difícil… pero finalmente algo negro muy brillante asoma entre el manto marrón, “eureka”!!!
Más feliz que una perdiz vuelvo a paso acelerado. Al llegar me encuentro a Romà metido en el agua nadando como un delfín, con sus gafas de buceo puestas. Parece que hoy no va a ser el día en que alcancemos "playa piscina".
Me acomodo en mi toalla y espero a que Romà salga del agua. De nuevo me siento inquieto, al lado parece que hay una calita desierta y decido ir a verla. Romà que ya ha salido del agua me esperará tumbado, no tiene ganas de más pateadas.
Me meto por un camino estrecho y cubierto de vegetación, supero el enmarañado de vegetación que parece no querer dejarme pasar pero en apenas 50 metros aparezco en la calita. El agua está muy calmada y una pareja se besa apoyados en unas rocas, digno de una escena de la película “el lago azul”.
De nuevo tengo un momento místico, donde medito y pienso en todo lo que he vivido en los últimos tiempos y en lo maravilloso que ha sido poder hacer ese viaje. Noto que el final del viaje se acerca y la sensibilidad cada vez está más a flor de piel.
Decido darme un baño, no quiero dejar pasar esa oportunidad y hago varias fotos para inmortalizar el momento.
Me siento saciado de mi deseo de explorador, por lo que emprendo camino de vuelta hacia mi toalla. Ahí está Romà, durmiendo plácidamente como si de un bebé se tratase. Me tumbo y descanso a su lado, en silencio, oyendo tan solo las olas del mar sintiendo la verdadera libertad.
No sé cuánto rato ha pasado. Abro los ojos y me doy cuenta que el cielo ha empezado a taparse. Tenemos los bañadores bastante secos, así que decidimos volver al camping, suficiente playa por hoy.
Llegamos sedientos y sin perder tiempo pedimos un par de coca-colas en el bar del camping. Nos sentamos en las mesas de la zona pública y bebemos a pequeños sorbos nuestros refrescos.
Estamos aplatanados, posiblemente tanto sol nos ha afectado hasta al cerebro, y ahí permanecemos sin dirigirnos apenas palabra. Reúno todas las fuerzas que tengo y le digo a Romà que me voy a duchar. Él se queda ahí, mirando a la nada, pensando posiblemente en sus mil y una ideas para llegar a hacerse rico.
La ducha me ha sentado de maravilla, aunque no ha logrado hacerme volver a la tierra. Me reencuentro con Romà en el comedor y decidimos irnos a la tienda a descansar.
Tendemos los bañadores y las toallas en los árboles que custodian nuestra carpa. Entramos en nuestro pequeño hogar, no tenemos muchas ganas de cachondeo ni tampoco sentimos ganas de comer, así que ahí nos quedamos, yo escribiendo el blog y Romà tirado hasta que se queda dormido... poco más tarde, a mí me pasará lo mismo…