07/03/2017 AMBATO - BAÑOS - AMBATO (120 km.)
RUTA DE LAS CASCADAS (EL PAILÓN DEL DIABLO) Y LA CASA DEL ARBOL
Nos despertamos sobre las 07h. Y es que dormir en tienda de campaña es lo que tiene, a la que sale el sol te despiertas aunque no quieras.
En la mesa del comedor hay unos panes rellenos de huevo que han comprado los dueños de la casa, tomamos alguno como tentempié aunque esperamos tomar más tarde un buen desayuno.
Hoy nos desplazaremos hasta Baños de Aguasanta, una localidad muy turística debido a los deportes de aventura que se pueden practicar en su zona, recorrer la ruta de las cascadas con el gran salto "El Pailón del Diablo" como estandarte y ver el volcán Tungurahua desde el tobogán de la casa del árbol, entre otras actividades.
Nos encontramos a apenas 40 kilómetros de distancia y el recorrido lo hacemos en poco más de una hora.
En cuanto llegamos a Baños buscamos una agencia de alquiler de bicicletas para hacer la ruta de las cascadas. En un calle paralela a la carretera principal damos con una de ellas, se trata de "Wonderful Ecuador". Alquilan bicicletas por 5$ y el precio incluye casco, kit de reparaciones y una cadena para poder asegurarlas en caso de dejarlas estacionadas.
La distancia de la ruta es de 14km y según nos explican casi todo el recorrido es en bajada, discurre por la carretea principal y apenas tendremos que tomar desvíos para poder observar las principales cascadas de la zona, terminando el recorrido en la conocidísima "Pailón del Diablo", una cascada de enormes dimensiones y espectacular belleza, donde el ingreso cuesta 1,5$ por persona y su recorrido debe hacerse a pié.
Una vez equipados y dispuestos a empezar la ruta hacemos una parada técnica para desayunar. En una panadería compramos tres croissants, una pasta de crema y un agua que nos cuesta 1,5$, una agradable sorpresa que sigue alimentando nuestro "modo ahorro". Lo comemos en la puerta de la misma panadería. También compramos una bolsita llena de caña de azúcar (1$) la cual debe contener unos 50 pedazos del tamaño de una goma Stadler de borrar. Te la venden pelada y cortada a trocitos para hacer más fácil su consumo.
Empezamos a pedalear y a la vez vamos masticando los trozos de caña sacándoles todo el jugo que contienen. Están riquísimos y me hacen retornar a mi infancia cuando muy ocasionalmente compraba en el colmado de la esquina de la calle de mis padres pequeños trozos de caña de azúcar. Para mi era algo mágico.
Después de saborear algunos trozos, Romà se ofrece voluntario para encargarse de su transporte.
Sin recorrer mucho tramo encontramos un quebrante que anuncia la presencia a 600 metros de la "cascada de Ulba". Hay una cadena que nos barre el paso pero de repente aparece un hombrecillo que sin mediar palabra nos la abre. Avanzamos con la bici todo lo que podemos hasta llegar a una zona de piedras que solo se puede hacer a pié. Romà se queda vigilando las bicicletas y yo camino por encima del camino pedregoso que va paralelo a un riachuelo. La cascada se ve desde lo lejos, por lo que sigo caminando con la intención de llegar a sus pies.
Alcanzo un letrero que indica "Entrada al Paraíso", se que estoy cerca.
Justo cruzar el lindar, la majestuosidad de la cascada de "Ulba" se muestra delante mío. Unos 10 meros de altura y un gran caudal de agua que cae impactando en una pequeña laguna. Una leve nube de agua flota a modo de llovizna. Es un lugar precioso, casi como el paraíso que estaba anunciado.
Vuelvo sobre mis pasos y llego a la posición de Romà. Tengo sed y le pido si puede darme algunos trozos de caña de azúcar, pero ya es demasiado tarde porque ha terminado con las existencias, bueno, literalmente me ha dicho "encara queden 2", un gesto muy altruista por su parte.
Alcanzo un letrero que indica "Entrada al Paraíso", se que estoy cerca.
Justo cruzar el lindar, la majestuosidad de la cascada de "Ulba" se muestra delante mío. Unos 10 meros de altura y un gran caudal de agua que cae impactando en una pequeña laguna. Una leve nube de agua flota a modo de llovizna. Es un lugar precioso, casi como el paraíso que estaba anunciado.
Seguimos la ruta y empieza a llover, no tenemos ropa impermeable, bueno, yo al menos he cogido la chaqueta que me compré en Cuzco que se supone que repele la lluvia, Romà lo tiene algo peor que yo.
Pedaleamos y sorpresivamente encontramos algunos tramos de subida que no esperábamos. Desde la carretera ya vemos la "Cascada Agoyan", dos caídas de agua que parece juntarse en una sola antes de caer contra el suelo, una imagen espectacular aunque algo lejana ya que queda al otro lado del cañón.
Pedaleamos y sorpresivamente encontramos algunos tramos de subida que no esperábamos. Desde la carretera ya vemos la "Cascada Agoyan", dos caídas de agua que parece juntarse en una sola antes de caer contra el suelo, una imagen espectacular aunque algo lejana ya que queda al otro lado del cañón.
Seguimos avanzando y nos vamos topando con varias cascadas pequeñas hasta encontrarnos con la "cascada Manto de la Novia", llamada así por su similitud a la mantilla que llevan las novias el día de su matrimonio.
Volemos a subirnos a las bicicletas, la lluvia sigue cayendo y ya estamos empapados. La carretera sigue dándonos una de cal y una de arena, de hecho parece que hay más subidas que bajadas. Llegamos al pueblo de Río Verde donde encontramos la entrada al "Pailón del Diablo". Dejamos las bicicletas atadas en un estacionamiento adecuado para tal fin y tras pasar por unos tenderetes de venta de artesanía destinada al turismo empezamos a descender, con las piernas algo temblorosas (herencia de la ruta en bici), por un camino de piedras rodeado de vegetación hasta toparnos con el acceso donde te cobran 1'5$ por entrar al recinto de la catarata.
Tras caminar unos pocos metros ya se escucha el rugir de la cascada y en un momento aparece ese gigante delante de nuestros ojos. Una inmensa cantidad de agua cae desde un centenar de metros a una poza donde estalla como una "mascletá" en las fiestas grandes de Valencia. El espectáculo es impresionante y me dejo empapar por esa fuerza vital de la naturaleza.
Puedes caminar por un pequeño sendero que te llega a meter detrás de la imponente caída de agua.
Me siento muy pequeño ante tal inmensidad.
Después de haberme fundido por un rato con la naturaleza volvemos sobre nuestros pasos hasta llegar al aparcamiento donde recogeremos nuestras bicicletas y las meteremos en un camioncito que por 2$ nos llevará de vuelta al pueblo de Baños. Allí coincidimos con una pareja de Venezuela que nos comentan que hace poco se mudaron a Ecuador debido a la mala situación que está viviendo su país. Sus declaraciones aún reafirman más nuestra decisión de no visitar Venezuela.
Volemos a subirnos a las bicicletas, la lluvia sigue cayendo y ya estamos empapados. La carretera sigue dándonos una de cal y una de arena, de hecho parece que hay más subidas que bajadas. Llegamos al pueblo de Río Verde donde encontramos la entrada al "Pailón del Diablo". Dejamos las bicicletas atadas en un estacionamiento adecuado para tal fin y tras pasar por unos tenderetes de venta de artesanía destinada al turismo empezamos a descender, con las piernas algo temblorosas (herencia de la ruta en bici), por un camino de piedras rodeado de vegetación hasta toparnos con el acceso donde te cobran 1'5$ por entrar al recinto de la catarata.
Puedes caminar por un pequeño sendero que te llega a meter detrás de la imponente caída de agua.
Me siento muy pequeño ante tal inmensidad.
Ya en el pueblo nos acercamos a devolver las bicicletas y a cambiarnos de ropa ya que vamos empapados.
Damos una vuelta por las inmediaciones de la empresa en busca de un restaurante y nos decidimos por entrar en un mejicano en el que comemos de maravilla por unos 15$.
Tomamos la moto nuevamente y nos encaminamos para visitar la "Casa del Árbol". Una carretera de curvas que discurre por una maravilla de paisaje con sus 2 últimos kilómetros transformados en una calle empedrada que nos lleva directos a nuestro destino. El día sigue muy nublado y las vistas son inexistentes a causa de la niebla que lo cubre todo, pero ya que hemos llegado ahí pagaremos el dólar que cuesta la entrada para poder decir "yo me he balanceado en el Columpio del Fin del Mundo!"
Tomamos la moto nuevamente y nos encaminamos para visitar la "Casa del Árbol". Una carretera de curvas que discurre por una maravilla de paisaje con sus 2 últimos kilómetros transformados en una calle empedrada que nos lleva directos a nuestro destino. El día sigue muy nublado y las vistas son inexistentes a causa de la niebla que lo cubre todo, pero ya que hemos llegado ahí pagaremos el dólar que cuesta la entrada para poder decir "yo me he balanceado en el Columpio del Fin del Mundo!"
Durante el recorrido que hemos hecho en moto nos hemos encontrado con varias indicaciones de diferentes toboganes, pero éste es el original, según nos "vende" la taquillera del recinto. Ya dentro podemos ver hasta 4 columpios, 2 montados en una estructura metálica y otros 2 sobre los laterales de la Casa. Nos balanceamos haciendo el tonto, impulso a Romà que intenta encontrar el punto de adrenalina diaria que necesita. Yo prefiero no balancearme muy fuerte, cuando tenía 5 años me tiré de un columpio porque no me gustaba y me rompí el codo, creo que me quedé traumatizado con los columpios desde entonces. Tomamos unas fotos para el recuerdo aunque carentes de encanto y finalmente nos marchamos al ver que la niebla se resistía a abandonar aquel lugar.
En cuanto recorremos un par de cientos de metros sobre la moto me parece ver que la niebla ha cedido. Parece increíble que en 10 minutos se haya despejado de esa manera, pero así es, por lo que ya que estamos ahí volveremos para intentar disfrutar de ese entorno maravilloso que antes no hemos podido ver.
Entramos en el recinto sin tener que pagar nuevamente con el permiso de la taquillera que se acuerda de nosotros. Y allí lo tenemos, el majestuoso volcán Tungurahua con la cima cubierta de nubes presidiendo el imponente paisaje que nos rodea.
Nos subimos al primer columpio que se queda libre y nos hacemos las respectivas instantáneas. Bueno, yo a Romà le hago unas fotos espectaculares, pero Romà a mi me hace un truño de fotos, aquí podéis ver la diferencia:
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Volcán Tungurahua |
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Vistas |
FOTOS HECHAS POR MI:
FOTOS HECHAS POR ROMÀ:
Ya volvemos para Ambato y en el recorrido paramos para despedirnos por última vez de la imponente visión del volcán Tungurahua.
Al llegar a la casa nos dicen que Dani se ha ido a una sauna cercana y Romà decide acercarse aunque solo le queda una hora y media hasta que cierren. Yo prefiero quedarme y así ducharme tranquilamente para después dedicarle un tiempo a escribir el blog.
En cuanto salgo de la ducha veo que Romà y Dani ya han vuelto, no le ha dado tiempo ha llegar a la sauna ya que se han encontrado por el camino.
A poco más de las 21h salimos a cenar y nos paramos en una cercana pizzería donde tomamos una "hawaiana" mediana con "sprite" y unas porciones de pan de ajo por 12$.
De nuevo en la casa la gente no tarda mucho en acostarse, no son ni las 23h cuando ya todo el mundo se encuentra en su alcoba.
En la carpa aún tendré un rato para dedicarle al blog. El sueño de Romà se me contagia hasta inducirme a un estado somnoliento que no puedo controlar.
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