28/02/2017 AMAZONAS; IQUITOS - LIMA
ADIÓS QUERIDO AMAZONAS, TE ECHARÉ DE MENOS
Ha sido la última noche que vamos a pasar en la selva. Hemos dormido bien y nuevamente son los rayos de sol los que nos guían en nuestro despertar.
Hoy tenemos el vuelo de vuelta a Lima a las 18:20h y Jorge nos ha preparado como despedida un recorrido donde nos mostrará varias plantas medicinales y la famosa enredadera de ayahuasca. Tenemos medio día para ver todo ya que hay un largo recorrido que hacer por río para llegar a Iquitos, la ciudad donde llegamos y desde la que partiremos en avión hacia Lima.
Después de tomar el desayuno y habiendo dejado las maletas listas para nuestra partida iniciamos el último paseo de nuestra aventura.
Jorge a la cabeza nos va mostrando las diferentes plantas que utilizó para prepararme ayer los baños con los que me lavó.
También nos muestra los ingredientes que se utilizan para preparar el brebaje de la ayahuasca: entre los que se encuentran como principales la propia raíz y la "chacruna" que también posee efectos alucinógenos.
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AYAHUASCA |
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CHACRUNA |
Nos muestra otro arbusto que recibe el nombre de "toé", la cual posee un poder alucinógeno mucho más potente que la misma ayahuasca.
TOÉ |
El paseo se prevé tranquilo, nos sentimos seguros al ir acompañados de Jorge. Caminamos por senderos rodeados de una frondosa vegetación, Jorge va delante, Romà en medio y yo detrás. De repente observo como algo salta delante de Jorge, me parece que es una rana, pero detrás de ella algo mucho más grande está persiguiéndola. Se trata de una serpiente que está dando saltos para alcanzarla. Los dos animales desaparecen entre la vegetación. Romà se gira con cara de pánico (nunca olvidaré esa cara) y Jorge abre sus brazos empuñando el machete de grandes dimensiones en su mano derecha tratando de ponernos a salvo. Romà empieza a correr hacia mí y yo le sigo. Estamos muy asustados y pese a que la carrera no ha sido más de 5 metros creemos habernos librado del peligro inminente. Jorge se echa a reír y nos explica que esa serpiente era venenosa, que eso es lo que tiene la selva. También nos explica que hay serpientes que son capaces de saltar impulsando su cuerpo contra el suelo. Al final todos nos echamos unas risas, no sin habernos quitado el susto del todo.
Volvemos al campamento, es hora de despedirnos del que ha sido nuestro hogar los últimos 5 días. Cogemos nuestras mochilas y bajamos a la orilla del río para montar en la barca de Jorge.
El primer trayecto que cubrimos es hasta Tamsihyaco, el poblado principal de la zona. Desde allí tendremos que tomar a las 13h el barco-taxi que nos llevará hasta Iquitos.
Damos un paseo por el poblado, caminando calles de tierra y observando a banda y banda pequeñas casas, gobernadas por un paseo central con una bonita plazoleta. Jorge nos explica que allí se tiene que encontrar con su mujer y su hija Ana y su hijo Tody, pero antes vamos a ir a comer a un puestecito en la zona del mercado donde se come muy bien.
Tomamos una especie de plato combinado compuesto por un caldo y pollo con arroz. Pese a que podemos elegir entre varias opciones nos quedamos con nuestro clásico. Jorge paga el almuerzo.
Al salir nos dirigimos hacia el puerto y Jorge se encuentra con sus seres queridos. Tenemos unos minutos hasta que parta nuestro barco. Nos tomamos un rato para observar el río desde un banco que se asoma a su inmensidad y empezamos las despedidas. Es extraño, como si un vínculo se hubiese generado entre nosotros, algo más allá de la amistad, es como si una parte de nosotros se quedase allí. Es una triste despedida, pero no sé por qué motivo tengo la sensación que volveré alguna vez. Nos abrazamos fuertemente y nos deseamos lo mejor. Jorge me asegura que me escribirá para saber de nosotros. Lo cierto es que no me cabe la menor duda de ello.
Con una fuerte sensación de pena nos montamos en el barco que previamente ha dejado pagado Jorge. Ya partimos y nos despedimos desde el barco haciendo un gesto con la mano hasta que los perdemos de vista.
Sé que los voy a echar de menos. Estos días allí han sido unos de los días más increíbles de mi vida. He aprendido tanto, he recibido tantas lecciones... Me he dado cuenta de lo feliz que se puede ser con tan poco, de lo poco que apreciamos todo lo que tenemos, del mundo consumista y con falta de valores en el que vivimos al que llamamos “desarrollo”, a que aún existen personas desinteresadas, al valor de la familia y la amistad que es lo que realmente importa y tantas y tantas vivencias que jamás olvidaré. Por eso solo me queda darle las gracias a Jorge y a su familia, porque más allá de que sea parte de su “modus vivendi” el acoger a turistas para hacerles de guía, durante estos días ellos han sido mi familia, porque me han dado la oportunidad de vivir cosas increíbles, porque me han hecho conectar con mi esencia, porque me han hecho recapacitar sobre mi escala de valores, porque han cambiado una parte de mí para hacerme mejor persona… por eso, una y mil veces ¡¡GRACIAS!!
Con alguna lágrima que otra en los ojos partimos. Miro los paisajes, respiro el aire que choca con el agua del río, pienso en que no sé cuándo volveré a vivir algo así. Recapacito y recuerdo tantas cosas que hemos vivido y no puedo por más que estarle agradecido a la vida por darme esta oportunidad.
En hora y media aproximadamente llegamos al puerto de Iquitos. Observamos a gente descargar embarcaciones llevando sobres sus hombros unos enormes sacos, posiblemente de carbón. Nos bajamos de la embarcación y subimos las escaleras de madera que nos llevan a la superficie de la ciudad. Allí está la parada de moto-taxis (“tuc-tuc”). Hemos de negociar el precio para que nos lleven al aeropuerto, será el segundo conductor con el que cerramos el trato por un importe de 12 soles.
El trayecto de algo más de media hora se hace entretenido. Como ya comentamos, la ciudad de Iquitos es la capital de la región. La gran mayoría de vehículos son los “tuc-tuc” que se cuentan a miles y circular por la ciudad no te deja indiferente.
Llegamos a la pequeña terminal del aeropuerto. No tenemos nada que embarcar y tan solo nos queda esperar a que abran la puerta de embarque.
El avión, puntual, despega a las 18:20h y desde unos cientos de metros sobre el suelo una nueva imagen se muestra para grabarse en mi retina. El río Amazonas, expresándose como si fuese una serpiente parece querer despedirse de nosotros. Adiós querido Amazonas, nunca te olvidaré…
En poco más de 2 horas y con una escala en la ciudad de Tarapoto llegamos a Lima. Toca volver a negociar con un taxista para que nos lleve a nuestro alojamiento. Decidimos salir caminando del aeropuerto ya que seguro que los precios se reducen a la mitad en el exterior. Y efectivamente, hemos dado en el clavo. Por unos 15 soles una especie de conductor de alquiler hace el trayecto.
Fernando (el propietario del Hospedaje “El Arca”) nos espera con los brazos abiertos. Hablamos un largo rato sobre nuestra experiencia y todo lo que hemos vivido. Nos echamos unas buenas risas juntos.
Nos subimos a la habitación, queremos darnos una ducha antes de salir a cenar.
Ya aseados decidimos acercarnos al mismo puestecito callejero en el que comimos la primera noche que estuvimos en Lima. Nos reencontramos de nuevo con el joven Bryan, que sonríe al vernos de vuelta. Mientras comemos varias patatas rellenas con un rico jugo que lo acompaña le explicamos varias de nuestras aventuras por el Amazonas. La cena vuelve a salirnos casi regalada. Nos despedimos del joven Bryan y volvemos paseando hacia el Hospedaje, casi dando nuestro último adiós a la capital de Perú.
Ha sido un día largo y tenemos ganas de acostarnos. No obstante, antes de hacerlo nos ponemos a lavar varias prendas de ropa, nos queda poca limpia y como el equipaje es ligero la situación lo requiere.
Mañana nos reencontramos con la carretera después de un parón de 6 días, habrá que estar descansados…
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