jueves, 23 de marzo de 2017

22/03/2017 CARTAGENA DE INDIAS
DE PUERTO A PUERTO Y TIRO PORQUE ME TOCA

Ya como de costumbre a las 07h estamos despiertos y aunque las sábanas hacen un esfuerzo por no despegarse de nosotros no tardamos mucho en levantarnos. 
Tomamos el "hotelyuno" y con pocas ganas pero con mucha voluntad comenzamos nuestra nueva gimcana de gestiones relacionadas con el envío de la moto. 
Hoy nos toca ir a Puerto Bahía, desde donde saldrá la moto hacia Santander (España). 
Hacemos una selección de lo que cargaremos en la moto y lo que nos llevaremos con nosotros en el avión. Carpa, colchonetas, hornillo, chubasqueros y casi todo aquello que no será de primera necesidad lo metemos en las maletas de la moto sin que haya carga alguna fuera de ellas a excepción de la vestimenta motera que la depositamos dentro de una bolsa en la parrilla trasera.
Ya con todo bien colocado como si de un juego de tetris se tratase salimos hacia el puerto. El trayecto discurre normal hasta que "gracias" a mi navegador entramos en una barriada de casas bajas y caminos de tierra en el que nos sentimos observados por todo el mundo; algunos nos dan indicaciones, otros gritan, dos se provocan para pelearse mientras uno le muestra un cuchillo a otro y un señor nos facilita la vía de escape para que abandonemos ese lugar que dista mucho de ser seguro. En pocos minutos llegamos al puerto y tras hacernos unas tarjetas de visita accedemos a las oficinas donde una chica muy amable nos tramita todo el papeleo de la moto. Con ello nos facilita un documento que será el que autoriza la entrada del vehículo a la zona restringida del puerto, la zona donde están las grúas y los muelles de carga. Ahí ya no puedo acompañar a Romà ya que yo no tengo el seguro obligatorio que exigen para poder acceder. Antes de entrar visten a Romà con unos pantalones tejanos de chica, talla S que le quedan ceñidos como a un torero, son "medidas de seguridad" ya que no se puede acceder en pantalones cortos ni con sandalias. La primera gestión es pasar por la báscula donde se realiza el pesaje de la moto y luego llevarla a zona de parqueadero, donde quedará la moto a espera de que concretemos el día y hora para la revisión de los agentes de aduanas y de narcóticos. 
La gestión no se demora mucho. Ahora toca desplazarnos a la comisaría de narcóticos de Manga, muy cerca del Hotel donde nos alojamos ya que allí nos deben sellar la carta jurada que nos hicieron rellenar y un nuevo documento que nos han facilitado en las oficinas portuarias para coordinar la revisión.
Para volver la única opción que tenemos es la de tomar un taxi y nos comentan que el valor del viaje está sobre los 50.000 pesos. Por suerte, la chica que nos ha atendido se esfuerza en facilitarnos un transfer que va a trasladar a un agente de narcóticos a la comisaría de Manga. Mientras hace la gestión comemos en el bar de los trabajadors del puerto, un lugar un tanto tosco, por poco más de 10.000 pesos cada uno. 
La chica viene a buscarnos y nos comenta que ya tenemos transporte y que a las 16h es la hora convenida. Tal y como nos dice con apenas un par de minutos de retraso, el transfer, disfrazado de ranchera, aparece en la salida del puerto. Nos subimos junto al policía que lo espera al igual que nosotros.
Después de casi una hora por carreteras plagadas de tráfico llegamos a destino. Nos adentramos de nuevo en la comisaría de narcóticos de Manga (Carrera 26) y hablamos con el mismo funcionario con el que coincidimos el otro día y tras hacer una llamada a un superior suyo nos explica que desafortunadamente en esta comisaría no tienen el sello que requerimos y que debemos ir a otro puerto que está a 15 minutos en coche; nos parece increíble lo que nos dice!, pero no nos queda otra opción. Por suerte en el recinto está un superior suyo, el Mayor Niño que se ofrece a trasladarnos en un vehículo policial. Una de cal y una de arena... 
De esta forma llegamos al puerto indicado y cuando llegamos a ventanilla comienzan de nuevo los problemas. Con pocas ganas de colaborar lo primero que nos dicen es que ahí no es donde se sella ese documento, que debemos ir a otro puerto y cuando le entregamos la carta jurada de narcóticos nos dicen que ese documento debíamos rellenarlo a ordenador. Yo que ya estoy un poco cansado de tanta descoordinación les explico que quien nos ha llevado ahí es un Mayor y que si hay algún problema que que lo hablen con él. En ese momento les cambia la cara y me preguntan dónde se encuentra el Mayor y les indicamos que nos está esperando dentro de un vehículo policial a la vez que señalo con el dedo el lugar donde se encuentra. 
El policía sale de la garita, con el cuerpo erguido y cara seria y se dirige hacia el coche que le hemos señalado.  
A la vuelta todo parece haber cambiado, los trámites se agilizan y sin ningún tipo de problema sellan las cartas y hacen su registro.
Nos volvemos a montar en el coche que conduce el Mayor y iniciamos el trayecto de vuelta a Manga.
Mantenemos una conversación interesante que pese a no ser clara del todo nos deja entrever que es una persona "afortunada" en la vida y que gracias a algún "golpe" de suerte vive feliz y tranquilo junto a su familia. Hay mucho, quizá demasiado, que leer entre lineas...
El Mayor nos deja en la puerta del Hotel y le agradecemos toda su ayuda. La verdad es que debemos dar gracias al destino de habernos cruzado con él porque sino me imagino que aún estaríamos dando vueltas por todos los puertos de Cartagena.
Nos falta pasar por la DIAN (Aduanas) para concertar la revisión de la moto por parte de uno de sus agentes pero ya han cerrado por lo que dejaremos la gestión para mañana. 
Después de una buena ducha salimos a cenar y nos acercamos en busca de un restaurante chino para cambiar un poco, pero de camino un japonés llama nuestra atención. Tomamos un combo de 18 piezas de sushi que nos cuesta 50.000 pesos que acompañamos con cerveza Club Colombia (5.000 cada una). Al salir decidimos ir a tomar algo por la zona ya que son los últimos días y queremos aprovechar, el final del viaje está muy próximo. Un par de cervezas para cada uno y volvemos al Hotel.
Ha sido un día repleto de tareas, pero parece que vamos avanzando. Sabemos que mañana nos espera un nuevo día de gestiones, a ver con que nos encontramos...

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