martes, 31 de enero de 2017

31/01/2017 TOUR DE TRES DÍAS POR EL SUR DE BOLIVIA

Son las 03h de la madrugada y como si de un extraterrestre se tratase, un señor Boliviano bajito y acicalado con un gorro de lana adornado con dos borlas que caen a la altura de su mentón irrumpe en nuestra habitación prendiendo la luz. Nosotros que estamos en plena fase de sueño REM no sabemos que ocurre, incluso tardo unos segundos en saber donde me encuentro. El hombre viene con tres nuevos compañeros de habitación: una pareja francesa y un argentino. La luz queda encendida hasta que tienen todos sus enseres bien acomodados. Hablamos con ellos y nos explican que quieren contratar un tour de tres días regateando el precio hasta bajarlo a 350 bolivianos (habitualmente te lo ofrecen por 750) ya que son un grupo de casi 20 que se han conocido en el tren de camino a "Uyuni". Nosotros nos planteamos la posibilidad de cambiar los planes y apuntarnos con ellos. Inicialmente vamos a bajar en moto por la zona del tour, hay varias lagunas, géiseres, zonas desérticas con estructuras de piedra muy curiosas y preciosos escenarios por visitar. Con lo que nos han dicho el dinero a gastar nos quedaría casi a la par de hacerlo por libre porque el tour incluye alojamiento y comida, solo hay que pagar a parte la entrada a la "Reserva Nacional Eduardo Avaroa" para pode visitar las famosas "Laguna Colorada" y "Laguna Verde". Acordamos tomar una decisión cuando nos levantemos. A las 04h retomamos nuestro encuentro con el sueño imaginando que a la mañana siguiente seremos nosotros quienes les molestaremos a ellos. Pero estamos equivocados y son ellos los que de nuevo nos despiertan un poco antes de las 08h. Un chico ha venido a buscar a la pareja para ir a negociar el precio del tour. Nosotros nos despertamos y decidimos hacer el tour siempre que haya una buena oferta, estamos dispuestos a pagar hasta 600 bolivianos.
Dejándolos encargados a ellos para ir a contratar el tour nos vamos a desayunar al mismo restaurante del día anterior. La imagen se repite y el ajedrez vuelve a vestir nuestra mesa, parecemos intelectuales y todo! Gastamos unos 70 bolivianos por un desayuno bastante básico.
Nuestras arcas están casi vacías y retiramos en un cajero 1400 bolivianos de la cuenta común.
Volvemos al Hostel y allí está "Vincent" el chico francés que nos da la mala noticia de que no podemos ir con ellos ya que no habían plazas suficientes. Eso nos lleva a tener que hacer una carrerra contra reloj para ir a negociar nosotros los precios.
Al llegar a la zona los comerciales se avalanzan sobre nosotros para ofrecernos el tour, algunos nos dicen que el precio es de 850 bolivianos y que no pueden negociarlo, otros 750, hasta que damos con "Expediciones Rípez" que nos lo deja por 650. Son 50 bolivianos más de lo que queríamos gastar pero contando que al cambio son apenas 7€ contratamos con ellos la excursión. Romà se adelanta para ir recogiendo y guardando todo en la moto y yo me quedo en la compañía del tour haciendo los trámites de contratación.
Nos quedaran 40 minutos para guardar todo ya que a las 10:30 debemos estar en la puerta de la empresa.
Vuelvo a paso acelerado al Hostel y a rápidamente guardamos todo en la moto dejándola estacionada en el garaje del propietario del alojamiento durante el tiempo que dure el tour.
Habiéndonos hecho una pequeña maleta para los tres días me percato que he perdido un bañador de los dos que me traje al viaje. La última vez que lo usé fue en Ilha Grande, así que casi seguro lo olvidé allí. Me da mucha rabia perder mis cosas, pero en un viaje así; con tantos cambios de alojamiento lo que no sería normal es que no perdiese nada. Ahora ya tengo la excusa perfecta para comprarme uno nuevo para este verano.
De camino hacia la empresa volvemos a sacar dinero, creemos que con 1000 bolivianos será suficiente. Tenemos suerte que la mayoría de bancos de Bolivia no cobran comisiones por retirar dinero.
Aunque llegamos puntuales no es hasta las 11:30 que salimos en ruta. Nos juntamos con una pareja de Chile, Sergio y Araceli, que también harán el tour de 3 días y con Alejandro que tan solo hará el de 1 día. El chofer, Germán, parece no enterarse mucho de cuanta gente nos vamos a juntar porque cuando dice una cosa sucede todo lo contrario.
La planificación del primer día es ir a ver el Cementerio de Trenes y el Salar de Uyuni, un "déja vú" del día anterior. Y así empezamos el tour.
En el Cementerio de Trenes tan solo nos movemos del coche para ir a comprar algo de picotear a un puestecito que hay en el lugar. Acto seguido vamos hacia el Salar donde hacemos una parada en un pequeño mercadillo de artesanía en el pueblo de "Colchani" para luego entrar de lleno en el mar de sal y tras recorrer unos pocos kilómetros llegar al "Restaurante de Sal", que como bien indica su nombre todo está construido con dicha sustancia. Comemos unos platos preparados de pollo con arroz que realmente está bastante rico.
Al salir tenemos un buen rato para tomarnos fotos en una zona que está plagada de banderas donde encontramos "l'Estelada" y en el primer monumento que se construyó para la celebración del Dakar en tierras Suramericanas.
 

De ahí nos subimos al todo terreno y vamos en busca de una zona donde supuestamente encontraremos el tan ansiado "reflejo", pero al llegar no hay rastro de ello, la zona está totalmente seca.
 

 

Iniciamos el camino de vuelta hacia la salida del salar sentados encima del techo del vehículo en busca de la puesta de sol.
Llegamos al monumento por las víctimas del accidente de 2008 y allí llevamos a nuestros nuevos amigos a buscar la foto del reflejo donde ayer las pudimos tomar nosotros. Hace mucho viento y el agua se llena de ondas que no dejan tomar una buena instantánea.
Hace mucho frío y esperamos dentro del coche al momento exacto en que el sol se despide de nosotros para salir rápidamente y fotografiar el instante.
Pese a que el día está siendo de lo más entretenido hay algo que no anda bien. Por la noche tuve molestias en una muela pero no le hice caso. Ahora el dolor ha aumentado, tanto que hasta le he tenido que pedir un ibuprofeno a Araceli. Después de 20 minutos parece que el dolor se ha mitigado bastante, esperemos que no vaya a más.
A las 20h volvemos a "Uyuni" donde nos alojaremos en el "Coffee Café Hospedaje" un sitio bastante "cutre" con apenas 2 baños y 2 duchas para unos 25 clientes.
Intentamos darnos un baño pero la mujer nos comenta que hasta la mañana no será posible ya que no dispone de agua caliente, vamos, lo que os he dicho!
Nos hacen esperar en una mesa del comedor donde coincidiremos con otra pareja chilena, se trata de Fernando y Loreto que también están apuntados al tour de 3 días. Con ellos compartiremos la habitación esa noche ya que Sergio y Araceli han conseguido una privada.
Aunque el sitio no tiene ningún lujo la comida es bastante buena: sopa, pollo, patatas fritas y algo de ensalada será el menú de la noche. Compartimos mesa con las dos parejas chilenas.
Después de cenar jugamos algunas partidas a un juego de cartas que nos han enseñado pero el sueño empieza a hacer mella en nosotros y decidimos irnos a dormir ya que mañana nos darán el toque de queda a las 06:30h para continuar con el tour.



lunes, 30 de enero de 2017

30/01/2017 UYUNI
CEMENTERIO DE TRENES Y EL SALAR DE UYUNI

Cansados de una comida algo pesada y no muy bien elaborada decidimos gastar algo de dinero aunque eso conlleve saltarnos el "modo ahorro" y desayunar algo que respete un poco más nuestra tripilla.
Al despertarnos nos acercamos al centro de la ciudad donde hay restaurantes turísticos con comida internacional. Tomamos el típico "desayuno continental" y de mientras jugamos un par de partidas a la ajedrez. Romà me gana la primera pero en la segunda le hago una jugada maestra, el "jaque pastor" y en apenas 4 movimientos le empato a victorias.
El desayuno nos sale algo caro, unos 60 bolivianos, pero nuestra panza nos lo va a agradecer.
Esta mañana la queremos dedicar a la reparación de la moto. La segunda caída de Romà dejó muy maltrecha la maleta derecha y la bandeja trasera se terminó de partir por varios puntos habiendo cumplido con su cometido muy por encima de nuestras expectativas.
Nos acercamos a un recinto donde hay unos soldadores con los que hablamos el día anterior. Allí se encuentran subidos a una estructura de unos 8 metros de altura sin ningún tipo de protección; ni cuerdas, ni cascos, ni nada. Uno de ellos baja a recibirnos y comienza con las reparaciones. Suelda todos los puntos que se habían soltado de la bandeja y le pone dos refuerzos para hacerla más consistente. Para reparar la maleta la golpea fuertemente con un martillo para enderezarla, eso sí dejándola toda bien marcada. Intenta soldarla porque tiene una gran brecha, pero es aluminio y no tiene el material adecuado para hacerlo, así que inventa un sistema muy rudimentario pero efectivo, le coloca una pequeña plancha de hierro que atornillará a la maleta cerrando la crencha. Las reparaciones han quedado bien, incluso la maleta cierra correctamente, cosa que desde la primera vez que cayó la moto al suelo no había vuelto a suceder.
Nos pide por la reparación 150 bolivianos pero le regateamos hasta 120 y acepta al momento, seguro que le hemos pagado "demasiado" bien su trabajo.
Como ya tenemos la moto lista y es pronto decidimos acercarnos al cementerio de trenes ya que está muy próximo al lugar. Se trata de un lugar donde quedaron abandonados los trenes que transportaban agua a la ciudad años atrás. El sitio es curioso aunque está bastante sucio, algo que ya nos parece una "tradición" boliviana.


Hay muchos vagones y locomotoras, todos "grafitteados" unos con más arte que otros. Tomamos las pertinentes fotos aprovechando que no hay mucha gente y volvemos al centro del pueblo en busca de un lugar donde ir a comer.
A Romà le apetece comida mejicana y a mí me parece genial. En el centro comemos unos nachos y unos burritos acompañándolo con coca-cola que nos cuesta 120 bolivianos, lo se, caro, pero rico y sano. Mientras comemos coincidimos con una mujer catalana con la que hablamos y terminamos juntándonos en la misma mesa. Nos comenta que su marido está en un mecánico reparando el todo terreno con el que viajan, llevan toda la vida haciendo viajes de aventura y resulta que su marido había corrido el antiguo "París - Dakar" en varias ocasiones. Poco antes de marcharnos aparece, se llama Ramón, un señor muy simpático y agradable. Nos facilita su teléfono por si necesitamos cualquier cosa durante el viaje y nosotros le facilitamos una de nuestras tarjetas. Ha sido una agradable y curiosa coincidencia.
Romà está emocionado, esta tarde iremos al "Salar de Uyuni" uno de los lugares que esperaba con más deseo. Quiere hacerse una foto con la moto en medio del salar con el efecto espejo. Os explico de que se trata. El "Salar de Uyuni" es una extensión de 10.000km cuadrados de sal. Antiguamente era un mar y cuando se secó quedó el desértico salar. Cuando llueve, si no caen muchos litros se forma una pequeña capa de agua que crea un efecto espejo espectacular. El problema que hay es que según nos han dicho varias personas va a ser casi imposible entrar con la moto ya que llovió mucho la semana pasada y a la entrada, unos 100 metros lineales, nos encontraremos con una capa de agua de dos palmos. Si el agua salada toca el motor puede causarle fallos eléctricos e incluso dejarlo inutilizable, pero Romà no va a desistir en su empeño, sí o sí quiere hacerse esa deseada foto y se las va a ingeniar como sea para poder entrar.
Salimos de Uyuni y a unos 20 kilómetros circulando por una carretera bien asfaltada llegamos al pueblo de "Colchani", desde ahí un camino de tierra lleno de baches nos lleva a una de las entradas del salar, posiblemente la más conocida. Como punto de referencia hay un monolito en memoria de los fallecidos en el fatídico accidente que aconteció en 2008 entre dos todo terrenos llenos de turistas que inexplicablemente chocaron de frente. Según la versión de algunos "puede" que uno de los conductores estuviese ebrio. En el accidente solo sobrevivió el otro conductor pero nunca se ha sabido su versión.
Yo compruebo que hay una zona por la que parece que con cuidado se podría pasar, quiero que la ilusión de Romà se cumpla y voy a colaborar todo lo que pueda a ello.
Romà apaña el saco de basura con el que tapamos la maleta cuando llueve, lo pega al chasis de la moto tapando el motor e inicia una entrada hacia el salar siguiendo los pasos que yo le marco.
Apenas pasa un par de baches dificultosos ya estamos en una zona donde el efecto espejo aparece ante nosotros. Romà se pone algo pesado pidiéndome que le haga fotos, pero me callo y acepto mi "papel secundario" ya que se que esto es una de las cosas que más ilusión le hacía del viaje.

Después de tomar muchas instantáneas y diferentes tomas de vídeo salimos del salar con el motor un poco bañado en salitre pero según parece en perfectas condiciones. Yo me desalo las piernas y pies lo máximo que puedo, eso es lo que tiene caminar por esos lares descalzo o en sandalias.
De vuelta en Uyuni pasamos por un lavado que aunque lo hacen muy rápido dejan la moto limpia como una patena. 20 bolivianos nos cuesta, el precio estándar por el servicio.
Volvemos al Hostal y dejamos la moto estacionada, es la hora de irnos a cenar.
Nos acercamos al centro donde tomaremos un par de chuletas con arroz en un restaurante local. Pedimos para beber cerveza pero no tienen, no obstante nos indican que al doblar la esquina hay un local donde podemos comprarla. Allí un señor muy amable nos explica que el lunes es día de "ley seca" y que si la policía te ve ebrio te lleva al cuartelillo, por eso los restaurantes no sirven bebidas alcohólicas. Compramos 2 botellines de una cerveza llamada "Inca" por 15 bolivianos. Al beberla un sabor dulce es lo que predomina por encima del resto, no parece cerveza, pero para degustarlo ya está bien. La cena nos ha salido por 48 bolivianos sin contar la bebida.
Volvemos al Hotel y nos vamos a descansar, nos sentimos afortunados por estar solos en una habitación compartida para 5 personas, pero todo puede cambiar de un momento a otro...


domingo, 29 de enero de 2017

29/01/2017 TUPIZA - UYUNI (223 km.)
UNA RUTA MUY PESADA

Después de desayunar y recoger todos nuestros enseres Romà se va a buscar la moto al parking del hotel y vuelve en poco rato. Cargamos la moto e iniciamos ruta. Imaginamos que será dura, según "google maps" se tardan más de 5 horas en hacer los 220km que separan a Tupiza de Uyuni.
Ponemos gasolina antes de empezar la ruta y negocianos el precio con el chico que nos la sirve. En vez de los 8 bolívares que cobran a los extrangeros nos la cobrarán a 6.
Iniciamos la ruta metidos entre polvo y ripio. No parece que vayamos a ascender mucho ya que aparentemente es una ruta plana. Los primeros kilómetros discurren entre cañones dignos de representar los escenarios de las mejores películas del oeste.
El escenario es curioso a la vez que hermoso. Al pasar un túnel de 2km que está a una altitud que supera los 4.000 metros encontramos una especie de peaje que cuesta 5 bolivianos. Y digo especie porque todo lo que os venga a la cabeza como peaje nada tiene que ver con aquello. Una caseta habitada por dos mujeres y una niña donde se puede ver al fondo varias camas y una cocina. El comprobante de pago es un pequeño ticket que te dan en cuanto has abonado el importe. Al pasar el peaje y tras varios kilómetros de circular por tierra el paisaje que nos envuelve se transforma y pasamos a estar rodeados por montañas secas y un terreno de lo más complicado para la conducción.
La carretera está en obras pero no hay ningún tramos asfaltado a la vista, es más, los tramos de obras son los más difíciles para circular ya que el ir y venir de la maquinaria amasan grandes cantidades de barro que me obligan a bajarme en varias ocasiones de la moto para tantear el terreno y buscar el mejor camino para poder pasar la moto con seguridad.
Los tramos de barro se van alternando con otros de ripio, algunos en buen estado y otros no tanto. Hay muchas indicaciones de desvíos a caminos alternativos a causa de las obras y hay que ir con los ojos bien abiertos.
Paramos varias veces para beber agua, el calor y el sol es sofocante y el terreno árido ayuda a que esas temperaturas se mantengan elevadas.
Por fin hemos encontrado un tramo asfaltado, pero nuestra alegría se nubla al ver que apenas dura 5km.
Llegamos al desvío hacia Tarija. No está muy bien indicado y debemos preguntar a un par de personas ya que nos lo hemos pasado.
Ahí el terreno aún se complica más al hacer aparición en el juego la dichosa arena.  
En varios tramos la encontramos y por seguridad me bajo de la moto ya que por todo el peso que llevamos nos hundimos y salir con éxito de esos tramos se hace casi una odisea.
Romà evita varias caídas de forma magistral, pero en uno de los tramos arenosos no puede evitar irse al suelo. Yo que me había bajado de la moto voy corriendo para ver si se encuentra bien; está en perfectas condiciones pero la caja lateral derecha ha tenido que aguantar todo el peso de la moto y se ha descuadrado por completo. Decidimos no abrirla para que permanezca cerrada al menos hasta que lleguemos a nuestro destino.
En un quebrante mal señalizado nos hemos desviado unos 5km de la carretera correcta. Por suerte un joven que guarda el acceso a esa carretera nos informa que vamos por mal camino y debemos retroceder hasta un puente, lugar donde nos hemos equivocado para reemprender el camino correcto.
Un nuevo tramo de unos 5km de asfalto se ha abierto bajo nuestros pies. La verdad es que nos sabe a gloria el descanso que sentimos al circular sin baches, ni temblores, ni esquivas, ni frenazos, ni acelerones. Y nuevamente estamos en la carretera de tierra, pero ésta vez el escenario ha vuelto a cambiar y hemos entrado en lo que parece un desierto y es que nos estamos acercando a "Uyuni" una población semi desértica que su mayor atractivo turístico es su salar, el más grande del mundo con 10.000 kilómetros cuadrados. La arena invade la carretera, cosa que me obliga a bajarme de la moto para sortear algunas zonas.
Me siento muy cansado, no se si es la altitud, la dureza de la carretera o las dos cosas y lo único que quiero es llegar a un alojamiento donde poder descansar.
Paramos en medio del desierto para hacer una pausa; mi cara es todo un poema.
Por el camino empiezan a aparecer las típicas llamas de la región, muy peludas y engalanadas con borlas en sus orejas.
Ya no queda mucho para llegar, llevamos más de 5 horas sobre la moto y los mojones de la carretera te indican los kilómetros que faltan para Uyuni.
Con menos de 30km por delante para llegar, el asfalto vuelve a aparecer para no abandonarnos hasta nuestro destino.
Son las 16h pasadas y Romà y yo exponemos nuestras diferencias sobre qué hacer: si comer primero o buscar alojamiento. Casi hacemos las dos cosas, preguntamos a varios restaurantes y hoteles y todo nos parece caro.
Uyuni es una ciudad muy turística y es por eso que los precios están adecuados a los visitantes aunque puedes encontrar restaurantes y puestecitos locales donde comer a un precio muy económico.
Parece que definitivamente nos centramos más en el alojamiento. El recepcionista de un hotel nos dice que no hay Hospedajes con aparcamiento. A nosotros que se nos ilumina la bombilla decidimos preguntar a los militares si en su cuartel podríamos estacionar la moto. El joven que hace guardia en la puerta marcha corriendo a consultarle a su teniente coronel. Esperamos su regreso con mas astío que impaciencia.
En pocos minutos vuelve y nos comunica que tenemos la autorización. Después de anotarnos en un libro para que podamos entrar le comentamos que primero iremos a dejar nuestra ropa a un alojamiento y luego volveremos para estacionar la moto. El joven militar nos dice que allí estará y que sino dejará aviso a su relevo.
Ahora si que podemos buscar con tranquilidad un Hostel. Después de preguntar en varios donde los precios eran bastante caros alguien nos informa de uno que es de lo más barato que hay en la ciudad, se trata del "Vieli Hostal" y la habitación de 6 camas con baño compartido y sin desayuno nos sale a 40 bolívares cada uno (7€ aprox.).
Ahí descargamos toda la moto y coincidimos con un grupo de 7 argentinos muy agradables y con los que tenemos "buena onda" desde el principio.
Después de darnos una ducha salimos a comer algo. De nuevo es tarde y vamos a un puestecito muy humilde donde elaboran comida tradicional. Decidimos probar la carne de llama acompañada de arroz y patatas y bebemos una gaseosa de color naranja de fabricación nacional, todo por 36 bolivianos. Cabe decir que desde que hemos llegado a Bolivia en los restaurantes apenas tienen agua, siempre son refrescos, gaseosas de su tierra o cerveza. Es algo sorprendente pero es así, si quieres agua debes comprártela en una tienda.
A Romà no le gusta el plato y lo comprendo. El arroz está muy pasado y la carne reseca y desmenuzada en largos filamentos, casi parecen fideos chinos.
De vuelta al Hostel vamos a llevar la moto al cuartel de los militares. Han pasado tres horas desde que fuimos a pedirles el favor pero estamos seguros que no habrá problema ya que el joven nos aseguró que lo pasaría en novedades.
Cuando llegamos no hay ningún militar de los que habíamos visto antes y comentamos la jugada con el que hace guardia en la puerta. Corriendo se va a hablar con su superior y a la vuelta nos dice que no nos autorizan la entrada de la moto en su recinto. Extrañados por la contrariedad que existe de las dos veces que hemos hablado con ellos desistimos en nuestro intento y nos vamos dándoles las gracias por todas las gestiones que han realizado y las molestias que hayamos podido causarles.
Al volver al Hostel coincidimos con quien parece ser el dueño del alojamiento. Le comentamos el problema de la moto y nos dice que él tiene un aparcamiento muy cerca del Hostel y que la podemos dejarla estacionada allí. Aceptamos sin duda alguna aunque puede que tengamos que pagar 10 bolivianos por día, una cantidad casi insignificante (cerca del euro y medio).
La hora de la comida casi se nos ha juntado con la de la cena y salimos al centro en busca del grupo de argentinos ya que nos han dicho que estarían por la zona. Sin buscar en exceso no damos con ellos y entramos en un restaurante cualquiera en busca de comida algo menos pesada.
Yo me tomo una hamburguesa doble, imagino que algo de carne de vacuno no me hará mal y Romà solo cena una ensalada. En cuanto veo la hamburguesa me doy cuenta que me he pasado, es enorme y no me la puedo acabar. La cuenta asciende a 70 bolívares incluyendo una botella de agua de dos litros. El camarero me devuelve mal el cambio y de una manera sutil, es decir, sin moverme de la barra, consigo que me devuelva los 10 bolivianos que me ha intentado sisar.
De vuelta en el Hostel nos reencontramos con los argentinos que nos comentan que finalmente habían ido a una zona cercana al centro pero de comida autóctona y que por eso no nos habíamos encontrado.
Tras unas agradables charlas y en cuanto vemos que la medianoche se aleja de nuestro horizonte nos vamos a dormir.

Mapa de ruta:

sábado, 28 de enero de 2017

28/01/2017 TUPIZA
CAÑONES: EN UN LUGAR DEL "FAR WEST" Y A "BOLEAR" SEA DICHO!

No sabemos si es por la altitud o por las carreteras pero nos sentimos muy cansados. Lo cierto es que sí se nota la altura en varias cosas. Yo ya he sentido el mal de altura, un poco de mareos y un fuerte dolor de cabeza a causa de la presión son los síntomas principales.
Esta noche seguiremos en el mismo Hotel aunque el precio ha aumentado un poco, 125 bolivianos será lo que nos costará.
Después de asearnos y de tomar el desayuno Romà quiere cambiar el filtro del aire y las bujías para ver si de esa manera la carburación mejora un poco. Tras buscar información por internet y hacer alguna consulta a grandes entendidos de mecánica, creemos saber donde localizar los dos elementos.
Romà empieza a desmontar el carenado de la moto y sin mucha dificultad encuentra el filtro. El tema de las bujías ya es más complicado, para llegar a ellas tendría que desmontar media moto y termina por desistir en el intento.
Damos una vuelta por la ciudad en busca de una tienda de repuestos y las que encontramos solamente tienen filtros de origen chino para motos más pequeñas.
No ha servido de nada lo que hemos hecho, así que volvemos a colocar todo en su sitio y salimos a hacer un recorrido por la zona que nos han recomendado. Se trata de unos cañones alrededor del río que pasa por la ciudad en el que a momentos pareces estar en un escenario digno de las antiguas películas del "far west".


Es un corto recorrido perro muy entretenido y con un paisaje único y espectacular.
Al volver buscamos un sitio donde ir a lavar la moto. Allí nos recibe un chico en estado de embriaguez bastante avanzado y que desde el primer momento quiere hacerse amigo nuestro. A Romà no parece hacerle mucha gracia pero yo le sigo el rollo. Mientras limpian la moto hablo con el joven que mientras bebe varios vasos de vino me recomienda algunos lugares típicos donde ir a comer la comida tradicional del lugar. Pagamos los 20 bolivianos por el servicio prestado y nos vamos a aparcar la moto ya que es la hora de comer.
Muy cerca está el mercado que el chico ebrio me había recomendado. En la segunda planta hay muchos puestecitos de ollas calientes donde te sirven varios platos. Los precios están indicados en unas pizarras. Yo me pediré el "picante de pollo", un plato tradicional que lleva pollo cocinado, arroz, una especie de picada y unas patatas negras que según me había explicado alcanzaban ese color porque las dejaban durante algún tiempo al sol y luego las ponían en frío, casi congeladas repitiendo esa acción en varias ocasiones. El plato es consistente y solo cuesta 12 bolivianos (menos de 2€). Romà por su parte se pide un plato de pasta que cuesta la mitad que el mío. Para beber repetimos con aquellas bebidas tradicionales que habíamos tomado el día anterior a 1 boliviano. Para que veáis la diferencia de precio pedimos un agua pequeña en el mismo lugar que nos cuesta 5 bolivianos, es decir 5 veces más.
Al terminar de comer un señor pasa vendiendo gelatinas, compramos una para cada uno costando 3 bolivianos las dos. El hombre se queda un buen rato hablando con nosotros sobre la historia de Bolivia, de la conquista de los Españoles, de un filósofo Boliviano y de un sinfín de cuestiones más que aunque son interesantes a ratos no he podido evitar desconectar.
Una vez terminamos volvemos al Hotel. Hoy queremos descansar un poco y de paso avanzar tanto en el blog como en la edición de videos, realmente vamos muy retrasados. Pero antes de ponernos con las manos en la masa tenemos pendiente hacer el rito de la coca. Así que sobre las 17h empezamos a "bolear". El sabor de la hoja es un poco amarga y me recuerda levemente al té. Si le ponemos un poco del dulce que compramos, rápidamente se agota su efecto endulzante, si le ponemos el bicarbonato pasa lo mismo. Hay gente que dice que debemos escupir la saliva que se nos genera y así lo hacemos, un tema bastante desagradable porque vamos llenando un vasito que tenemos, su aspecto es realmente repugnante. No dejamos de salivar y Romà le pregunta al recepcionista si hay que escupir a lo que nos responde que no, que si nos tragamos la saliva la coca hace más efecto. Nosotros no sentimos nada a excepción de un leve adormecimiento de la punta de la lengua, cosa que ya nos comentaron que nos podía pasar. Después de "bolear" durante media hora decidimos escupir la pelota de coca que hemos generado. El proceso ha sido una decepción para nosotros ya que no hemos sentido ningún efecto, ni tan siquiera que nos quitase el sueño, casi al contrario, yo estoy que me caigo.
Pero para ver realmente como vivimos esos momentos Romà ha preparado un video que no os podéis perder, desde el momento de la compra registrado a modo "cámara oculta" hasta el momento de la prueba de la coca. Os aseguro que os vais a reír. Para ello clickar el siguiente link: Romà Vidal - Especial Coca
Pasamos casi toda la tarde dentro del Hotel y yo ya empiezo a agobiarme un poco, cuando hay cosas por ver me sabe mal no hacerlo y empiezo a ponerme algo inquieto. Se lo comento a Romà y en pocos minutos está listo para salir a dar un paseo.
Caminamos por un mercadillo lleno de puestecitos donde compro una latita de un ungüento que se asimila mucho al famoso "Vicks Vapor Up", aunque realmente lo adquiero porque el envase metálico que lo contiene me encanta. Aprovechamos la ocasión y cenamos un bocadillo de lomo y una gaseosa "made in Bolivia" por un total de 28 bolivianos. En el bar ha entrado un chico argentino que con todo el valor del mundo se ha calzado su guitarra y con una voz más incómoda que agradable canta varias canciones para amenizar la velada. Solo por el valor que le ha echado decidimos darle una pequeña propina.
Al salir del restaurante vamos en busca de unas gelatinas que habíamos visto durante el paseo. Las sirven en unas copas grandes, son de dos colores y las encumbra una montañita de crema "chantillí". Compramos una para los dos y su precio es de 3 bolivianos.
Volvemos al Hotel donde después de escribir un poco me acuesto en busca de algo bonito con lo que soñar.

viernes, 27 de enero de 2017

27/01/2017 TARIJA - TUPIZA (218 km.)
CIRCULANDO A MÁS DE 4.000 METROS

La "rutina matutina" se instala de nuevo en nuestras vidas pero esta vez el desayuno es si cabe aún más cutre. No hay mesas ni sillas y lo sirven en la entrada del Hotel. Apenas unas pastas resecas y una botella de zumo, agua caliente e infusiones.
Iniciamos la ruta por asfalto cosa que se agradece pero en apenas unos kilómetros la tierra vuelve a aparecer para dificultarnos un poco la etapa.
La carretera no deja de ascender y la moto empieza a hacer extraños, se ahoga e inmediatamente inyecta gasolina para dar un fuerte acelerón, todo ello a una velocidad media de 15 km/h.
Pasa el tiempo y junto a él los kilómetros recorridos con este extraño comportamiento de la moto, a lo que hay que sumarle que ya no solo desacelera y acelera, sino que además se nos para en muchas ocasiones y cuesta volver a arrancarla. Nos comenzamos a preocupar ya que estamos en un lugar recóndito, a más de 4.000 metros de altitud y donde desde hace mucho no hemos visto ningún vehículo, no obstante las vistas son espectaculares.
 

 

 

 

 
No dejamos de ascender hasta alcanzar una cota que supera los 4.200 metros, así lo registra el gps de mi teléfono móvil.
      
Por fin y después de una larga y deseosa espera vemos el punto de inflexión de la montaña. Empieza el descenso y lo hacemos con la moto apagada, con una conducción suave y segura. En cuanto alcanzamos la cota de 2.000 metros la volvemos a arrancar, no hay fallo alguno y aceleramos ya que el tiempo nos está pisando los pies.
Por fin llegamos a Tupiza, una pequeña localidad con un fuerte ambiente tradicional. Nos alojamos en el Hotel  "Anexo Mitru" por 118 bolivianos (16€) con desayuno incluido.
Para aparcar la moto el mismo Hotel dispone de aparcamiento en su edificio principal que se encuentra justo en el centro. Después de descargar la moto Romà la va a aparcar.
Ya son las 17h y salimos en busca de algo para comer. Nos acercamos hasta un mercado donde en un puesto callejero tomamos un cuarto de pollo frito con unas patatas por 12 bolivianos cada uno. Para beber nos aventuramos a tomar una especie de jugo que preparan con mucha agua y el componente principal que puede ser durazno (melocotón), soya (soja) o frutilla entre otros. El precio es de 1 boliviano, una cantidad irrisoria.
 
Volvemos al Hotel en busca del descanso merecido y ya será hasta la hora de cenar que no nos moveremos de allí. Será en una rostisería muy cercana donde tomaremos pollo acompañado de arroz y ensalada, su precio es de 20 bolivianos cada uno y beberemos una cerveza de litro por 18.
Al terminar decidimos dar un paseo para saborear el ambiente tan pintoresco de la gente que habita en aquella ciudad. Hay muchísimos puestos de venta ambulante donde ofrecen diferentes tipos de panes, gelatinas, bebidas típicas, comida oriunda, objetos para el aseo personal, medicina natural, ropa, etc. Nos cruzamos con muchas mujeres que aún visten de la manera tradicional, con sus faldas hasta las rodillas llenas de pliegues, el pelo recogido en dos largas trenzas adornadas con unas borlas en su parte final y un sombrero tipo bombín que es más pequeño que el diámetro de su cabeza y que no se de que manera pero se sostiene fijo encima de ella.
Pero nuestro objetivo iba a ser otro, queríamos comprar hoja de coca. Quizá alguno os suene por haberlo visto en algún documental, al menos ese era mi caso. La hoja de coca es un remedio natural muy utilizado en toda Bolivia indicado para ayudar a combatir el mal de altura, para dar energía y mantener despierta y activa a la persona que lo necesita. Nosotros hemos podido comprobar que casi todo el mundo "bolea"en Bolivia. Se le llama "bolear" porque quien lo consume hace una gran bola en un costado de su boca y va dándole vueltas o lo masca para sacarle la substancia.
Nosotros hemos decidido probarlo, no lo consideran droga hasta que no se procesa y lo transforman en polvo, la famosa "cocaína" y realmente tiene todo su sentido.
Nos acercamos a una tiendecita donde una señora vestida al estilo tradicional nos despachará la mercancía. El precio por una bolsita pequeña es de 5 bolivianos y nos han recomendado que lo mezclemos con una substancia dulce o con bicarbonato ya que lo hace un poco más agradable. Compramos esos dos complementos, el dulce es una pastilla negra viscosa y el bicarbonato va envuelto en un pequeño rulo de papel, cada unidad nos cuesta 0,5 bolivianos.
Volvemos al Hotel. Aún me queda un poco de tiempo para dedicarle al blog y Romà se pone a ver una película en su ordenador. El cansancio me avisa que ya debo dormir y yo que no soy nadie para contradecirlo le obedezco sin rechistar.

Mapa de ruta:






*En la siguiente entrada colgaré un vídeo muy interesante, editado por Romà, donde podréis ver el momento de la compra de la hoja de coca a modo de "cámara oculta" y alguna sorpresa más. No os lo podéis perder!!!

jueves, 26 de enero de 2017

26/01/2017 VILLA MONTES - TARIJA (247 km.)
RUTA 11 "EL ANGOSTO"

Antes de emprender la ruta y después de tomar el nefasto desayuno que nos dan en el Hotel iniciamos la primera aventura para cambiar los 68.000 guaraníes (moneda de Paraguay) que nos quedan. Preguntamos y nos dicen que en los bancos nos cambiarán la moneda. Al acercarnos a uno nos dicen que no, que ellos solo cambian dólares, pero que hay una tienda donde pueden hacerlo. Al llegar a la tienda una mujer nos atiende y nos dice que sí lo hacen pero que de eso se encarga su marido y que ahora está de viaje. Decidimos ir a otro banco para probar pero nada. De ahí nos mandan a una joyería donde tampoco cambian pero nos dice que hay una casa de cambio que lleva muy poco tiempo y que no sabe muy bien dónde está. Preguntamos por la calle y después de hacer la consulta hasta en tres tiendas diferentes por fin damos con el lugar. El hombre nos comenta que es el único en toda la ciudad que cambia la moneda y que aunque muy poca gente pasa por allí "alguien lo tiene que hacer!". Nos da al cambio 85 bolivianos. No sabemos si está bien o no, pero para perderlo todo nos damos por satisfechos.
Hoy tomaremos la ruta 11, según un artículo de internet una de las más peligrosas de Bolivia, mirar este enlace: Carreteras de la Muerte
En cuanto salimos del pueblo y enfilamos la carretera nos encontramos con el tramo más bonito y espectacular, el llamado "Angosto". Se trata de un camino de tierra muy estrecho que discurre entre una pared calcárea y un precipicio, a sus pies el río Pilcomayo espera con sus brazos abiertos la caída de algún vehículo.
Realmente es espectacular y las vistas son increíbles. Pero todo lo idílico se rompe cuando nos encontramos con un camión de maíz que se había salido de la carretera. Allí no hay nadie pero realmente parece bastante reciente el accidente.
Un poco más adelante paramos ya que se ha puesto a llover y debemos equiparnos para la ocasión. Tras recorrer unos cuantos kilómetros y conducir por una carretera muy bacheada Romà decide hacer una parada técnica ya que la cadena ha empezado a hacer un ruido extraño. Una vista selvática se abre delante de nuestro, lástima que el tiempo no acompaña enturbiando las impresionantes vistas.
Después de tensar la cadena nos ponemos en marcha de nuevo, parece que la "reparación" ha conseguido su cometido.
De sopetón las preciosas vistas desaparecen dando paso a grandes zonas de obras que conllevan consigo largos tramos de tierra y barro en los que se intercalan pequeños tramos de asfalto.
Decidimos quitarnos el mono, el sol resplandece entre las nubes que no deciden marcharse.
Paramos a comer en "Entre Ríos", una pequeña aldea. Nos apeamos en el primer restaurante que vemos, una casa donde una mujer nos atiende amablemente. Yo almuerzo sopa de trigo y un plato de tallarines con carne, Romà por su parte toma "bife" (bistec) con arroz. Comer con la bebida incluida nos cuesta 38 bolivianos.
Cuando vamos a marchar unos clientes nos informan que la carretera que va a Tarija está cortada al tráfico por obras y que hasta las 18h no la abren. Nosotros decidimos probar a ver si con un poco de suerte y al llevar moto conseguimos que hagan una excepción con nosotros.
El nuevo tramo de carretera por el que estamos circulando es increíble, el asfalto se posa ante nosotros, a nuestra derecha un gran cañón que ha moldeado el río vestido con una densa vegetación selvática colgante y a nuestra izquierda unas gigantescas montañas secas que nos regalan un escenario espectacular.
El frío empieza a sentirse, se nota que estamos ascendiendo y que el río se está encargando de regalarnos parte de su humedad.
Al terminar el asfalto topamos con un trabajador que tienen la carretera cortada. Hay algún puestecito que vende bebidas y algo para picar para hacer más amena la espera.
Hablamos con él y nos dice que es imposible pasar ya que hay mucha maquinaria en la vía y hay peligro de desprendimientos de rocas porque en esa zona se está trabajando la extracción de gas. No nos queda más remedio que esperar, pero todas las cosas esconden algo bueno y durante nuestra espera conocemos a un grupo de bolivianos que quedan encandilados con nuestra moto. Rápidamente entablamos una interesante y extensa conversación hasta la hora de la apertura de la barrera.
Se acerca la hora y la gente se pone impaciente pidiéndole al trabajador que habrá la vaya ya! A él parece no temblarle la mano y espera religiosamente a que se hagan las 18h en punto, momento en que da vía libre a la circulación. Aquello parece la salida de un "gran prix" de Fórmula 1.
Todos los vehículos vamos circulando en caravana. Vemos muchos letreros que indican "peligro por derrumbe". Son 60 kilómetros los que nos quedan para llegar a Tarija. Después de un buen puñado de kilómetros por fin damos con el nuevo asfalto que nos conduce directamente a nuestro destino.
A la entrada del pueblo cargamos la moto de gasolina. Curiosamente la chica que nos atiende nos dice que nos la va a cobrar a precio Boliviano. El monto a pagar es de 46 bolivianos pero del billete de 100 que le damos tan solo nos devuelve 50. Es una práctica habitual en Bolívia, si pueden rascar algún boliviano ten por seguro que lo harán. De todas formas nos ha salido la jugada perfecta.
Debemos buscar un Hotel y después de varias indicaciones encontramos el "Hotel Segovia" en el que nos alojaremos con desayuno incluido por 250 bolivianos.
Se trata de un Hotel muy moderno que dispone de aparcamiento privado donde dejaremos la moto bien guardada.
Después de asearnos salimos a cenar. Vamos a una plaza cercana al Hotel y allī encuentro a una chica que hace pulseras. Tiene varias hechas pero ninguna con los colores de la bandera de Bolivia. Le pido si me la puede hacer y me dice que sí, que en menos de una hora me la tendrá lista y que me la acercara al restaurante donde esté cenando. Le indico con un gesto el bar donde nos podrá encontrar.
Allí tomamos pollo a la brasa con papas fritas, todo acompañado de una jarra de jugo por 63 bolivianos.
En esta localidad los precios son algo más elevados. Tupiza es una ciudad universitaria donde hay mucho movimiento, una ciudad que puede recordar fácilmente a algunas ciudades europeas.
Antes de marcharnos aparece la chica con la pulsera. Le pago los 20 bolivianos que habíamos acordado y me la enfundo sin perder tiempo.
Al lado del restaurante encontramos un bar con buen ambiente. Decidimos quedarnos y tomarnos una cerveza. Pediremos la de litro porque sale más a cuenta, 25 bolivianos es su precio.
Sin alargarnos mucho volvemos al Hotel donde antes de acostarme le dedico un rato a escribir el blog.

Mapa de ruta:

miércoles, 25 de enero de 2017

25/01/2017 VILLA MONTES
LIMPIANDO LA MOTO

Hemos decidido que hoy no habrá etapa. Queremos limpiar la moto a fondo y todo lo que se nos manchó con el barro y de paso descansar un poco porque las últimas etapas han sido muy duras y de muchas horas sobre la moto.
Después de tomar uno de los peores desayunos que recuerdo salimos con la moto en busca de una gasolinera. Preguntando llegamos a una de ellas donde vemos que la mayoría de gente va a comprar con un bidón y no con el vehículo y el litro se lo cobran a casi 4 bolivianos (unos 60 céntimos de euro). Cuando nos disponemos a poner, la chica que nos atiende nos pregunta por el país de origen de la placa y nos informa que el precio al que se nos va a cobrar el litro es el precio internacional, unos 8 bolivianos. Romà que se siente estafado pregunta por el encargado y va a hablar con él. Yo que me da tiempo a pensar más fríamente retiro las llaves de la moto, agarro los cascos y voy donde él se encuentra. Nada que podamos cambiar; el encargado nos explica que el precio que pagan los bolivianos es por un trato al que llegó el gobierno de Bolivia y que nosotros debemos pagarla al precio internacional. Indignados por el trato discriminatorio nos vamos en busca de otra gasolinera y nos sucede lo mismo. No hay nada que hacer, llenamos el depósito y el bidón de la única gasolina que tienen y de la que desconocen el octanage pero que por su aspecto debe de ser de 80 como mucho.
Nuestro siguiente paso va destinado a limpiar la moto. Un joven nos informa en dónde podemos encontrar una "lavandería" (así es como llaman al lugar donde se lavan los coches y motos). Sin ningún contratiempo damos con él. El propietario nos dice que por 20 bolivianos nos hará el trabajo. Allí está su hijo adolescente, su sobrino de unos 10 años y el chico que tiene como empleado. Todos se ponen manos a la obra obedeciendo las órdenes del dueño y con una manguera a presión hacen saltar los grandes pedazos de barro que siguen incrustados en la moto. La enjabonan a consciencia y la aclaran con agua abundante. Luego la secan a mano con varios trapos dejándola limpia y reluciente. Han hecho un buen trabajo con el que nos quedamos más que satisfechos por lo que Romà y yo acordamos darle al chico que trabaja con el señor una propina de 5 bolivianos ya que es el que más se lo ha ganado, pero lo haremos a escondidas, mientras yo despisto al resto Romà se lleva al joven a un sitio un poco escondido y le da la propina, no queremos que ninguno de ellos le reclame nada al joven. Pero hay algo que no nos ha gustado y es que en medio del trabajo el señor nos ha comentado que si queríamos beber algo mientras esperábamos muy cerca había un sitio donde podíamos ir a comprar o mejor aún, enviaría a su sobrino a buscarlas. Nosotros le decimos al hombre que le invitaremos a una y aunque de primeras declina nuestra oferta poco le tenemos que insistir para que la acepte. El señor se pone a hablar con el sobrino sobre los precios de las cervezas y el niño dice que el otro día las compró por 6 bolivianos, pero el señor rápidamente lo corrige y nos dice que cuestan 7. Yo ya veo la triquiñuela que quiere hacer pero no voy a discutir por ese importe. El niño hace la gestión rápidamente y al volver veo que tiene una mano cerrada, evidentemente llevando las monedas que le han devuelto. Yo le pregunto que cuanto le ha costado finalmente y me dice "ya, así está bien" y se marcha de nuestro sitio acercándose a su tío para darle su cerveza. Está claro que nos han sisado 3 bolivianos y no es por el importe en sí, pero lo que sabe mal es que después de invitar al hombre a una cerveza aún nos haga eso. Quizá se piensan que no nos damos cuenta de las cosas y que somos un poco ignorantes, pero en el fondo a mi no me sabe mal, es gente muy humilde que apenas tiene para un pequeño capricho, así que espero que esas pocas monedas sean para arrancar alguna sonrisa de la cara del niño, porque imagino que ese dinero será para él, ¿o no?
Lo siguiente que buscamos es un mecánico para hacer el cambio de las pastillas de freno traseras. Muy cerca de la "lavandería" hay uno en el que preguntamos por el precio. El joven que nos atiende nos comenta que el mecánico no está pero que cree que el precio del cambio de pastillas ronda los 18 bolivianos. Aunque el precio es muy económico Romà prefiere buscar alguno cerca del Hotel. Finalmente y después de dar varias vueltas decidimos dejar la moto en el que hemos visto inicialmente. Allí sigue sin llegar el mecánico y aunque le esperamos un rato finalmente nos vamos a un mercado cercano dejandoles la moto para volver más tarde a recogerla.
En el mercado comemos en un puestecito muy típico. Yo tomo lengua en salsa y Romà milanesa de pollo. Pagamos por los dos platos y un par de refrescos 37 bolivianos (unos 6€).
Volvemos al mecánico y un nuevo cabreo se apodera de Romà cuando a la hora de pagar le piden 30 bolivianos en lugar de los 18 iniciales que nos habían comentado. Romà se queja al chico y le dice que el precio casi lo ha duplicado. El chico nos dice que ese precio no lo pone él sino el mecánico y que también ha aumentado un poco porque nos han puesto aceite en la cadena. Vamos, que han visto la moto y se han dado cuenta que éramos extranjeros y que por un poco más que vayamos a pagar no va a pasar nada. Como siempre no nos enfadamos por el dinero sino por la falta de ética.
Con el cabreo en el cuerpo, Romà bastante más enfadado que yo, volvemos al Hotel. Allí termino de limpiar la ropa que tenía en la caja y que no me había dado cuenta que se había manchado ya que con la caída se había descuadrado creando una pequeña obertura que dejaba pasar barro y agua.
Romà se acuesta a dormir una larga siesta, tiempo que yo aprovecho para dedicárselo al blog. En cuanto se despierta me dice que se va al gimnasio que está al lado del Hotel. Por mi parte prefiero quedarme y seguir escribiendo porque quiero avanzar lo máximo posible.
En cuanto vuelve del gimnasio, por llamarlo de alguna manera ya que me cuenta que se trata del comedor de casa de una mujer y que incluso había un perro dando vueltas por allí dentro, me explica que ha conocido a un chico y que su familia es propietaria de un restaurante muy cercano al Hotel y que podríamos ir a cenar allí. A mi me parece una buena idea y la acepto de buen grado.
Nos duchamos y salimos a dar un paseo por el pueblo. Justo al lado del alojamiento hay una pequeña tienda donde venden bebidas. Compramos un par de cervezas por 15 bolivianos y bebemos por la calle emulando el comportamiento autóctono. Nos acercamos a su mercado central y caminamos entre sus curiosos puestecitos de ropa, de electrónica y de comida donde exponen grandes sacos de pasta, legumbres y semillas entre muchos otros que nos llaman la atención.
Ya vamos a cenar y vamos al restaurante del nuevo "amigo" de Romà. Tomaremos una parrillada completa que acompañaremos con una cerveza de litro y dos helados de fruta que nos costará 100 bolivianos.
Durante la cena nos acompaña el joven con el que charlamos de muchos temas amistosamente. Al terminar nos despedimos y en pocos pasos nos encontramos en nuestro alojamiento.
Vamos a dormir, mañana retomamos la carretera...

martes, 24 de enero de 2017

24/01/2017 FILADELFIA - VILLA MONTES (422 km.)
LA TRANSCHACO DEJA HUELLA. LLEGAMOS A BOLIVIA

"Rutina Matutina" no obstante con un desayuno más que decente.
Al reemprender la ruta empieza el sufrimiento. El camino no mejora, todo lo contrario, empeora a pasos agigantados, los baches son enormes y hay que elegir el único pedazo de tierra en un estado decente para poder pasar, eso cuando lo encuentras, cuando no hay que pasar los baches a una mínima velocidad para no dañar la moto. La conducción se vuelve muy complicada, menos mal que Romà maneja muy bien y con gran seguridad.
Pero no todo iba a ser tan "sencillo", ahora hay que sumarle grandes tramos com barro donde la moto se desliza como si lo hiciese por encima de mantequilla. La verdad es que admiro a mi compañero de viaje por ser capaz de manejar la moto con todo su peso más el del equipaje más el de nosotros dos y salir indemnes de tantas dificultades.
Paramos para descansar, poner gasolina y comprarnos unas chocolatinas para reponer fuerzas.
Al reemprender el camino vemos que hay algún tramo que está asfaltado desde hace poco, otros tramos que están en obras poniendo "parches" a los enormes baches que hay y otros tramos que están cortados por las obras ofreciendo una ruta alternativa para poder circular.
En uno de los tramos alternativos todo parece ir bien, incluso está en mejores condiciones que la vía principal, pero también nos encontramos con varias zonas repletas de barro que conseguimos superar con muchas dificultades hasta que damos con una donde Romà exclama "buf tiu, aquí tenim números". Me agarro fuertemente a los hierros traseros de la moto y tras varias correcciones exitosas de la dirección la verticalidad se hace imposible de mantener cayendo junto con la moto encima de un gran charco de barro. Yo me levanto rápidamente pero la pierna de Romà ha quedado atrapada debajo de la moto. Intento moverla pero me hundo en el barro, son casi 300 kilogramos a mover y en esa superficie se hace casi imposible ponerla en pié. De repente vemos pasar una moto por la carretera principal, me alegro pero también me da rabia ver que aunque estaba cortada alguien está circulando por ahí. Con un grito les pedimos ayuda y bajan a echarnos una mano. Se ponen de barro hasta los tobillos pero logramos liberar a Romà y poner la moto en vertical. Les agradecemos mucho su colaboración y sin apenas esbozar un gesto en su cara se montan de nuevo en su moto y se marchan del lugar. Yo ayudo a Romà a sacar la moto de la zona embarrada tratando de estabilizar el equilibrio de la moto  mientras él acelera cuidadosamente.
Vamos llenos de barro y la moto está rebozada casi al completo. Ahora tendremos que buscar un lugar donde poder limpiarnos y darle un agua a la "peque".
Tras avanzar unos cientos de metros pensamos en retornar a la carretera principal subiendo por una pequeña duna de barro seco. Aplano un poco la zona a base de patadas y sin muchas complicaciones logra subir sin problema, pero ese trayecto dura poco ya que la carretera vuelve a estar cortada por un muro de arena. De nuevo debemos bajar a la carretera alternativa.
Encontramos varias zonas más de barro donde me bajo para testar el terreno y quitarle algo de peso a Romà para poder superarlas con garantías, pero nada puede asegurar que no haya una nueva caída y así sucede, ésta vez es Romà sólo que cae en un terreno fanganoso pero algo menos pringoso.
Revisamos la moto y todo parece estar en su sitio, aunque una de las cajas laterales se ha vuelto a descuadrar, no obstante permanece bien cerrada.
Llenos de barro llegamos a un pequeño poblado donde hay una gasolinera y menos de 10 casas, se trata de "La Guardia". Allí hay casitas que hacen la función de bar donde pueden servirte para comer lo que tengan preparado ese día. En algunas tan solo pueden ofrecerte empanadas pero encontramos una donde nos hará un plato de "bife" (bistec) con arroz. Pagamos unos 60.000 guaraníes por la comida (algo caro para lo que hemos ido pagando últimamente en Paraguay), pero barato para nosotros, unos 10€ al cambio. Como un favor le pedimos si podemos utilizar un poco de agua para limpiar la moto y algunas prendas nuestras y sin problema nos ofrece una manguera que conecta a un pequeño grifo que tiene en el patio. Allí le pasamos un agua a la moto quitándole gran parte del barro que ha acumulado.  
Yo limpio varias cinchas, mi camiseta y mis guantes de moto, el resto es misión imposible. Romà prefiere ir manchado, dice que queda más "auténtico".
Le agradecemos todos los favores y seguimos ruta, ahora un poco más ligeros de peso.
Íbamos a seguir por la ruta 9, la "transchaco", pero nos han recomendado que quebremos a la izquierda porque iremos directos a la frontera tras recorrer 60km de buen asfalto ya que lo que queda de ruta 9 es casi impracticable.
Creemos que ya hemos tenido suficiente por hoy y tomamos ese desvío.
La carretera está en perfectas condiciones, apenas nos cruzamos con ningún vehículo pero sí con unos zorrillos y una tortuga a la que logramos quitarle una garrapata pero que cuando nos fijamos vemos que tiene decenas de ellas pegadas en el interior de su caparazón.
La apartamos de la carretera y seguimos nuestro camino hasta llegar a la frontera.
Justo antes unos militares nos preguntan cual es nuestro destino y tras informarles nos dejan continuar la marcha.  
Una vez llegamos a la frontera no encontramos a nadie al margen de los funcionarios que nos atienden. Es una frontera unificada. Sellamos nuestros pasaportes sin ningún contratiempo y nos comentan que a unos 800 metros encontraremos la aduana de Bolivia donde deberemos sellar los trámites de la moto.
Vamos algo justos de gasolina y alguien nos comentó que en la frontera no encontraríamos gasolineras ni tiendas, pero que había una persona de nombre "Eco" que nos podría suministrar unos cuantos litros justo al lado de la aduana de Bolivia.
Al terminar los trámites una casa frente a nosotros apunta a ser lo que andamos buscando. Hay un jóven y una señora mayor vestida al modo tradicional sentados en un patio por donde corretean perros, gallinas y un par de loros. Le pregunto por "Eco" y me dice que no está, le pregunto por si tiene gasolina y me contesta que sí y que el precio es de 7.000 guaraníes.
Allí llevamos la moto y al ver la claridad y la poca densidad de la gasolina decidimos ponerle tan solo 4 litros que mezclaremos con lo que llevamos en el bidón.
Nos tomamos un respiro bebiendo un refresco en compañía del joven y de la señora que están de lo más relajado. Romà juega con un loro que al principio parece amigable pero que más tarde saca su mal carácter.
Debemos seguir la ruta sin entretenernos mucho, nos quedan 120km hasta "Villa Montes" y nos han dicho que aunque la mayoría de recorrido pasa por asfalto hay un tramo de unos 20km que se hacen sobre tierra.  
Justo reemprender el camino un par de militares nos dan el alto. Nos hacen varias preguntas y anotan la placa de matrícula de la moto y los datos de Romà, los míos no los necesitan.
Apenas 20km más adelante de nuevo otros militares nos paran. Les decimos que justo al pasar la frontera nos han tomado los datos pero ellos insisten en que les facilitemos los documentos. Así lo hacemos y sin mayor complicación nos dan permiso para continuar.
Las vistas cambian radicalmente, de los que eran las planicies verdes en Paraguay unas grandes montañas se empiezan a divisar en el horizonte. Las vacas y caballos abundan el camino por el que pasamos y la carretera está en buenas condiciones exceptuando algunos tramos, hasta que nos encontramos con la tierra. Se puede circular con bastante comodidad pese al terreno y las vistas cada vez son más espectaculares, empieza a anochecer y en el cielo rojos y blancos se entrelazan para regalarnos un lienzo inigualable.
Casi de noche llegamos a "Villa Montes". Tras preguntar a varias personas damos con un Hotel que aparentemente cumple nuestras expectativas. La noche nos costará 220 bolívares (es la moneda de Bolivia y el cambio está a 1€ = 7 bolívares).
No aceptan tarjeta por lo que debemos ir a buscar un banco cercano. Tras dar muchas vueltas e ir a varios cajeros finalmente retiro en el "banco fie" 1400 bolívares de mi cuenta personal ya que con la tarjeta de la cuenta común no nos permite hacer el reintegro. Me alegro al ver que no nos han cobrado nada de comisión!
Justo delante hay un par de restaurantes y como ya es algo tarde decidimos cenar para luego ir al Hotel y ya no movernos de allí. Los precios económicos se empiezan a notar, cenamos un par de brochetas de carne a la brasa acompañado de arroz y una botella de agua de 2 litros por 30 bolívares, unos 5€. Aunque por un momento nos parece que nos quieren timar al comentarnos que un botellín de cerveza "Pazeña" cuesta 17 bolívares. No nos cuadra que una cerveza cueste más que un plato de comida.
De vuelta al Hotel coincidimos con 3 alemanes que están haciendo el mismo recorrido que nosotros por Suramérica pero a la inversa. Nos comentan que a ellos les costó solamente 400€ el envío de las motos desde su país pero que eso era debido a que se juntaron con otros 7 moteros  y que los 10 llenaron un contenedor.
Mientras charlamos con ellos tomamos una cerveza que compramos en el hotel.
Aprovechamos para preguntarle al joven recepcionista por el precio de la cerveza en los restaurantes y le comentamos lo ocurrido pocos minutos antes mientras cenábamos. Nos explica que el precio es correcto ya que la cerveza es bastante cara en Bolivia.
Ya en la habitación limpiamos toda la ropa de moto intentando retirar el máximo de barro posible. También limpiamos maletas, colchonetas y todo aquello que ha estado en contacto con aquél barrizal. Dejamos el baño convertido en un sueño para "Don Limpio" pese a que intentamos darle un repaso quedando finalmente algo presentable.
Después de tender toda la ropa nos damos una ducha y caemos muertos sobre nuestras cómodas camas con el derecho bien ganado de dormir en paz.
Si queréis ver esta aventura en video, clickar el siguiente link: Romà Vidal - Iguazú y carretera Transchaco

Mapa de ruta:


23/01/2016 ASUNCIÓN - FILADELFIA (452 km.)
CARRETERA TRANSCHACO

"Rutina Matutina". Justo cuando vamos a abandonar el Hostel un señor bien vestido y con una educación exquisita me pregunta sobre nuestro viaje. Justo antes de marcharse me da una tarjeta y me insta a que le escriba un email por si necesitamos algo durante el viaje ya que él tiene muchos contactos distribuidos por los países que nos quedan poro visitar. Al mirar la tarjeta veo que es el presidente de una empresa consultora de Paraguay. Curioso el ofrecimiento, pero se le veía totalmente entregado a la causa.
Durante el recorrido paramos en varias ocasiones, una de ellas es en el pueblo Pozo Colorado donde ponemos gasolina y aprovechamos para comer en un bar de carretera ya que no hay ningún otro sitio donde poder ir. Preguntamos en dos alojamientos para quedarnos allí a descansar y no nos convence ninguno, sobre todo uno en el que nos dicen que no la quedan habitaciones matrimoniales pero sí dobles que son más caras. Le preguntamos la diferencia y nos dice que las matrimoniales son para parejas. En fin, que nos quería vender la más cara sí o sí, 200.000 guaraníes, pero no os imaginéis que aquello era un gran complejo, se trataba de una pequeña construcción en medio de la nada con apenas dos módulos donde se veía claramente que no había nadie alojado y donde vivía la misma propietaria con su familia.
Aunque nos ha pilado algo de lluvia durante el recorrido decidimos seguir unos cuantos kilómetros más en ruta. En ese lugar no hay nada que hacer y nos vemos con fuerza para seguir.
Al poco de rato de emprender el camino empezamos a ver como el asfalto está resquebrajado, hay grandes baches y la conducción se hace complicada. De repente observamos una cortina de lluvia y un fuerte viento pega contra nosotros. Nos agarramos "los machos" y entramos en la tormenta. Es muy intensa pero con el equipo de lluvia salimos indemnes. Las tormentas se hacen intermitentes y la carretera cada vez se vuelve más peligrosa, los baches son más y más grandes y tenemos que zigzaguear con la moto y adecuar la velocidad a las características de la vía y al tiempo que está haciendo.
En un momento dado un policía aparece en medio de la carretera y nos da el alto. El corazón de nuevo se nos acelera ya que esperamos lo peor. Pero no, simplemente nos pregunta "¿ustedes vienen del Dakar?", seguramente una moto como la que llevamos le ha llamado la atención.
Nos desviamos 12km de la carretera principal y por fin llegamos a Filadelfia, un pueblo de caminos de tierra y sin nada relevante que nombrar excepto que una gran parte de su población es alemana, exactamente "menonitas", una religión muy hermética donde sus costumbres de vivir son iguales a las de hace 100 años atrás.
Aunque damos alguna vuelta preguntando en posadas y hoteles finalmente nos decantamos por el "Hotel Golondrina", donde la noche con desayuno cuesta 186.000 guaraníes aunque inicialmente nos había dicho que 220.000 era el precio. En general encontramos todos los alojamientos caros y este es el que mejores sensaciones nos ha dado.
Al entrar en la habitación aquello parece una sauna y lo único que hay para mirar de combatir la alta temperatura es un ventilador que cuelga del techo y que emite un sonido bastante molesto.
Nos damos una ducha y aprovechamos el poco tiempo libre que nos va a quedar hoy dedicándolo al blog y a la edición de vídeos.
Son casi las 22h y decidimos salir a buscar un lugar para cenar. Como no encontramos nada preguntamos al conductor de un coche que se ha parado a nuestro lado. Se baja un hombre rubio y bajito y al preguntarle empieza a hacer movimientos con una mano poniendo mala cara, como queriendo decir "tirar para adelante y no me habléis", incluso yo le digo "bueno, no se enfade tampoco, solo queremos saber un sitio para poder ir a cenar". Realmente o el hombre no nos entendió nada o le dimos miedo o las dos cosas.
Poco más adelante encontramos un chico al que tras preguntarle por lo mismo nos dice que le acompañemos ya que él va a un bar donde hacen sandwiches y algo de comida rápida y que es muy barato.
Cenamos en compañía de la gente del pueblo que están viendo un partido de su equipo en la Copa América (el equivalente a la Champions), aunque nadie habla ni expresa ningún tipo de emoción, cosa que me sorprende. Tomamos un bocadillo de lomo, una hamburguesa, unas papas fritas y dos cervezas, todo por 30 paraguayos (5€). Estamos contentos con nuestra inversión y con poder por fin hacer honor a nuestro "Modo Ahorro".
Volvemos al Hotel e intentamos dormir pese a parecer que estamos en la boca del mismísimo infierno.

Mapa de ruta:
22/01/2017 FOZ DE IGUAÇÚ - ASUNCIÓN (345 km.)
ENTRAMOS EN PARAGUAY CON MAL PIE

"Rutina Matutina".
Ayer los chicos de Madrid nos comentaron que muy cerca está la represa hidroeléctrica de Itaipú que se puede visitar gratuitamente. Romà lo miró por internet y pudo ver que así era. La presa está apenas a 16km del Hostel y la visita puede valer la pena. Así que nos ponemos en marcha y dejamos en el alojamiento todo nuestro equipaje que más tarde iremos a recoger.
Al llegar allí vemos que el aparcamiento es de pago y ya empieza a olernos mal que la entrada sea libre. Y efectivamente, no es libre, la entrada más barata cuesta 33 reales que incluye una visita panorámica y hay entradas que sobrepasan los 100 reales. Nos resignamos a entrar y volvemos al Hostel. Allí nos encontramos a los chicos de Madrid que están en la parada de autobús que hay al lado del alojamiento. Les comentamos lo sucedido y nos dicen que la entrada que es gratuita es en el acceso desde Paraguay. Nos sentimos un poco tontos al haber hecho el trayecto para nada. Nos despedimos de ellos deseándonos suertes en sendos viajes y preparamos la moto para emprender nuestra etapa de hoy. Hace calor y el sol se alterna con algunas nubes que se vuelven cómplices para hacer algo más agradable nuestra etapa.
A muy pocos kilómetros hacemos nuestra primera parada importante. Se trata de los trámites burocráticos fronterizos entre Brasil y Paraguay. Primero paramos en la frontera de Brasil. Sellamos nuestra salida sin problema, pero el tema de la moto ya cambia. Tenemos que caminar un poco hasta dar con el recinto donde se encargan del trámite de vehículos. Nos atiende una chica que parece que poco tiene que ver con el tema. Ella misma recoge los documentos de la moto y los lleva a otra sala donde deberán comprobar que todo está en regla. Tardan un buen rato y Romà empieza a imaginarse lo peor porque las carreteras de Brasil están plagadas de radares y cree muy firmemente en la posibilidad de haber hecho saltar más de uno y que ahora le vayan a pasar la factura de sus infracciones. Al cabo del rato aparece un policía y nos dice que le acompañemos. A Romà le cambia la cara pero ninguno de los malos augúrios que tenemos se cumplen. Cerca de la moto está el funcinario encargado de la aduana, comprueba la matrícula y el bastidor del vehículo y nos deja marchar sin más.
A pocos kilómetros damos con la frontera de Paraguay. De la misma forma que en la de Brasil sellamos la entrada en los pasaportes sin problema, pero el tema de la moto parece complicarse más. Las indicaciones que nos dan para llegar a la aduana son incorrectas y poco precisas, pero después de hablar con varias personas damos con el sitio correcto donde sin problema nos sella la entrada de la moto al país. Yo me hago amigo de un policía nacional que a más de invitarme a beber "tereré" (es lo mismo que el mate pero con agua fría, incluso lo hacen con jugos de sabor a fruta) me da muchos consejos para recorrer la carretera "transchaco" una de las más temidas de Suramérica y que cruza todo Paraguay hasta llegar a Bolivia. Me dice que nos encontraremos con muchos animales entre los que veremos zorrillos, culebras, armadillos e incluso con mucha suerte podríamos cruzarnos con algún tigre. Nos recomienda que llevemos mucha agua y nos advierte que la temperatura allí puede alcanzar los 50 grados en las horas centrales del día. También nos dice que siempre que veamos una gasolinera llenemos el depósito porque no hay muchas en la ruta y a veces se encuentran sin gasolina. Y añade que encontraremos peajes y que el importe total de ellos puede ascender a unos 50.000 guaraníes (es la moneda de Paraguay y 1 euro equivale a unos 6.500 guaraníes).
Justo delante de la frontera paraguaya hay un centro comercial. Muchos brasileños van allí a realizar grandes compras ya que los precios son mucho más económicos que en su tierra. Nosotros nos acercamos a sacar dinero, según nos ha dicho el policía con unos 500.000 tendremos de sobras para alojarnos, comer y pagar los peajes. La comisión que se nos cobra en esta ocasión es de 25.000 guaraníes.
Ya montados en la moto nos despedimos de nuestro nuevo "amigo" policía que nos despide con un saludo militar.
A media ruta se nos abre el apetito, son casi las 14 horas, hora paraguaya. Hemos tenido que volver al horario que teníamos en Chile y Argentina retrasando una hora nuestros relojes. Paramos a pié de carretera en un puestecito donde una mujer muy agradable y simpática nos sirve un cuarto de pollo que están cocinando con leña acompañado de arroz y yuca. Nos ofrece un trozo de "sopa", una comida regional que a diferencia de lo que nos puede venir a la mente por su nombre no tiene nada que ver. Se trata de una tarta que se hace a base de harina, huevo y queso. El pollo está rico pero la sopa nos parece algo seca y un poco insulsa, aunque me la como toda para hacer una muestra de afecto al detalle que la mujer ha tenido con nosotros. Acompañamos la comida con una botella de litro de coca cola. El precio de todo nos parece irrisorio, 30.000 guaraníes, unos 5 euros por comer los 2. Parece que este país se va a hacer complice de nuestro "MODO AHORRO".
Seguimos en marcha, nos sorprende ver motos de pequeña cilindrada transportando a  4 personas a la vez, incluso vi unos que transportaban una vaca encima de sus piernas y sí, habéis leído bien, una VACA, de esas que hacen "muuuuuu!". Pasan por delante de la policía y nadie les dice nada. A más las motos circulan por el arcén, suponemos que para no entorpecer el tránsito. Podríamos decir que las motos es el transporte más utilizado en Paraguay.
La carretera por la que circulamos es una de las principales del país, se trata de una carretera con un carril parada cada sentido. Los coches no paran de avanzar con linea continua, muchos conductores van sin cinturón y la gran mayoría utilizando el "celular". La policía sigue impasible ante tales comportamientos. Romà que conduce bastante prudente circula detrás de un coche, cuando de repente intenta hacer una maniobra de adelantamiento. Hay linea doble continua, pero la visibilidad es buena para poder avanzar y no hay ningún cruce cercano. En la primera intentona veo que el conductor del coche delantero nos hace un gesto con la mano, no se muy bien que quiere decir y creo que nos quiere saludar. En estos países hay mucha gente que nos saluda por el simple hecho de que nos ven unos viajeros aventureros o porque les llama la atención una moto que en estas tierras es casi imposible de conseguir y difícil de ver. En la segunda intentona el conductor nos vuelve a hacer una señal, parece que nos diga que "no" con la mano y nos señala el arcén. Romà finalmente lo adelanta en apenas 2 segundos. Unos metros más adelante una caseta de la "policía caminera" se vislumbra en el margen izquierdo de la carretera y un policía sale a nuestro encuentro dándonos el alto con la mano alzada. Nos hace apartarnos de la vía y nos interroga sobre de dónde venimos y qué estamos haciendo en esas tierras. Nos informa que tenemos que conducir con cuidado y sin poner en peligro la integridad de los otro usuarios. Saca una boquilla y le hace una prueba de alcoholémia a Romà que efectivamente da 0,0. Ahora empezamos a entender qué nos quería decir el conductor del coche que habíamos adelantado. Podría seguir contando la história, pero transcribiré un escrito que Romà colgó en "facebook" sobre los hechos acontecidos, creo que es difícil de mejorar:
"PASÓ LO INEVITABLE, LA MORDIDA.
Ayer entramos a Paraguay desde su frontera con Brasil. Las guías de viaje poco dicen de este pequeño país, más allá de lo económico que resulta para los extranjeros. Los kilómetros se consumían debajo de un sol abrasador, pequeñas casitas a las orillas de la carretera se sucedían ininterrumpidamente. Motos de baja cilindrada nos avanzaban sin cesar. Una persona, dos, tres, cuatro o incluso una vaca, estos eran sus ocupantes. Los semáforos, líneas continuas, circular sin casco, cuatro personas... eso es lo normal, ni la Policía parecía inmutarse lo más mínimo al pasar por su lado.
Adelanto a un coche saltándome una una linea continua y apenas al incorporarme nuevamente emerge un hombre en medio de la carretera alzando su brazo. Me detengo enfrente de el, es un policía con cierto sobrepeso y coloreado por el sol durante muchos años.
- Hola buenas, no se puede saltar una linea continúa, ha puesto en peligro su vida y la de los demás conductores, le vamos a sancionar.
Hasta este punto la lógica guiaba la actuación.
- ¿Y que importe tiene?
El que se supone que es el jefe de policía me invita a entrar en una especie de casita de apenas seis metros, a tocar del asfalto.
- Puso en peligro su vida, esto no se puede pasar por alto.
Lo gracioso de la escena, es que mientras me sermonea sobre el peligro para mi propia seguridad, pasan por el control motos con dos, tres personas sin casco, adelantando por el arcén...
- Lo mío ya veo que es impasable, ¿Pero esta gente que pasan tres en.una moto y sin casco, no ponen en riesgo su seguridad?
- Bueno ese es otro tema, no quiera evadir sus responsabilidades...
- La multa son 900.000 guaranies (unos 150e)
- Solo llevamos 400.000
- ¿No llevan nada más? Pueden pagarme en moneda extranjera.
- No tenemos más.
- Les llevaré con el patrulla al banco y sacan el resto, les haré un recibo del cobro y esta plata irá al juzgado.
- ok ok perfecto nos quedaremos con el recibo.
Salgo de la caseta y el jefe de policía decide que mejor que nos llevemos un recibo será que alguno de sus secuaces negocie conmigo un importe más bajo. Momento en el que aparece un agente y me invita a acompañarle nuevamente a la caseta.
- Bueno me dijo mi jefe que tenían algo de plata.
- 400.000 guaraníes
- Pues deme eso y se pueden ir, se lo mandaremos al juzgado con sus datos y si vuelven a infringir una norma de circulación tendrán problemas graves.
- ¿Al juzgado? Vale, vale... ya veo
Le entrego el dinero y nos devuelve la documentación de la moto y mía.
- Vayan con cuidado que se acerca una tormenta...
Me marcho dejándole con sus advertencias y sin despedirme más que con una mala cara y un 'sisi lo que digas...' (en ningún momento apuntaron ningún dato mío ni de la moto)"
Con un mal sabor en el cuerpo nos vamos de allí sin despedirnos de ninguno de esos "estafadores". La ruta discurre tranquila por una buena carretera hasta que por fin y después de muchas idas y venidas llegamos al "Hostel el Viajero". La noche con desayuno nos cuesta 68.000 guaraníes por persona y por pagar con tarjeta hay que añadirle un 10% al precio. Nuestra decepción viene cuando el motivo principal por el que Romà reservó ese Hostel era que tenía aparcamiento (así sale anunciado en la página "Hostelworld"), pero allí no había rastro de aparcamiento. El recepcionista nos dice que deberíamos dejarla delante atada con una cadena. Romà prefiere irse a buscar aparcamiento por la zona aunque desesperanzado vuelve al Hostel ya que no ha encontrado nada. Así que atamos la moto a una farola justo delante de la puerta del Hostel confiando en no llevarnos una sorpresa a la mañana siguiente.
Lo mejor del alojamiento es que tiene piscina. Allí compramos una cervecita y nos la tomamos en compañía de dos chicos que acabamos de conocer. Se llaman José y Javier, viven en Asunción y están pasando el día en la piscina ya que se puede pagar una entrada por su uso y disfrute. Hablamos del viaje y de lo que nos ha pasado hoy con la policía. Nos comentan que la "coima" que hemos dado ha sido demasiado alta y que con 200.000 guaraníes habría sido suficiente. Charlamos sobre muchas otras cuestiones y decidimos salir juntos a cenar ya que como ellos viven en la zona nos la pueden enseñar un poco y llevarnos a algún sitio barato.
Nos acercamos paseando a un bar donde sirven "lomito árabe" o lo que es lo mismo, un "dúrum". Lo acompañamos con una cerveza a la que les invitamos nosotros.
Al salir de allí decidimos ir a un bar cercano. Acabamos en una terraza de una pequeña bodega.
Charlamos sobre las cosas de la vida, algunos temas íntimos, de la historia de Cataluña y España y de mil temas más buscando arreglar el mundo.
No es muy tarde y parece que todos estamos en la misma tesitura de retirarnos a dormir. Ellos nos acompañan hasta cerca del Hostel y allí nos despedimos deseándonos toda la suerte del mundo.
Después de un día lleno de contratiempos ponemos la carta de ajuste cerrando la programación hasta el día siguiente.

Mapa de ruta: