12/01/2017 RIO DE JANEIRO
DIA DE LLUVIA, DIA EXTRAÑO
Parece que la lluvia me quiere perseguir durante el viaje. Está lloviendo mucho y eso anula mis planes de ir a la playa de "Barra da Tijuca", una playa un poco alejada del ajetreo del centro y según todo el mundo mucho más limpia y tranquila.
Después de desayunar decido quedarme en el Hostel a la espera de que la lluvia me de un respiro.
Romà y su chica aparecen a las 12:30h por el Hostel. Ellos han contratado también el mismo tour que hice yo el día anterior.
Las horas van avanzando y a las 15h la lluvia cede. Decido salir a buscar la ropa que dejé en la lavandería y al volver me preparo algo de comer.
El día sigue inestable y aunque la lluvia amenaza en comenzar de un momento a otro tomo el metro y me desplazo hasta la parada "Uruguayana", un lugar que está muy cerca del centro y que está plagado de tiendas. Mi intención es comprar una guitarra viajera. El pasaje cuesta 4,10 pesos y el metro es el mejor que he tomado en Suramérica, se nota que hace poco organizaron los Juegos Olímpicos.
Al salir un entramado de calles llenas de tiendas de souvenirs me reciben. Una multitud de gente formada por turistas y autóctonos pasean por ellas, los gritos de algunos comerciantes destacan por encima del bullicio que hay.
En esa zona hay una calle llena de tiendas de música. Pregunto en varias de ellos y el precio es estándar, 259 reales. Se ven de buena calidad y con buenos acabados pero el precio se escapa de mi presupuesto.
Después de dar un paseo y comprar algún souvenir me vuelvo hacia el alojamiento, pero antes doy un paseo por sus inmediaciones y compro en un supermercado pollo para la cena.
Como me queda algo de tiempo preparo la maleta para así mañana no tener mucho trabajo y cuando me dispongo a hacerme la cena la cocina está copada de argentinos.
El horario de cierre de la cocina es a la 22h y ya se pasa media hora. Empiezo a predecir que me voy a quedar sin poderme a hacer la cena. Dejo pasar un buen rato y casi a las 23h vuelvo de nuevo, la cocina ya está libre pero me comentan que no hay agua para lavar los enseres y no quedan ni hoyas ni sartenes limpias. Aunque intento limpiar una sartén declino mi intento ya que no encuentro agua en ningún sitio del Hostel. Finalmente me quedo sin cenar y dejo el pollo que había comprado para uso común, ya no hay nada que hacer. Ceno un iogurt, que es lo único que me queda, que se le va a hacer!
En la habitación han habido altas y bajas durante los días que he permanecido allí y esa tarde conozco a dos hermanas de Argentina. Hablamos sobre nuestros viajes y hay buena sintonía, tanto que me dicen que esa noche irán al barrio de "Lapa" a tomar algo y que si me apetece estoy invitado.
Esa será mi última noche en Río y es posible que durante el viaje apenas vuelva a salir a tomar algo de noche por lo que decido apuntarme.
En la entrada del Hostel se reúnen casi una cincuentena de argentinos armando un escándalo considerable, tanto que hasta un vecino cansado del griterío decide tirar una botella de cristal llena de agua que por suerte no impacta en nadie.
De todos los que somos finalmente nos juntamos un grupo de 11 que seremos los que nos desplazaremos a "Lapa". Para ir tomamos un par de vehículos de "uber" y el precio a pagar por persona en destino es de 5 reales.
Sin marear mucho la perdiz y tras darle algún sorbo a las "caipirhinas" que han comprado los chicos entramos en una disco bar después de haber regateado la entrada hasta conseguir que nos la dejasen a 20 reales. Durante toda la noche solo consumo una cerveza por la que me cobran 12 reales.
El local está lleno de turistas y de algún producto nacional que intenta conquistar a alguna fémina con sus "danzas tribales".
Terminamos algo más tarde de lo deseado y volvemos en un taxi donde después de negociar con el conductor conseguimos que nos deje montar 6 personas.
Durante el trayecto uno de los argentinos, quizá el que está más ebrio empieza a disertar sobre por qué Argentina está donde se encuentra actualmente y me culpa de no haberme integrado mucho con ellos esa noche. Yo no le hago mucho caso ya que veo que su raciocinio está afectado por los efectos del alcohol.
Al llegar al Hostel el taxista intenta hacernos una triquiñuela y nos quiere cobrar 40 reales cuando el precio pactado eran 30.
Algún argentino empieza a sulfurarse y los gesticulaciones acompañadas de alguna palabra alterada parecen surgir efecto. Finalmente el taxista nos cobra 29 reales por la carrera.
Me despido de todos ellos y me acuesto, me quedan pocas horas para descansar...
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