22/01/2017 FOZ DE IGUAÇÚ - ASUNCIÓN (345 km.)
ENTRAMOS EN PARAGUAY CON MAL PIE
"Rutina Matutina".
Ayer los chicos de Madrid nos comentaron que muy cerca está la represa hidroeléctrica de Itaipú que se puede visitar gratuitamente. Romà lo miró por internet y pudo ver que así era. La presa está apenas a 16km del Hostel y la visita puede valer la pena. Así que nos ponemos en marcha y dejamos en el alojamiento todo nuestro equipaje que más tarde iremos a recoger.
Al llegar allí vemos que el aparcamiento es de pago y ya empieza a olernos mal que la entrada sea libre. Y efectivamente, no es libre, la entrada más barata cuesta 33 reales que incluye una visita panorámica y hay entradas que sobrepasan los 100 reales. Nos resignamos a entrar y volvemos al Hostel. Allí nos encontramos a los chicos de Madrid que están en la parada de autobús que hay al lado del alojamiento. Les comentamos lo sucedido y nos dicen que la entrada que es gratuita es en el acceso desde Paraguay. Nos sentimos un poco tontos al haber hecho el trayecto para nada. Nos despedimos de ellos deseándonos suertes en sendos viajes y preparamos la moto para emprender nuestra etapa de hoy. Hace calor y el sol se alterna con algunas nubes que se vuelven cómplices para hacer algo más agradable nuestra etapa.
A muy pocos kilómetros hacemos nuestra primera parada importante. Se trata de los trámites burocráticos fronterizos entre Brasil y Paraguay. Primero paramos en la frontera de Brasil. Sellamos nuestra salida sin problema, pero el tema de la moto ya cambia. Tenemos que caminar un poco hasta dar con el recinto donde se encargan del trámite de vehículos. Nos atiende una chica que parece que poco tiene que ver con el tema. Ella misma recoge los documentos de la moto y los lleva a otra sala donde deberán comprobar que todo está en regla. Tardan un buen rato y Romà empieza a imaginarse lo peor porque las carreteras de Brasil están plagadas de radares y cree muy firmemente en la posibilidad de haber hecho saltar más de uno y que ahora le vayan a pasar la factura de sus infracciones. Al cabo del rato aparece un policía y nos dice que le acompañemos. A Romà le cambia la cara pero ninguno de los malos augúrios que tenemos se cumplen. Cerca de la moto está el funcinario encargado de la aduana, comprueba la matrícula y el bastidor del vehículo y nos deja marchar sin más.
A pocos kilómetros damos con la frontera de Paraguay. De la misma forma que en la de Brasil sellamos la entrada en los pasaportes sin problema, pero el tema de la moto parece complicarse más. Las indicaciones que nos dan para llegar a la aduana son incorrectas y poco precisas, pero después de hablar con varias personas damos con el sitio correcto donde sin problema nos sella la entrada de la moto al país. Yo me hago amigo de un policía nacional que a más de invitarme a beber "tereré" (es lo mismo que el mate pero con agua fría, incluso lo hacen con jugos de sabor a fruta) me da muchos consejos para recorrer la carretera "transchaco" una de las más temidas de Suramérica y que cruza todo Paraguay hasta llegar a Bolivia. Me dice que nos encontraremos con muchos animales entre los que veremos zorrillos, culebras, armadillos e incluso con mucha suerte podríamos cruzarnos con algún tigre. Nos recomienda que llevemos mucha agua y nos advierte que la temperatura allí puede alcanzar los 50 grados en las horas centrales del día. También nos dice que siempre que veamos una gasolinera llenemos el depósito porque no hay muchas en la ruta y a veces se encuentran sin gasolina. Y añade que encontraremos peajes y que el importe total de ellos puede ascender a unos 50.000 guaraníes (es la moneda de Paraguay y 1 euro equivale a unos 6.500 guaraníes).
Justo delante de la frontera paraguaya hay un centro comercial. Muchos brasileños van allí a realizar grandes compras ya que los precios son mucho más económicos que en su tierra. Nosotros nos acercamos a sacar dinero, según nos ha dicho el policía con unos 500.000 tendremos de sobras para alojarnos, comer y pagar los peajes. La comisión que se nos cobra en esta ocasión es de 25.000 guaraníes.
Ya montados en la moto nos despedimos de nuestro nuevo "amigo" policía que nos despide con un saludo militar.
A media ruta se nos abre el apetito, son casi las 14 horas, hora paraguaya. Hemos tenido que volver al horario que teníamos en Chile y Argentina retrasando una hora nuestros relojes. Paramos a pié de carretera en un puestecito donde una mujer muy agradable y simpática nos sirve un cuarto de pollo que están cocinando con leña acompañado de arroz y yuca. Nos ofrece un trozo de "sopa", una comida regional que a diferencia de lo que nos puede venir a la mente por su nombre no tiene nada que ver. Se trata de una tarta que se hace a base de harina, huevo y queso. El pollo está rico pero la sopa nos parece algo seca y un poco insulsa, aunque me la como toda para hacer una muestra de afecto al detalle que la mujer ha tenido con nosotros. Acompañamos la comida con una botella de litro de coca cola. El precio de todo nos parece irrisorio, 30.000 guaraníes, unos 5 euros por comer los 2. Parece que este país se va a hacer complice de nuestro "MODO AHORRO".
Seguimos en marcha, nos sorprende ver motos de pequeña cilindrada transportando a 4 personas a la vez, incluso vi unos que transportaban una vaca encima de sus piernas y sí, habéis leído bien, una VACA, de esas que hacen "muuuuuu!". Pasan por delante de la policía y nadie les dice nada. A más las motos circulan por el arcén, suponemos que para no entorpecer el tránsito. Podríamos decir que las motos es el transporte más utilizado en Paraguay.
La carretera por la que circulamos es una de las principales del país, se trata de una carretera con un carril parada cada sentido. Los coches no paran de avanzar con linea continua, muchos conductores van sin cinturón y la gran mayoría utilizando el "celular". La policía sigue impasible ante tales comportamientos. Romà que conduce bastante prudente circula detrás de un coche, cuando de repente intenta hacer una maniobra de adelantamiento. Hay linea doble continua, pero la visibilidad es buena para poder avanzar y no hay ningún cruce cercano. En la primera intentona veo que el conductor del coche delantero nos hace un gesto con la mano, no se muy bien que quiere decir y creo que nos quiere saludar. En estos países hay mucha gente que nos saluda por el simple hecho de que nos ven unos viajeros aventureros o porque les llama la atención una moto que en estas tierras es casi imposible de conseguir y difícil de ver. En la segunda intentona el conductor nos vuelve a hacer una señal, parece que nos diga que "no" con la mano y nos señala el arcén. Romà finalmente lo adelanta en apenas 2 segundos. Unos metros más adelante una caseta de la "policía caminera" se vislumbra en el margen izquierdo de la carretera y un policía sale a nuestro encuentro dándonos el alto con la mano alzada. Nos hace apartarnos de la vía y nos interroga sobre de dónde venimos y qué estamos haciendo en esas tierras. Nos informa que tenemos que conducir con cuidado y sin poner en peligro la integridad de los otro usuarios. Saca una boquilla y le hace una prueba de alcoholémia a Romà que efectivamente da 0,0. Ahora empezamos a entender qué nos quería decir el conductor del coche que habíamos adelantado. Podría seguir contando la história, pero transcribiré un escrito que Romà colgó en "facebook" sobre los hechos acontecidos, creo que es difícil de mejorar:
"PASÓ LO INEVITABLE, LA MORDIDA.
Ayer entramos a Paraguay desde su frontera con Brasil. Las guías de viaje poco dicen de este pequeño país, más allá de lo económico que resulta para los extranjeros. Los kilómetros se consumían debajo de un sol abrasador, pequeñas casitas a las orillas de la carretera se sucedían ininterrumpidamente. Motos de baja cilindrada nos avanzaban sin cesar. Una persona, dos, tres, cuatro o incluso una vaca, estos eran sus ocupantes. Los semáforos, líneas continuas, circular sin casco, cuatro personas... eso es lo normal, ni la Policía parecía inmutarse lo más mínimo al pasar por su lado.
Adelanto a un coche saltándome una una linea continua y apenas al incorporarme nuevamente emerge un hombre en medio de la carretera alzando su brazo. Me detengo enfrente de el, es un policía con cierto sobrepeso y coloreado por el sol durante muchos años.
- Hola buenas, no se puede saltar una linea continúa, ha puesto en peligro su vida y la de los demás conductores, le vamos a sancionar.
Hasta este punto la lógica guiaba la actuación.
- ¿Y que importe tiene?
El que se supone que es el jefe de policía me invita a entrar en una especie de casita de apenas seis metros, a tocar del asfalto.
- Puso en peligro su vida, esto no se puede pasar por alto.
Lo gracioso de la escena, es que mientras me sermonea sobre el peligro para mi propia seguridad, pasan por el control motos con dos, tres personas sin casco, adelantando por el arcén...
- Lo mío ya veo que es impasable, ¿Pero esta gente que pasan tres en.una moto y sin casco, no ponen en riesgo su seguridad?
- Bueno ese es otro tema, no quiera evadir sus responsabilidades...
- La multa son 900.000 guaranies (unos 150e)
- Solo llevamos 400.000
- ¿No llevan nada más? Pueden pagarme en moneda extranjera.
- No tenemos más.
- Les llevaré con el patrulla al banco y sacan el resto, les haré un recibo del cobro y esta plata irá al juzgado.
- ok ok perfecto nos quedaremos con el recibo.
Salgo de la caseta y el jefe de policía decide que mejor que nos llevemos un recibo será que alguno de sus secuaces negocie conmigo un importe más bajo. Momento en el que aparece un agente y me invita a acompañarle nuevamente a la caseta.
- Bueno me dijo mi jefe que tenían algo de plata.
- 400.000 guaraníes
- Pues deme eso y se pueden ir, se lo mandaremos al juzgado con sus datos y si vuelven a infringir una norma de circulación tendrán problemas graves.
- ¿Al juzgado? Vale, vale... ya veo
Le entrego el dinero y nos devuelve la documentación de la moto y mía.
- Vayan con cuidado que se acerca una tormenta...
Me marcho dejándole con sus advertencias y sin despedirme más que con una mala cara y un 'sisi lo que digas...' (en ningún momento apuntaron ningún dato mío ni de la moto)"
Con un mal sabor en el cuerpo nos vamos de allí sin despedirnos de ninguno de esos "estafadores". La ruta discurre tranquila por una buena carretera hasta que por fin y después de muchas idas y venidas llegamos al "Hostel el Viajero". La noche con desayuno nos cuesta 68.000 guaraníes por persona y por pagar con tarjeta hay que añadirle un 10% al precio. Nuestra decepción viene cuando el motivo principal por el que Romà reservó ese Hostel era que tenía aparcamiento (así sale anunciado en la página "Hostelworld"), pero allí no había rastro de aparcamiento. El recepcionista nos dice que deberíamos dejarla delante atada con una cadena. Romà prefiere irse a buscar aparcamiento por la zona aunque desesperanzado vuelve al Hostel ya que no ha encontrado nada. Así que atamos la moto a una farola justo delante de la puerta del Hostel confiando en no llevarnos una sorpresa a la mañana siguiente.
Lo mejor del alojamiento es que tiene piscina. Allí compramos una cervecita y nos la tomamos en compañía de dos chicos que acabamos de conocer. Se llaman José y Javier, viven en Asunción y están pasando el día en la piscina ya que se puede pagar una entrada por su uso y disfrute. Hablamos del viaje y de lo que nos ha pasado hoy con la policía. Nos comentan que la "coima" que hemos dado ha sido demasiado alta y que con 200.000 guaraníes habría sido suficiente. Charlamos sobre muchas otras cuestiones y decidimos salir juntos a cenar ya que como ellos viven en la zona nos la pueden enseñar un poco y llevarnos a algún sitio barato.
Nos acercamos paseando a un bar donde sirven "lomito árabe" o lo que es lo mismo, un "dúrum". Lo acompañamos con una cerveza a la que les invitamos nosotros.
Al salir de allí decidimos ir a un bar cercano. Acabamos en una terraza de una pequeña bodega.
Charlamos sobre las cosas de la vida, algunos temas íntimos, de la historia de Cataluña y España y de mil temas más buscando arreglar el mundo.
No es muy tarde y parece que todos estamos en la misma tesitura de retirarnos a dormir. Ellos nos acompañan hasta cerca del Hostel y allí nos despedimos deseándonos toda la suerte del mundo.
Después de un día lleno de contratiempos ponemos la carta de ajuste cerrando la programación hasta el día siguiente.
Mapa de ruta:
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