viernes, 20 de enero de 2017

06/07/2017 PUNTA DEL DIABLO
PLAYA E INSOLACIÓN

Hoy tengo todo el día por delante para visitar Punta del Diablo.
Punta del Diablo es un pueblecito pesquero en el que viven unos 350 habitantes pero en temporada alta se llena de turismo siendo difícil encontrar algún alojamiento disponible. Sus cuatro playas y su encanto lo hacen un lugar privilegiado y de gran atractivo.
Después de desayunar y antes de acercarme a visitarlo debo ir a la terminal de omnibuses. Tengo que comprar mi pasaje para ir hasta Chuí, la frontera con Brasil, no quiero arriesgarme a quedarme sin sitio.
Camino algo más de media hora con el sol pegando en mi espalda. Una vez llego a la terminal hablo con una chica de información para ver que conexiones puedo tomar para ir a Porto Alegre y llegar el día 8. Me dice que aunque en internet se informa que hay dos autobuses directos desde Chuy, uno a las 12:15h y el otro a las 23h, es el segundo el único que opera. Empiezo a molestarme porque esa información ya no coincide con lo que me dijeron en el Hostel. Así que me recomienda tomar el autobús de las 17:45 y así llegar a Chuí a las 18:30 donde me dará tiempo de comprar el pasaje nocturno. El precio unos 1400 pesos uruguayos. Luego puedo hacer tiempo recorriendo sus tiendas "libres de impuestos" para matar el tiempo.
Hago caso a su consejo y compro el billete de Punta del Diablo a Chuí con salida el día 07 a las 17:45h con un valor de 97 pesos con la compañía "Rutas del Sol".
En cuanto voy a abandonar la estación me encuentro a Erika, una señora de Rio de Janeiro con la que hablé sobre mi futuro viaje a su tierra. Charlamos un rato y me cuenta que es profesora y quiere viajar a España para hacer unos estudios superiores. Me pide consejo sobre lugares donde vivir y sobre las becas que se conceden en el país. Poco le puedo ayudar en eso y me despido de ella ya que la furgoneta que me ha de llevar al centro está a punto de salir. El precio por trayecto es de 30 pesos y tarda unos 10 minutos.
Al llegar paseo un poco en dirección a las playas, encuentro muchos alojamientos ubicados en pequeñas casas, algunas tienen techos de paja, otras están pintadas en tonos blancos y marinos, pero cada una tiene su encanto.
Las calles son de tierra y se respira un ambiente como si de una isla se tratase.
El pueblo se recorre muy rápidamente, hay muchos bares y restaurantes y poco se respira el ambiente tranquilo y sosegado que debe vivirse en temporada baja. No obstante un aire de pueblo pesquero renace cuando llego a la Playa de los Pescadores donde hay varias barcas en la arena las cuales salen a diario a faenar.

 
De cara al mar hay unos puestecitos donde venden el pescado fresco recién extraído del mar quedando difuminados por los bares que abundan el lugar.
Camino con el mar a mi derecha y pasadas unas formaciones rocosas y una duna de arena llego a a la Playa Grande.
Como su nombre bien indica es una playa de grandes dimensiones, el agua es muy clara y la arena extremadamente fina. Allí pondré el huevo.
No tengo crema solar, los precios en Uruguay de dicho producto se triplica en comparación a lo que cuesta en España y prefiero dejar esa compra para hacerla en Brasil, seguro que allí será mucho más barato.
El sol pega fuerte aunque con la brisa marina se aguanta cómodamente. Me he arriesgado al no llevar crema pero al considerarme moreno de piel no creo que vaya a quemarme por estar un par de horas expuesto. Me da la hora de comer y como  he sido previsor, esta mañana me he preparado un bocadillo de tortilla que lo encuentro delicioso. Me doy un par de baños, pese a que me han dicho que el agua está muy fría no tengo esa sensación, tampoco la encuentro muy salada.
Poco antes de las 16h decido irme, creo que he tomado suficiente sol por hoy.
Ya he visto tres de las cuatro playas, me queda ir a ver la última. De camino observo en un bar una oferta de caipirinhas, 2 por 120 pesos (4€). Con el calor que he pasado el cuerpo me pide algo refrescante y decido pedirme esa agradable bebida preparada con cachaça, lima exprimida y azúcar. Me lo sirven en un vaso grande ya que las dos son para mí y prosigo mi camino dando cortos sorbos a la bebida.
 
En poco rato llego a la Playa de la Viuda, donde hago un par de fotos y me voy de vuelta al Hostel.
Empiezo a notar el efecto de la caipirinha, me siento alegre y empiezo a hablar solo por las calles, suerte que no me ve nadie! Me río al pensar en los típicos borrachos que hacen eso, me siento uno de ellos!
Al llegar me doy una ducha y en cuanto me miro al espejo me doy cuenta que el sol ha hecho mella en mi cara, mi torso y mi tripa. Parezco la pantera rosa! No fue una buena idea ir sin protección solar. Así que una y no más Santo Tomás, no me volverá a suceder.
Me han cambiado las cosas de habitación tal y como les dije a las chicas porteñas. Sigo en una habitación de cuatro pero no se quien son mis compañeros.
Me tomo la tarde con tranquilidad y empiezo a sentir como el efecto del alcohol se va mitigando. Me dedico a escribir y a charlar un poco con algunos huéspedes que deambulan por el Hostel.
Lentamente se va acercando la hora de cenar, hoy prepararán pizza artesana y el precio es de 150 pesos. Como quiero cuadrar para gastar todo el dinero que tengo en efectivo me apunto, lo llevo al dedillo.
Los chicos del Hostel preparan la masa artesanalmente y lo cuecen al fogón.
Sobre las 23h empezamos a cenar. Lo cierto es que están riquísimas, la masa es fina y crujiente y tiene un sabor exquisito. Durante la cena conozco a Carol, una mujer que vive en Porto Alegre y que ha fundado una consultoría. Me cuenta un poco acerca de su vida y me da algunos consejos sobre qué visitar en Río de Janeiro ya que ella también había vivido en aquella ciudad.
Se nos hace tarde charlando y decidimos salir a tomar una copa a un bar cercano al Hostel donde tocan música en directo. El bar se llama "Dèja vú" y casualmente uno de sus camareros es de "Vilassar de Mar". Empezamos a hablar en catalán y me explica que está de viaje 8 meses, que ahora ha parado 2 ahí y que ha conseguido ese trabajo de camarero. Me recuerda al "Sevilla" de los "Mojinos Escocíos" aunque en una versión mejorada. Hay dos camareras más, una que vive en Barcelona y que en temporada alta va a Punta del Diablo a trabajar porque los propietarios del local son amigos suyos y la otra que estudió periodismo en la ciudad de Valladolid. Vamos, una pequeña comuna "Españo-Uruguaya".
De fondo se ponen a tocar dos guitarristas, un bajo y un percusionista. Interpretan canciones de flamenco-fusión con mucho arte y me quedo embobado mirando sus dedos al tocar las cuerdas de las guitarras.
Cierran el bar y justo al lado hay un "boliche", bueno, por llamarlo de alguna manera. Se trata de un recinto semi-cerrado que se encuentra al lado de la playa. Como equipo de música tienen conectado un ordenador portátil que está en el suelo a unos altavoces que suenan como hojalata y un tipo que hace de "dj" va poniendo canciones sin conexión entre ellas y sin una linea musical definida. Hay gente muy variopinta que baila con botellas de vino en la mano y con un aspecto un tanto dejado. Es un ambiente muy curioso la verdad.
Sin estar mucho allí volvemos al Hostel, ha sido una noche curiosa e inesperada.
En cuanto me voy a dormir una pareja se levanta de la cama porque ya se marchan, se me hace extraño que unos se despierten y otros se acuesten...

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