miércoles, 25 de enero de 2017

25/01/2017 VILLA MONTES
LIMPIANDO LA MOTO

Hemos decidido que hoy no habrá etapa. Queremos limpiar la moto a fondo y todo lo que se nos manchó con el barro y de paso descansar un poco porque las últimas etapas han sido muy duras y de muchas horas sobre la moto.
Después de tomar uno de los peores desayunos que recuerdo salimos con la moto en busca de una gasolinera. Preguntando llegamos a una de ellas donde vemos que la mayoría de gente va a comprar con un bidón y no con el vehículo y el litro se lo cobran a casi 4 bolivianos (unos 60 céntimos de euro). Cuando nos disponemos a poner, la chica que nos atiende nos pregunta por el país de origen de la placa y nos informa que el precio al que se nos va a cobrar el litro es el precio internacional, unos 8 bolivianos. Romà que se siente estafado pregunta por el encargado y va a hablar con él. Yo que me da tiempo a pensar más fríamente retiro las llaves de la moto, agarro los cascos y voy donde él se encuentra. Nada que podamos cambiar; el encargado nos explica que el precio que pagan los bolivianos es por un trato al que llegó el gobierno de Bolivia y que nosotros debemos pagarla al precio internacional. Indignados por el trato discriminatorio nos vamos en busca de otra gasolinera y nos sucede lo mismo. No hay nada que hacer, llenamos el depósito y el bidón de la única gasolina que tienen y de la que desconocen el octanage pero que por su aspecto debe de ser de 80 como mucho.
Nuestro siguiente paso va destinado a limpiar la moto. Un joven nos informa en dónde podemos encontrar una "lavandería" (así es como llaman al lugar donde se lavan los coches y motos). Sin ningún contratiempo damos con él. El propietario nos dice que por 20 bolivianos nos hará el trabajo. Allí está su hijo adolescente, su sobrino de unos 10 años y el chico que tiene como empleado. Todos se ponen manos a la obra obedeciendo las órdenes del dueño y con una manguera a presión hacen saltar los grandes pedazos de barro que siguen incrustados en la moto. La enjabonan a consciencia y la aclaran con agua abundante. Luego la secan a mano con varios trapos dejándola limpia y reluciente. Han hecho un buen trabajo con el que nos quedamos más que satisfechos por lo que Romà y yo acordamos darle al chico que trabaja con el señor una propina de 5 bolivianos ya que es el que más se lo ha ganado, pero lo haremos a escondidas, mientras yo despisto al resto Romà se lleva al joven a un sitio un poco escondido y le da la propina, no queremos que ninguno de ellos le reclame nada al joven. Pero hay algo que no nos ha gustado y es que en medio del trabajo el señor nos ha comentado que si queríamos beber algo mientras esperábamos muy cerca había un sitio donde podíamos ir a comprar o mejor aún, enviaría a su sobrino a buscarlas. Nosotros le decimos al hombre que le invitaremos a una y aunque de primeras declina nuestra oferta poco le tenemos que insistir para que la acepte. El señor se pone a hablar con el sobrino sobre los precios de las cervezas y el niño dice que el otro día las compró por 6 bolivianos, pero el señor rápidamente lo corrige y nos dice que cuestan 7. Yo ya veo la triquiñuela que quiere hacer pero no voy a discutir por ese importe. El niño hace la gestión rápidamente y al volver veo que tiene una mano cerrada, evidentemente llevando las monedas que le han devuelto. Yo le pregunto que cuanto le ha costado finalmente y me dice "ya, así está bien" y se marcha de nuestro sitio acercándose a su tío para darle su cerveza. Está claro que nos han sisado 3 bolivianos y no es por el importe en sí, pero lo que sabe mal es que después de invitar al hombre a una cerveza aún nos haga eso. Quizá se piensan que no nos damos cuenta de las cosas y que somos un poco ignorantes, pero en el fondo a mi no me sabe mal, es gente muy humilde que apenas tiene para un pequeño capricho, así que espero que esas pocas monedas sean para arrancar alguna sonrisa de la cara del niño, porque imagino que ese dinero será para él, ¿o no?
Lo siguiente que buscamos es un mecánico para hacer el cambio de las pastillas de freno traseras. Muy cerca de la "lavandería" hay uno en el que preguntamos por el precio. El joven que nos atiende nos comenta que el mecánico no está pero que cree que el precio del cambio de pastillas ronda los 18 bolivianos. Aunque el precio es muy económico Romà prefiere buscar alguno cerca del Hotel. Finalmente y después de dar varias vueltas decidimos dejar la moto en el que hemos visto inicialmente. Allí sigue sin llegar el mecánico y aunque le esperamos un rato finalmente nos vamos a un mercado cercano dejandoles la moto para volver más tarde a recogerla.
En el mercado comemos en un puestecito muy típico. Yo tomo lengua en salsa y Romà milanesa de pollo. Pagamos por los dos platos y un par de refrescos 37 bolivianos (unos 6€).
Volvemos al mecánico y un nuevo cabreo se apodera de Romà cuando a la hora de pagar le piden 30 bolivianos en lugar de los 18 iniciales que nos habían comentado. Romà se queja al chico y le dice que el precio casi lo ha duplicado. El chico nos dice que ese precio no lo pone él sino el mecánico y que también ha aumentado un poco porque nos han puesto aceite en la cadena. Vamos, que han visto la moto y se han dado cuenta que éramos extranjeros y que por un poco más que vayamos a pagar no va a pasar nada. Como siempre no nos enfadamos por el dinero sino por la falta de ética.
Con el cabreo en el cuerpo, Romà bastante más enfadado que yo, volvemos al Hotel. Allí termino de limpiar la ropa que tenía en la caja y que no me había dado cuenta que se había manchado ya que con la caída se había descuadrado creando una pequeña obertura que dejaba pasar barro y agua.
Romà se acuesta a dormir una larga siesta, tiempo que yo aprovecho para dedicárselo al blog. En cuanto se despierta me dice que se va al gimnasio que está al lado del Hotel. Por mi parte prefiero quedarme y seguir escribiendo porque quiero avanzar lo máximo posible.
En cuanto vuelve del gimnasio, por llamarlo de alguna manera ya que me cuenta que se trata del comedor de casa de una mujer y que incluso había un perro dando vueltas por allí dentro, me explica que ha conocido a un chico y que su familia es propietaria de un restaurante muy cercano al Hotel y que podríamos ir a cenar allí. A mi me parece una buena idea y la acepto de buen grado.
Nos duchamos y salimos a dar un paseo por el pueblo. Justo al lado del alojamiento hay una pequeña tienda donde venden bebidas. Compramos un par de cervezas por 15 bolivianos y bebemos por la calle emulando el comportamiento autóctono. Nos acercamos a su mercado central y caminamos entre sus curiosos puestecitos de ropa, de electrónica y de comida donde exponen grandes sacos de pasta, legumbres y semillas entre muchos otros que nos llaman la atención.
Ya vamos a cenar y vamos al restaurante del nuevo "amigo" de Romà. Tomaremos una parrillada completa que acompañaremos con una cerveza de litro y dos helados de fruta que nos costará 100 bolivianos.
Durante la cena nos acompaña el joven con el que charlamos de muchos temas amistosamente. Al terminar nos despedimos y en pocos pasos nos encontramos en nuestro alojamiento.
Vamos a dormir, mañana retomamos la carretera...

No hay comentarios:

Publicar un comentario