VIENTO, FRIO Y CAMINATA DE ÚLTIMA HORA
Después de apenas dormir una hora me levanto para tomar el desayuno del Hostel y hacer el "chek out". Debo dejar la habitación antes de las 12h. El grupo de Brasileños se marcha antes que yo y Javo se levanta para despedirse de ellos. Él se vulve a acostar y yo me tomo un rato para escribir el blog ya que por lo que me pareció Punta del Este no tiene nada interesante por ver excepto sus playas y la escultura de los dedos que hay en una de ellas. No quiero bajar y estar deambulando por allí sin saber que hacer.
Sobre las 13h tomo el autobús que me lleva al centro y una vez allí me acerco a los famosos dedos. Hacer una foto en condiciones es imposible y menos si vas solo. La gente hace cola para tomar una instantánea de sus vacaciones en el lugar más significativo de Punta del Este.
De allí camino por la zona de playas y cruzo al otro extremo de la Punta para ver el otro costado. Es un bonito paseo con barcos amarrados en su orilla y gente bronceada y de buen ver que practica deporte.
Empiezo a pensar que debo comer, me apetece algo de fruta. Empiezo a buscar y paso por muchos restaurantes. Valoro entrar a un Mc. Donalds o a un Burger King por los que paso, pero los precios que tienen a cambio de comida basura no me merece la pena, a más le daría un giro radical a lo que había pensado comer.
Sigo deambulando por las calles hasta que finalmente encuentro un supermercado donde tienen fruta. Me compro un plátano, tres ciruelas rojas y una pera. Justo delante hay un parque donde me siento a comer, hace buena temperatura y sopla una brisa agradable.
Al terminar emprendo camino hacia la terminal por una de las calles principales. A sus costados las tiendas de las marcas más exclusivas se exponen como bellas modelos. El lujo y la ostentación se hace patente. No deja de darme pena esos corazones vacíos que tan solo se sienten llenos si visten o poseen artículos de lujo para aparentar y fomentar la envidia de aquellos que sueñan con alcanzar la quimera de la riqueza. Si antes ya me daba cierta repugnancia tal manifestación, ahora aún la detesto más.
Llego a la terminal de autobuses y como me queda tiempo hasta que tome el autobús pregunto en las taquillas de "COT" si existen billetes para ir de Punta del Diablo a Porto Alegre directos. Me comenta que sí, que hay dos autobuses que ya están llenos y que del tercero le quedan muy pocas plazas, que el precio seria de 2245 pesos uruguayos. Me parece exageradamente caro porque creo que hay otra fórmula mucho más barata para poder llegar. Y hay otra cosa que tampoco tengo clara que es cuantos días me voy a quedar en Punta del Diablo y cuando voy a viajar hacia Porto Alegre. Lo que está claro es que el 9 debo estar allí sí o sí porque tengo un vuelo a Rio de Janeiro.
Después de una buena espera tomo el ómnibus destino Punta del Diablo.
A las 16:30 sale el bús puntual. El viaje se hace muy pesado ya que hace muchísimas paradas intermedias y en lugar de tardar las tres horas previstas se retrasa 45 minutos más.
Al llegar observo por el google maps que la terminal de ómnibus está bastante alejada del centro, a casi 40 minutos caminando. Ya es de noche y en cuanto bajo a la calle un fuerte viento golpea contra mi cuerpo, hace mucho frío y rápidamente, en cuanto obtengo mi mochila entro en la terminal para ponerme una sudadera. Quiero llegar rápido al Hostel y decido empezar a caminar velozmente. También espero encontrar un supermercado abierto ya que apenas tengo nada para cenar y comer al día siguiente. Acelero el paso, camino por la carretera principal y varias personas hacen el mismo recorrido. Paso por un supermercado pero lo dejo porque pienso que más cerca del centro seguramente habrá otro, y no me equivoco, en cuanto llego a la zona urbanizada encuentro un supermercado. Entro y compro pan, huevos y atún,con eso ya tengo para comer un par de veces.
Reemprendo la ruta y tras caminar por varias calles desérticas, sin luz y sin asfaltar llego al Hostel. Se trata de "Mansa Beach Hostel".
Allí me recibe una chica Argentina que según me cuenta lleva poco tiempo trabajando en ese Hostel. Aún con alguna duda y sin haberlo pensado mucho le pregunto por si hay disponibilidad para quedarme una noche más. Me dice que solamente hay una cama libre y le confirmo la reserva. Le pago las dos noches, el precio es de 28 dólares la primera y 30 la segunda con desayuno incluido. Según me explica, los precios van aumentando conforme pasan los días. Éste junto con el de Punta del Este son los alojamientos más caros en los que me he quedado, pero allí todo está lleno y es difícil encontrar un precio que lo mejore.
Tras mostrarme el Hostal me acompaña a una habitación para 4. Poco después viene con 3 chicas porteñas que han entrado tras de mí y que serán mis compañeras. Las chicas me cuentan que al día siguiente llega una amiga suya por lo que les digo que no se preocupen, que me cambiaré de habitación sin problema.
Me doy una ducha y en recepción uno de los trabajadores me explica que cada noche hacen alguna cosa de cenar, que hoy iban a preparar pollo al fogón acompañado con arroz y ensalada y que el precio es de 150 pesos (5€). Como realmente es algo tarde y no me apetece cocinar me apunto a esa cena, total, es casi el menú que vengo tomando últimamente.
A las 23h empezamos a cenar, comparto mesa con mis jóvenes compañeras de habitación y con Clarise, una chica De Brasil que está disfrutando de una semana de vacaciones.
Al terminar empieza la fiesta en el Hostel. La música arranca y un grupo de chicos uruguayos que cada año van allí empiezan a bailar y a armar la "joda" (fiesta). Clarise compra una cerveza de litro y me invita a tomar, hablamos un poco sobre mi siguiente destino, Brasil, ¿quién mejor para facilitarme información que una oriunda?
Entre risas, cachondeo y "joda" varias personas me comentan que van a ir al centro a un "boliche", pero yo arrastro sueño de ayer y prefiero descansar. El salir de fiesta no es el principal objetivo de mi viaje, aunque de vez en cuando también apetece.
A las 02h me voy a la cama. Mis compañeras ya están durmiendo. Sigilosamente me meto en la cama donde a pesar de creer que me iba a costar dormir por la música que se escucha de fondo caigo rendido sin enterarme de un solo ruido.
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