lunes, 6 de febrero de 2017

05/02/2017 COCHABAMBA - LA PAZ (387,8 km.)
KILÓMETROS DE CARRETERA Y LLEGADA A LA CAPITAL DE BOLIVIA

Como nos quedaba un buen pedazo del pan con queso que compramos en Oruro y aún se encontraba en estado comestible lo tomamos antes de ponernos en marcha.
Nuestra principal idea es ir hasta Caracollo, hemos visto que allí hay algún alojamiento, veremos con que nos encontramos.
Durante el camino vamos preguntando a varias personas por si saben si hay algún cajero en nuestra ciudad de destino a lo que nos aseguran que sí. Estamos pelados de pasta!
Después de varias horas de viaje sin ningún imprevisto ni nada relevante por contar llegamos a Caracollo, un ciudad de tamaño medio donde lo más relevante que vemos es un pequeño mercadillo en el que se vende de todo.
Tras ver el ambiente que hay, las pocas posibilidades de alojarnos allí, el no sentirnos muy cansados y como nos han comentado que la carretera se encuentra en muy buen estado de aquí en adelante, tomamos la decisión de seguir el recorrido hasta la capital Boliviana, "La Paz". No obstante, como es la hora de comer buscamos un sitio donde comer antes de proseguir con nuestra ruta. 
Estacionamos la moto al lado del mercadillo y me voy en busca de un cajero mientras Romà se queda en modo vigilante esperando mi retorno. Pregunto a varias persona por un banco y tras indicarme varias sucursales y dirigirme a ellas el intento de obtener dinero es fallido ya que uno no tiene cajero y el que tiene no le funciona.
Hacemos un cálculo de todo lo que tenemos, apenas 50 bolivianos para comer y para intentar conseguir unos litros de gasolina a precio autóctono que nos permita recorrer los kilómetros necesarios para llegar a la capital de Bolivia.
Así, deambulamos por el mercadillo en busca de algún puesto donde comer a un precio asequible. Observamos varias casas muy humildes que ofrecen comida y entramos en una de ellas donde tomamos un filete de carne de llama con su acompañamiento por 30 bolivianos acompañándola de dos bebidas típicas del país por 1 boliviano cada una.
Ya de vuelta hacia la moto y después de que haya caído un fuerte chaparrón un perro pequeño sale corriendo de entre los tenderetes y sin ton ni son me muerde en la pierna, por suerte no aprieta lo suficiente como para atravesar la tela del pantalón por lo que todo queda en un curioso anécdota. Romà se parte de la risa al oírme exclamar "el puto perro me ha mordido!”.
Ya en la moto retrocedemos unos metros para ir a buscar una gasolinera que habíamos visto a la entrada del pueblo. Allí al lado paramos en un "taller" con la intención de que algún boliviano nos pueda ir a buscar unos litros de gasolina con el bidón que tenemos. En el mismo taller un niño de unos 10 años se nos acerca y nos ofrece gasolina por 6 soles, pero ese no es el trato que buscamos y declinamos su oferta. Un señor que se encuentra allí nos comenta que ese chiquillo es el propietario del taller, realmente no entendemos nada de lo que ocurre. El niño sin mediar palabra con nosotros se tumba sobre la moto y haciendo un gesto frotando sus dedos índice y pulgar repetidamente nos quiere hacer entender que esa moto cuesta mucho dinero. Lo gracioso del tema era ver la cara del niño, movía los ojos de un lado a otro y no reaccionaba a ningún estímulo que le pudiésemos aplicar, él seguía erre que erre con su movimiento de dedos, y así durante casi un minuto. Romà y yo creemos que por un momento se quedó en un estado catatónico, pero al final y repentinamente cambia su gesto por el de regalarle unas caricias a la moto a modo de amor platónico.
Aprovechamos que un joven pasa por delante nuestro y le pedimos si nos puede hacer el favor de conseguirnos 4 litros de gasolina a precio boliviano. Nos dice que pese a no tener la mayoría de edad lo va a intentar. Nos fiamos de él y le damos los 21 bolivianos que nos quedan y el bidón de gasolina vacío. No sabemos si volverá o se esfumará con el dinero y el bidón. Pero tras unos minutos el chico vuelve con la misión cumplida y nos devuelve 1 boliviano que ha sobrado, ya que ha pedido que le pusieran 20 bolivianos de gasolina. A nosotros nos sabe mal porque la idea era poner 4 litros y que el cambio se lo quedase él, pero el chico ha sido muy legal. Tan solo podemos regalarle la moneda que ha sobrado y agradecerle enormemente el favor. El chico sale corriendo del sitio, parece que tiene prisa y nosotros encima le hemos hecho perder más tiempo. La vida nos ha regalado una nueva lección de bondad y confianza.
Iniciamos el último tramo de nuestra ruta y tal y como nos comentaron la carretera se encuentra en perfecto estado por lo que en menos de 2 horas llegamos a "La Paz". Ya antes de entrar se intuye lo que nos vamos a encontrar, una enorme ciudad en medio de un valle con casas construidas a modo de chabola y que poco a poco se va comiendo las montañas que la envuelven.

La moto empieza a hacer de las suyas y empezamos a sufrir para llegar al centro de la ciudad, volemos a aprovechar las bajadas para dejar ir la moto y padecemos en las subidas o rectas donde hay que darle gas. Es normal que le pase eso, el octanage de la gasolina sigue siendo un desconocido para nosotros aunque no creemos que pase de los 80 y la ciudad de "La Paz" se encuentra a una altitud de 3600 metros, por lo que todo suma y contribuye a que la moto no funcione correctamente en estas condiciones.
Ya en el centro paramos en una gasolinera en la que intentamos negociar el precio con los trabajadores pero se hace imposible tras el alegato de "hay cámaras y tendríamos un problema si lo hiciéramos".  Pese a todo eso les caemos bien a las trabajadoras y conseguimos que nos regalen un "fideo inflado", una especie de snack dulce típico de Bolivia.
Romà ya tenía mirado un alojamiento en "La Paz", se trata del Hostal "Isidoro's" cercano a la estación central de autobuses. Tras regatear el precio, conseguimos una habitación privada con baño compartido pero sin desayuno por 100 bolivianos. La parte que nos defrauda del alojamiento es que indicaba que tenía aparcamiento y lo que te ofrecen es estacionar la moto delante del alojamiento en la calle. Por este motivo Romà se ve obligado a ir a buscar un aparcamiento por la zona consiguiendo encontrar uno cercano por el que pagaremos 10 bolivianos el día.
Nos queda un rato para descansar antes de la hora de cenar. Como casi en toda Bolivia el internet que nos ofrece el alojamiento es nefasto, será otro día en el que no podré publicar ninguna entrada del blog.
En cuanto llega la hora de la cena salimos con la idea de ir al centro. Aunque yo tengo la intención de ir caminando (son unas 4 cuadras según unos, 10 según otros y 14 la realidad) Romà prefiere tomar una "furgotaxi" que cuesta 2,2 bolivianos. En apenas 10 minutos llegamos al centro y decidimos cenar en un restaurante japonés bastante económico, así al menos cambiamos un poco de tercio.
Pedimos un plato de 20 empanadillas y otro de pollo con arroz que está delicioso. Los 2 platos con 2 refrescos nos cuentan 50 bolivianos, pero lo bueno es que era demasiada comida y lo que nos sobra nos lo llevamos para comer al día siguiente. Volveremos al Hospedaje en otra “furgotaxi”, Romà no tiene ánimos de caminar y la verdad es que yo tampoco.

Aún me queda un ratito para dedicarle al blog antes de irnos a dormir.

Mapa de ruta:

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