17/02/2017 INKA JUNGLE: DIA 5
FINAL DE TRAYECTO
Por fin tendremos un día en el que no tendremos toque de corneta. Eso hace que sean las 09h y que aún estemos acostados. Con las dificultades de despegarnos de las sábanas nos levantamos y después de haber dejado las mochilas listas salimos a dar el último paseo por Aguas Calientes antes de marchar en una nueva caminata de retorno hasta la central hidroeléctrica, lugar donde nos tienen que venir a buscar en una furgoneta para llevarnos de regreso a Cusco.
Sin nada relevante y ya equipados con nuestras mochilas a las espaldas iniciamos el camino de regreso que marcan las vías de tren. Ahora se nos hace mucho más pesado porque no hay ningún atractivo a la vista, tan solo regresar al punto de origen. Entre 2 y 3 horas es lo que gastamos de tiempo en llegar a la central hidroeléctrica, la meta de nuestro recorrido a pié. El hambre aprieta, hoy no hemos desayunado. Justo pegadas a la vía de tren un montón de paraditas esperan a que los turistas gasten su dinero.
Nos sentamos en el primero que encontramos y nos tomamos varios sandwiches con palta, lechuga, cebolla y fiambre que acompañamos con un refresco y para rematar un cucurucho de helado. El precio es asequible, siguiendo la dinámica de los precios de Perú aunque un poco más elevados debido a que estamos en plena zona turística.
Según nos dijeron a las 15h debíamos estar listos ya que una furgoneta nos pasaría a buscar. Nos dieron varias directrices para reconocer la nuestra y poder subir a ella. Allí nos plantamos, entre decenas de furgonetas, cientos de turistas y el griterío de los conductores llamando a destajo a sus clientes. Nos ha parecido ver la nuestra y nos lanzamos a la caza, pero llegamos demasiado tarde, ya la han llenado y ahora nos tocará esperar allí a que llegue la siguiente. Confiados en que no tardaría mucho nos hemos equivocado de lleno, pasan los minutos y no llega nuestro transporte. Las furgonetas van llegando y marchan llenas de turistas, pero nuestro tour operador no parece llegar. Preguntamos a varios conductores de allí y nadie es capaz de darnos una respuesta digna. Tan solo nos queda tener paciencia y esperar a que de una vez por todas llegue la nuestra.
Pasadas más de 2 horas de espera oímos a un conductor nombrar a nuestro tour operador. Son casi las 18h y por delante nos queda un trayecto de casi 5 horas de recorrido por unas carreteras llenas de curvas y de ascensos y descensos. Tomamos sitio y tratamos de acomodarnos lo máximo posible pese a que el espacio disponible es prácticamente nulo. Comienza el recorrido. El conductor parece tener prisa en llegar o en intentar evitar que la noche se le eche encima. Va a una velocidad bastante elevada para el tipo de carretera por la que va manejando y a eso se le suma que el clima no pretende darnos un respiro; con grandes cambios pasa de hacer sol a ponerse a llover intensamente para luego lanzarnos encima una espesa niebla que apenas se podía ver a un metro de distancia. Pero eso no parece ser inconveniente para el conductor que sigue sin modificar la excesiva velocidad con la que había comenzado el trayecto.
Desgraciadamente para mí no soy bueno para los mareos y tanta curva y tanto meneo han conseguido que todo comience a darme vueltas. Intento mirar por la ventana pero no consigo mejorar ya que no se ve nada a causa de la niebla. Mal asunto para mí, pero tendré que aguantar como pueda, no quiero generar una escena dantesca dentro de la furgoneta.
La noche se nos ha echado encima, son varias horas las que llevamos circulando y como todo ser humano empiezan a manifestarse en mi cuerpo las necesidades fisiológicas. Aguanto un poco pero finalmente hablo con el conductor y le pido que paremos donde mejor la vaya porque al final voy a explotar.
No tarda mucho en hacerme el favor y en un pequeño poblado detiene la furgoneta para que todo el que lo desee pueda hacer sus necesidades. El local que nos habilita los servicios es una especie de kiosco que vende fruta desecada, algún dulce y bebidas. En la trastienda, en un pequeño patio se encuentra el baño. Voy rápido y ejecuto una micción extensa dando paso a un suspiro de alivio como hacía tiempo que no tenía. Aprovecho para comprar unos cacahuetes (del agrado de Romà) y varias frutas desecadas (boniato y yuca) y vuelvo a la furgoneta. El conductor nos ha marcado el tiempo como si fuese oro y con todo el mundo de nuevo en sus sitios iniciamos el último tirón con destino a la ciudad de Cusco.
Por fin hemos llegado, las ganas que tenía de bajarme de esa furgoneta eran enormes. Nos han dejado en una plaza de la ciudad y ahora nos dirigimos al Hostel que habíamos reservado para esta noche “Hostel La Resbalosa”. Hemos cambiado porque según nos dijo Luis (os recuerdo que es el jefe de la agencia organizadora del tour) éste es mucho mejor del que nos quedamos la primera noche que estuvimos en Cusco (“El Procurador de Cusco”) y los dos se encuentran muy cercanos.
Después de caminar por varias calles empedradas con una más que notable inclinación llegamos al alojamiento, donde una casa estilo colonial nos da la bienvenida.
Nos acomodan en una habitación decente y como ya es muy tarde decidimos salir a cenar sin más dilación.
No encontramos muchos locales abiertos que puedan ofrecernos cena, pero en la calle procuradores, muy cerca de la agencia hay una pequeña pizzería en la que, pese a no haber ningún cliente, nos dan la bienvenida de una manera poco amistosa.
Tomamos sendas pizzas con una cerveza, hay que cerrar el tour como lo merece.
Con la panza contenta volvemos a hacer el mini ascenso hasta nuestro aposento, una subida que hacemos arrastrando nuestras piernas… el cansancio ha venido a darnos las buenas noches.
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