15/02/2017 INKA JUNGLE: DIA 3
Durante la cena de la noche anterior Ricardo nos comentó la posibilidad de hacer tirolina, zip line o canopy tal y como allí lo llaman. El recorrido lo compone 5 pasos y un paseo sobre un puente tibetano. La actividad no está incluida en lo que pagamos por hacer el tour y su precio es aproximadamente de unos 30$. El reclamo más llamativo es que se trata del segundo recorrido más alto de América, o así nos lo vende.
Yo inicialmente no estoy muy por la labor, considero que es una actividad prescindible y de poca emoción, pero que Romà esté convencido casi desde el principio y yo que nunca he saltado en tirolina hacen que tenga que tragarme mis críticas y improperios para finalmente terminar accediendo a realizar la actividad.
Por ese motivo nuevamente la hora de levantarnos es muy temprana ya que una vez terminemos la actividad nos uniremos al grupo de gente que no la haya realizado para seguir el recorrido juntos.
A poco más de las 06h volvemos a estar en pie y tras un triste desayuno nos dirigimos en una furgoneta a la zona donde iniciaremos los saltos.
Allí nos toman datos personales y nos hacen firmar un documento que evidentemente les excluye de toda responsabilidad si nos ocurriese algún accidente por negligencia. Tras colocarnos un buen arnés, casco, guantes y mosquetones y tras una breve explicación del estage nos lanzamos con los primeros saltos.
Mientras esperamos entre salto y salto Romà y yo reímos como locos al empezar a bromear haciendo referencia a la “pluriempleabilidad” que posiblemente tiene Ricardo, nuestro guía. Igual es guía turístico, que chamán, que instructor de canopi… no lo vais a entender, pero Romà y yo sí sabemos de lo que estoy hablando.
Allí nos toman datos personales y nos hacen firmar un documento que evidentemente les excluye de toda responsabilidad si nos ocurriese algún accidente por negligencia. Tras colocarnos un buen arnés, casco, guantes y mosquetones y tras una breve explicación del estage nos lanzamos con los primeros saltos.
Después de varios saltos llegamos al puente tibetano. Un largo puente de poca estabilidad y con la ausencia de algunas baldas es lo que nos espera por delante. A Romà parece no gustarle mucho pero armándose de gran valentía inicia el recorrido tras de mí. Un poco más adelante un grupo de extranjeros maleducados empiezan a saltar encima del puente consiguiendo que se tambalee notablemente. Sin respeto ninguno ni preocupación por aquellas personas que nos encontramos en otro tramo del puente se ganan un par de gritos de atención para que dejen de hacerlo, pero como si de un bufido de aire se tratase siguen haciendo de las suyas. Finalmente llegamos al otro extremo sin tener que lamentar ninguna caída aunque un poco molestos con ese grupo.
Para terminar un par de saltos más nos esperan para llegar al final del recorrido. Si tuviese que hacer una valoración de la actividad no os voy a mentir al decir que tiene su encanto: sobrevolar toda la vegetación del Perú cruzando de montaña a montaña mientras el aire y las gotas de lluvia impactan sobre tu cara no es algo que ocurra todos los días, pero entre que los instructores te hacen ponerte en posiciones extrañas (cabeza boca abajo, posición de pájaro, etc.) a lo que yo no le encuentro la diversión por ninguna parte y que tal y como yo me imaginaba de emocionante tampoco tiene mucho (o al menos para mí) han conseguido que mi parte más crítica salga a la luz.
Para reunirnos con el resto del grupo tomamos nuevamente la furgoneta que nos dejará en el restaurante donde cenamos la noche anterior y después de tomar un refrigerio iniciamos la ruta de hoy. Tenemos unos cuantos kilómetros por delante de caminata donde Ricardo nos irá narrando la historia del descubrimiento de la ciudad de Machu Picchu. El camino se inicia en una zona montañosa con frondosa vegetación, de compañero el rugir del río Vilcanota nos canta durante el recorrido hasta que topamos con la central hidroeléctrica donde una vías de tren transitables para combóis comerciales y turísticos con destino al pueblo de Aguas Calientes marcaran el sendero a seguir.
Durante el recorrido pasamos por varios puentes y sorteamos algunos pasos de agua que bajan muy bravos. Hasta que la hora de comer se nos echa encima.
El restaurante de hoy se encuentra pegado al sendero. En su interior se apilan un gran número de turistas que esperan su turno para rellenar el buche. Después de tomar un típico almuerzo nos regalan media hora para descansar en las hamacas de las que dispone el establecimiento, si logras encontrar alguna disponible. El posible descanso lo rompen un grupo de Israelís escandalosos que se piensan que están solos en el mundo… otros nuevos irrespetuosos con los que nos topamos.
Pasado el tiempo prometido de descanso el guía nos indica retomar la marcha volviendo al sendero marcado por las vías del tren siendo éste bastante incómodo a causa de las grandes piedras y pequeños charquitos de agua que tiene formados. Con las piernas cargadas después de más de 3 horas caminando en modo eslalon llegamos a un punto de control, lugar desde donde se inicia el ascenso a la ciudad sagrada. Descansamos unos minutos y tomamos algún tentempié antes de iniciar el último tramo que nos debe llegar a la ciudad de Aguas Calientes o también conocido por el nombre de “Machu Picchu Pueblo”
Con una fuerte pendiente, un corto recorrido y unas vistas increíbles del río y las montañas que lo abrazan llegamos a nuestro destino final de hoy.
Un pueblo que me recuerda enormemente a Andorra la Vella: los turistas se cuentan a centenas, las calles se engalanan de de bares, restaurantes y tiendas de souvenirs pero que se reviste de encanto por tener el paso del bravo río Aguas Calientes por el medio de su calle principal.
Un pueblo que me recuerda enormemente a Andorra la Vella: los turistas se cuentan a centenas, las calles se engalanan de de bares, restaurantes y tiendas de souvenirs pero que se reviste de encanto por tener el paso del bravo río Aguas Calientes por el medio de su calle principal.
Acomodados en nuestro alojamiento, un poco mejor que los de los últimos días y tras haber descansado un buen rato salimos en busca de señal wifi. Sin ir muy lejos y entramos en el primer restaurante que vemos con el cartel indicativo que tanto buscamos. Compartimos una cerveza y pese a que nos han dicho que la señal era buena el envío de cualquier información se hace casi misión imposible. Romà responde a lo sucedido con un pequeño gruñido de ira.
Sin darnos cuenta ha caído la noche y obedeciendo a las ordenes encomendadas por Ricardo nos encontramos en el alojamiento para que nos conduzca al restaurante donde tomaremos la cena. Hoy una cena un poco más elaborada que las anteriores nos espera en la mesa. Aprovechamos para planificar junto a nuestro guía el día de mañana.
Para subir a la ciudad se puede hacer andando o tomando un autobús que sale desde Aguas Calientes y que te lleva a la entrada principal del complejo. Nosotros que somos unos “valientes” no vamos a desperdiciar la oportunidad de decir que subimos a pié los 1500 escalones que hay para ascender a la ciudad sagrada de Machu Picchu, sin olvidar que todo lo que sea contribuir al modo ahorro siempre nos alegra.
Comentar que el precio de esos autobuses son bastante caros, 12$ por trayecto, aunque si no puedes subir a pié por cualquier motivo se convierte en la mejor opción para ascender a la ciudad.
A sabiendas que mañana nos espera un día muy duro a la vez que emocionante...
No hay comentarios:
Publicar un comentario