24/02/2017 AMAZONAS
PESCA DE PIRAÑAS Y TRAMPAS PARA ANACONDAS
Tal y como Jorge nos comentó, a las 06h ya estamos en pié. Jorgito aparece en el campamento. Antes de salir tomamos un pequeño desayuno compuesto por tortilla, mermelada y pan para cargarnos con algo de energía hasta la hora del almuerzo que se prevé será tardía.
Los colchones de las camas con su dura firmeza han conseguido provocarnos un dolor de espalda que esperamos vaya menguando con el paso de las horas.
La barca nos está esperando en la playita, Jorgito ha venido al campamento con ella desde Santa Anna. Jorge ha preparado unas cañas de pescar con unas varas e hilo de nylon de una manera muy artesanal y en un potecito carga con varios gusanos de tierra que serán el cebo para pescar los pescados pequeños que servirán como carnaza para capturar las deseadas pirañas.
Vamos buscando un lugar idóneo para tirar las cañas y en un pequeño recoveco del río que se encuentra cubierto por un manto de flores acuáticas de una belleza exquisita donde nos llama la atención el avistamiento de algunos delfines rosados paramos para hacer la primera captura. Todos van sacando sus pequeñas presas, mayormente son peces gato, pero yo no logro pescar nada, tan solo consigo hacer saltar a uno que finalmente cae en el agua salvandose así de una muerte segura. Romà ha pescado 6 y se le ve feliz por su captura.
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Jorge en la barca con las cañas de pescar |
Con unos 20 pescaditos en nuestro poder nos lanzamos río arriba en busca de lo que llaman"agua negra", unas zonas donde queda retenida el agua y donde suelen encontrarse las pirañas. Estamos un buen rato con los anzuelos cargados de carnaza en el agua pero no logramos capturar nada. Cambiamos de sitio y repetimos la misma acción con idéntico resultado. El tiempo pasa rápido y con un sabor agridulce abandonamos el intento de captura con la firme promesa de Jorge de que no nos marcharemos del Amazonas sin haber visto una.
Volvemos al campamento con unas cuantas decenas más de picadas de zancudos repartidas por el cuerpo. Nos encontramos de nuevo con la familia de Jorge aunque falta Carlos. La comida está preparada, chancho con arroz que nos sabe a gloria.
Sin tiempo para descansar nos lanzamos de nuevo al río, nos vamos a poner varias trampas para intentar capturar una anaconda.
No mucho más lejos de la playita del campamento hay varias quebradas que serán el lugar escogido para poner las redes. Jorge nos ha dotado de unas botas de agua y de un machete de grandes dimensiones para dicha tarea, él y Jorgito van descalzos. Entramos en la primera y Romà y yo no hacemos otra cosa que pensar en que ocurriría si por allí apareciese una anaconda nadando. Obedeciendo a Jorge, no sin nuestras dudas, nos metemos en el agua siguiendo sus pasos, yo cargo con la bolsa que contiene las redes. Atamos uno de los cabos a un árbol y voy tirando red mientras Romà y Jorgito la van desliando. Jorge nos va abriendo camino con el machete y va indicándonos el camino por donde la debemos colocar.
Por fin! Primera trampa colocada! Nos subimos a la barca con la tranquilidad de seguir vivos, pero aún nos queda otra red por colocar.
En medio del fanganal empezamos a bromear embadurnándonos con el barro que está bajo nuestros pies, pero poco a poco nos vamos animando más y más. La broma termina por írsenos de las manos y terminamos cubiertos hasta las cejas. Reímos con la situación hasta que Romà decide hacerme un placaje. Las carcajadas es lo único que se escucha en aquél increíble paraje.
Parece que nos hemos olvidado de las anacondas y de los peligros que envuelve ese río cuando nos encontramos nadando por el medio del caudal despojándonos de todo el barrizal que llevamos encima, incluso Jorgito abandona la barca y se tira al río con nosotros. Un momento de complicidad se respira en aquellos instantes donde las risas y las carcajadas no dejan de sucederse.
Descendemos agarrados en la barca hasta la comunidad de Santa Ana donde volvemos al bote para dejarlo amarrado allí, ya que al final de la comunidad hay una balsa de agua dulce fresca donde podemos bañarnos y limpiar la ropa. Apenas hay gente y unas altas palmeras terminan adornando el decorado de un paisaje paradisiaco.
Ya con el aseo merecido tomamos la barca nuevamente para volver al campamento.
Yoris nos ha dejado el pescado que se había capturado durante la mañana cocinándose sobre el fuego de leña envuelto en unas grandes hojas, una forma tradicional de cocinarlo. Jorge nos lo sirve bajo la penumbra de dos velas. El pez gato es un pescado suave de sabor dulce y agradable, está que se deshace.
Al terminar la cena nos enrolamos en una nueva conversación, ésta vez el tema central es el rito de la "Ayahuasca", una ceremonia ancestral dirigida por un "chamán" (médico, brujo o hechicero) donde bajo la toma de una bebida obtenida por el procesamiento de tres plantas medicinales de la selva (la raíz de ayahuasca, las hojas chacuruna y las de toé) puedes limpiarte de algunas enfermedades e incluso entrar en trance llegando a tener visiones o alucinaciones que te den respuesta a algún problema por el que estés atravesando. Yo cuando emprendí el viaje ya me había informado del tema e incluso había visto algunos documentales al respecto y aunque en un principio me propuse hacerlo el respeto que me provocaba me hizo tirarme para atrás. Pero tras la conversación con Jorge mi idea vuelve a cambiar y confío en lo que me ofrece y me explica. Me habla de que en su comunidad hay un chamán de nombre Lorenzo al cual conoce de toda la vida y que le da una total garantía de que la ayahuasca que hace es de buena calidad, le ha visto hacer cientos de ceremonias e incluso él mismo se ha puesto en sus manos. No obstante me comenta que si Lorenzo no pudiese atenderme, a la orilla del campamento también hay una señora, María, que aunque está acabando sus estudios de chamanismo lleva muchos años practicando el rito de la ayahuasca y es de su plena confianza. No sin bastante miedo y tras haberle dado muchas vueltas en mi cabeza me decido a hacer la ceremonia y acuerdo con Jorge que será el domingo el día escogido. Si estoy una vez en la selva peruana, no puedo dejar pasar esta oportunidad.
El coste de la ceremonia no es muy elevado, 100 soles, aunque según me explica Jorge, el auge de los falsos chamanes está tirando por suelo esa tradición, ya que a parte de no ser realmente estudiosos del chamanismo te sirven cualquier substancia a cambio de una elevada cantidad de dinero.
Me voy a la cama un poco asustado, pese haber tomado la decisión no estoy 100% convencido, pero la curiosidad me puede, aunque si me fío del dicho "la curiosidad mató el gato"... Espero que ese no sea mi caso.
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